Por David Pérez Vega
El premio Ribera del Duero al mejor libro de relatos se fundó en 2008 y se convoca cada dos años. Por ahora tiene siete ganadores, y yo he leído cinco: El final del amor (2011) de Marcos Giralt Torrente, Siete casas vacías (2015) de Samanta Schweblin, La vaga ambición (2017) de Antonio Ortuño, La claridad (2019) de Marcelo Luján, y ahora leo Ustedes brillan en lo oscuro (2021) de Liliana Colanzi (Santa Cruz, Bolivia, 1981).
De Colanzi había leído los tres primeros cuentos del libro Vacaciones permanentes (editorial Tropo, 2012). Los leí en los asientos de La Casa del Libro de Gran Vía, un día que había quedado con un amigo y llegaba pronto. Me parecieron unos cuentos muy de corte norteamericano; correctos, pero no excepcionales. Más tarde pensé en leer Nuestro mundo muerto (Eterna Cadencia, 2016), que sonó más y quedó finalista del Premio de Cuentos Gabriel García Márquez en Colombia.
En el verano de 2022 me cambié algunos mensajes con Juan Casamayor, el editor de Páginas de Espuma, y quedamos en que me enviaría Ustedes brillan en lo oscuro para que pudiera reseñarlo.
El libro que se presentó al premio contaba con cinco cuentos y, en el proceso de edición, se le añadió un sexto, el titulado Los ojos más verdes, como se explica en una nota que acompaña al texto.
El primero cuento es La cueva. En él, el lector asistirá a diversas escenas que tienen lugar en una cueva, que acaba siendo la protagonista del relato, en diversas épocas, desde la prehistoria hasta el futuro. Algunas de las escenas seleccionadas son violentas, y me gustan, sobre todo, aquellas en la que se insinúa una realidad fantástica –con unos murciélagos mutantes, por ejemplo– pero de tan baja presencia fantástica que nadie llega a percatarse de ella y no influye en los acontecimientos del mundo.
A mí normalmente me suelen gustar los cuentos donde se plantea un nudo de relaciones intensas entre los personajes, y se insinúa un río de corrientes subterráneas que apenas asoman en la superficie y, desde luego, La cueva no es de este estilo. Sin embargo, me parece un relato original y con alguna escena bella y evocadora.
Atomito, con sus casi 30 páginas, es el cuento más largo del conjunto y en él se habla de la vida de una ciudad latinoamericana indeterminada que ha de convivir con una planta nuclear. Algunas palabras inventadas y algunos términos chocantes trasladan al lector a un escenario ligeramente futurista, de un futurismo desastrado y caótico. En sus apenas 30 páginas se entrelazan muchos personajes y escenas. El ritmo es trepidante. De nuevo, Colanzi no presenta aquí la evolución psicológica de unos personajes, pero la apuesta por crear un escenario futurista es potente. Al final, acaba siendo un cuento abiertamente fantástico y me gusta esta libertad. Me ha recordado a alguno de los del argentino Elvio Gandolfo, que también inventa futuros ligeramente distópicos.
La deuda es un cuento más clásico, ya que está narrado en primera persona por una chica joven que acompaña a su tía a su pueblo natal. Han de buscar a un familiar, que se supone que se internó en la selva, para solucionar el problema de una herencia. Está muy bien descrito el ambiente del pueblo, y según avanzan las páginas descubriremos algunos secretos familiares que se ocultan entre la tía y la sobrina. Muy buen cuento.
Los ojos más verdes es el cuento añadido en el proceso de edición y es el más corto del conjunto. La protagonista es una niña que va a celebrar su décimo cumpleaños, en un pueblo de la selva donde pasa las vacaciones, y ella se siente más libre que en la ciudad. El tema de este cuento es el del racismo de una sociedad que hace que una niña piense que tuvo mala suerte al no heredar los ojos verdes de su padre, hijo de campesinos italianos. Una niña que va a estar, literalmente, dispuesta a vender su alma al diablo por conseguir esos ojos verdes. Es un cuento correcto, pero siguiendo una línea similar al anterior, prefiero La deuda.
El camino angosto es el cuento que, de forma más clara, elige la ciencia ficción para desarrollarse. Una ciudad de Bolivia está separada del resto de la población por un campo eléctrico, y la población luce «collares de obediencia»; sin embargo, algunos jóvenes han encontrado la forma de pasar de un lado a otro sin achicharrarse con el campo eléctrico. Este cuento es una crítica a las urbanizaciones cerradas de algunas ciudades latinoamericanas que dividen a la población por clases sociales, personas que aunque viven en un mismo país no llegan casi ni a encontrarse en ningún ámbito. En algún momento se habla de que la gente que vive dentro del campo eléctrico (que tienen apellidos centroeuropeos) se refieren a las personas de fuera como «razas inferiores». Me gusta este cuento. De nuevo me ha hecho pensar en la apuesta narrativa de Elvio Gandolfo.
El sexto y último cuento es Ustedes brillan en lo oscuro, que habla de un accidente radiactivo que tuvo lugar en 1987 en la ciudad brasileña de Goiânia. La estructura es similar a la del segundo cuento, Atomito, como muchos personajes que recorren sus escenas. Aunque el sustrato de Ustedes brillan en lo oscuro es más realista que el de Atomito, una corriente de futuro terror apocalíptico los une. En este último cuento, parece decirnos Colanzi que hemos leído algunos de los anteriores pensando que eran fantasías de ciencia ficción, pero que esas fantasías han ocurrido ya en Latinoamérica y que en realidad forman parte de su pasado y, tal vez, también de su futuro.
Este volumen de cuentos es, desde luego, una decidida vuelta de tuerca al folclore del realismo mágico latinoamericano, con unos escenarios más propios de la saga Mad Max que de Cien años de soledad.
Igual que otras escritoras latinoamericanas, compañeras de generación, como podrían ser Mariana Enriquez, Dolores Reyes o Samanta Schweblin, Liliana Colanzi ha decidido tomar los géneros fantásticos (terror o ciencia ficción) para hablar de miedos reales de las actuales sociedades latinoamericanas en constante mutación. Ustedes brillan en lo oscuro es un libro estimulante y original, como son los premios Ribera del Duero que he leído hasta ahora, donde el nivel es alto.
Fuente: revistakopek.com/