El “Tamayazo”
Por Javier Badani (*)
¿Bajo qué criterios se puede calificar de buena o de mala una creación literaria, en especial bajo la luz de un concurso? No hay duda de que esta pregunta, como sus posibles respuestas, están bajo el manto de la subjetividad. Al final de cuentas, lo que es bueno y lo que no lo es se concibe en la mente de cada individuo de acuerdo a sus propias vivencias y valores.
Esa subjetividad, sin embargo, se fundió con un desgastado purismo y una imprudencia total para al final hundir al jurado del Premio Nacional de Cuento Franz Tamayo, que hace un par de semanas declaró desierto el máximo galardón de este concurso en su más reciente versión.
Que las 150 obras enviadas al concurso no hayan alcanzado los requisitos mínimos de un relato, es posible. Pero ello no puede dar pie a un jurado de atribuirse el derecho de denigrar por todos los vientos la calidad de dichas obras. Su misión era elegir un cuento ganador. Si no lo hubo, se debió declarar desierto y nada más. Las explicaciones, fuera del documento final, estaban demás. Parece que se olvidaron que en boca cerrada no entran moscas.
“¿Decir que algo es malo, es ser ególatra?”
“Siempre va a haber gente que mande bodrios a los concursos”.
“Los bolivianos seguimos siendo provincianos”.
“Leer 150 cuentos sin ser pagado, es demasiado trabajo”.
“¡Tengo derecho a voz; no por ser del jurado no voy a poder expresar mi opinión!”
Estas frases terminaron de hundir al respetable jurado que ya había mostrado su calidad al recomendar, a pesar de declarar desierto el premio, la publicación de unos nueve cuentos, pero sólo si estos pasaban primero por una buena edición. Me pregunto, ¿qué habrán pensado los autores de aquellos cuentos que fueron elegidos por el magno tribunal de las letras al ver su obra tildada de mediocre en los medios impresos? (De la que me salvé, por tener un cuento más cojudo aún). Aún más, ¿quién se animaría a publicar o a comprar una publicación que incluya estos relatos con semejante publicidad previa?
No deja de llamar la atención, además, que al menos dos premios nacionales ni siquiera hubieran sido elegidos en esta triste lista de mediocridad.
Con todo, bajo la iniciativa de Yerba Mala Cartonera y el centro de estudiantes de Literatura, esta semana culminó el concurso paralelo Los Destamayados: los cuentos menos cojudos del Franz Tamayo, por así decirlo. Las obras “Claustrofobia” (de mi cosecha) y “Un perro con suerte” resultaron ganadores, a través de un sondeo por internet en el cual salieron empatados.
Los cartoneros ya lanzaron el libro con los relatos que participaron de este singular concurso. Ahora, serán los lectores nuestro mayor tribunal. Después de todo, a ellos sólo les arropa la subjetividad. Los purismos y el desatino ya demostraron tener dueño.
(*) Escritor de cuentos cojudos, a mucha honra
Fuente: Beto Cáceres