Por Christian Jiménez Kanahuaty
Escribir una reseña sobre un libro puede ser también una labor artística. Ya Barthes en El placer del texto y S/Z establecen que escribir crítica literaria es cuando se la realiza en atención del texto, más que una lectura, una forma de ejercicio artístico. Y en ese sentido, la reseña no lo es menos. No es una crítica académica propiamente. Pero tampoco es un comentario sencillo sobre un libro puesto en circulación por un andamiaje que comprende al autor, al editor, la editorial y los mecanismos de difusión y recepción del libro.
Pero, una reseña cumple una función social porque da a conocer el libro en cuestión. Construye un modo de acercase a él y una manera de leer lo que propone. Quizá en este momento habría que señalar que hay tres tipos de reseñistas. El primero es el que se ajusta al libro y lo describe, aunque sería mejor decir que lo resume para los lectores y termina con una coda que incita a que se compre el libro. Aquí casi siempre existe la confusión entre comprar y leer. Pero este reseñista iniciático es superficial porque sólo hace uso de lo que lee a primera vista en el libro y se adhiere a los comentarios de la contraportada.
El segundo reseñista es un poco sofisticado. Establece un diálogo y la tradición en la que el libro quiere inscribirse. Así se encarga de ver más allá del libro y notar gestos, herramientas, tratamiento del tema, estructuras; es un lector más agudo, pero enfocado en el exterior del libro.
El tercer reseñista, es más bien un reseñista atento a la tradición y cuando habla de tradición lo hace con la especificidad de lo loca. Entonces al libro lo trabaja dentro de su contexto lingüístico y creativo. Lo verifica en relación a libros de su entorno cultural, y sobre todo geográfico. Es también un ejercicio de ayuda de lectura. Da información y pistas de cómo leer el libro, pero no se mete con el libro mismo.
Hay, por supuesto, el reseñista que se olvida del libro, y se concentra en el autor. A veces por afinidad, en ocasiones por distancia. Aquí es interesante lo que se cuestiona entre líneas. Porque el libro sirve como pretexto para organizar el juego de posiciones dentro del campo de batalla del sistema literario y cultural de una determinada región. No es que el libro sea un objeto secundario. Simplemente no existe y lo que se cuestiona y de lo que se escribe es de la figura del autor.
Dejando de lado esa última práctica, las tres instancias de reseñismo a veces se unen y dejan en medio un texto híbrido en su forma y en su función. Básicamente porque se juega una cobertura distinta sobre el libro. Ahora cabría una breve acotación sobre la cobertura. Una cobertura es realizable cuando el libro puesto a reseñar ya goza de la condición de clásico o de libro más o menos conocido.
Entonces lo que la reseña establece es una noticia más, una lectura más y un guiño más dentro de todo el espesor de reseñas ya existentes sobre ese objeto en particular. Es una reseña noble porque se juega la apuesta de decir algo un poco menos conocido sobre un libro más o menos reconocido o establecido dentro del mundo cultural.
La otra cobertura es la estrictamente contemporánea. Genera desde su escritura una forma de leer el libro porque el libro es reciente y debe ser acompañado. El reseñista que se mueve dentro de esa cobertura tiene la labor de acompañar al libro y al autor en todo su proceso y es un proceso que casi siempre se sostiene en el tiempo. Un tiempo dilatado por la propia acumulación de obra del autor. Y en ese sentido, el reseñista tiene la oportunidad de construir un modo de interpretar el sentido de la obra y una manera de leer al autor. Da pistas, aterriza en meditaciones y organiza conceptos que giran y son fundantes de la obra.
El reseñismo es una labor crítica en ese amplio sentido y dentro de ese modo de ejercer la actividad contribuye a la constitución de un sentido común sobre el orden del debate alrededor de la cultura y los libros. Lo que en definitiva quiere decir que él coloca el libro al centro de la discusión de temas mayores.
Es un detonador de ideas. Es una manera de ejercer, entonces, debate y deliberación desde un escenario público como el de los medios de comunicación para en primer lugar dar noticia del libro, luego, leerlo en sus propios términos y finalmente, dar a entender por qué es importante y qué rol juega dentro del amplio repertorio de libros a disposición del lector.
La reseña tiene que apuntar a ser una razón crítica de lectura. Acompañar al lector dentro de ese movimiento, y por ello, también al autor. Hacer seguimiento de su obra significa leer su obra en lo que es y no es lo que debería ser o en lo que pudiera haberse convertido si el autor “hubiera”.
Porque en realidad, el reseñista verdadero juega en el registro del estilo. Y como se reconoce, el estilo son la suma del mundo imaginario, más el tema, más el punto de vista, más la estructura. Y estas condiciones, entre otras no son usualmente reconocibles cuando el reseñista simplemente desea escribir sobre el libro como si el libro fuese una cuestión fácil de resolver a lo largo de unas cuartillas.
Fuente: Letra Siete