Por Iván Gutierrez
El aburrimiento del Chambi, es el título del libro, y de texto que ocupa la cabecera de la colección de cuentos con el que Daniel Averanga bajo el sello editorial Kipus, expone el trabajo del proyecto de escritura que ha ido pensando durante años para el disfrute del lector. No esta demás decir que todos los componentes de esta propuesta giran alrededor de haber sido en algún momento premiados o reconocidos en algún concurso de literatura. No es que un certamen garantice la calidad del autor y mucho menos del material que ha recibido el premio. Pero si nos sirve de referencia para visualizar el proyecto de escritura que ha sido sostenido en el tiempo. En este caso lo que puede llegar a nuestras manos, es sin duda, literatura de la que se disfruta, de la que tiene mucho que decir, más allá de la historia, sino que principalmente de la actitud del que las escribe. Si la escritura contiene la fuerza o el vigor de la mano que lleva la invención, el que ejecuta estás páginas goza de una energía que el lector va disfrutar muchísimo.
El libro comienza con una introducción previa “A manera de prólogo” escrita el 2021 y dividida en dos partes. “Uno: A ganarse el pan” y “Dos: Sobre el presente libro”. Si bien la fluidez narrativa de la ficción es una de las características más agradables al leer a Averanga, la fuerza que tiene cuando se expresa desde el testimonio no ficcional es lo que como lectores más nos hace disfrutar. Si bien la apertura del libro no está fundada en la ficción y tiene la intención de ser una aparición de la identidad del autor como presencia marcante en la colección. La composición con la que encara ese aparecer y funda su presencialidad marca una experiencia que no está vista para el diálogo, sino más bien para decirte; silencio, que la función está por comenzar.
La experiencia de la lectura del libro está marcada por una forma de decir las cosas que le suma una cualidad vital a la propuesta, lo que tiene como novedad es una naturaleza performativa. Es decir, así como el director presente nos enuncia desde el inicio la apertura del telón. Los cuentos tienen la profunda característica no solo de ser visuales, sino de actuarse en la cabeza. El lenguaje se materializa en una especie de visores de discos de películas que contienen historias cortas y que dependen del movimiento del dedo para darles su velocidad. En este caso el dedo no nos pertenece y simplemente cambia de forma salvaje a su antojo al ritmo que le da la gana.
La literatura que se está escribiendo en el país los últimos años, tiene como constancia el cuidado en el decir, o el mantener cierto pudor en la escritura. Hay una sobrada atención al cuidado del ruido, a evitar el grito, y hacer un esfuerzo pesado por lograr una cadencia que establece límites rigurosos de la proporción de la acción, del tema y de la proyección de la obra. En ese afán por la internacionalización que la coyuntura impone y por el escape de la ficción a los asuntos que nos confrontan, se termina generando libros; que son lo suficiente como para ganar un premio, sostienen equilibradamente un discurso y se estacionan en una conversión alquímica al género de la ciencia ficción. Así se puede esquivar las formas que interpelan la mirada de lo que palpamos como circundante.
Esta selección de cuentos no usa ni la forma, ni el género de escritura para zafar de la idea de hacer una apuesta con rebeldía al oficio de proponer perspectivas a una coyuntura específica. Más bien es la muestra de la apuesta de una década de pruebas, de intentos, de proyecciones en el desarrollo del ejercicio de escribir. Por eso se compone de ruido, de risas, de lo insólito y de la insolencia por decir que no es necesario viajar a otro planeta para expresar la profunda convicción de contar algo.
Esta colección “El aburrimiento del Chambi”, promete que el lector disfrute, ría, conozca sobre literatura y sobre estrategias de contar una historia. Es un libro con mucha energía, con una propuesta audaz en cuanto al formato convencional de cuento como es “Frente tricolor” o con un cuento más acorde a ese prólogo que acentúa tanto la presencia criticona de la identidad del autor Daniel Averanga como es “Un hombre de letras”. Y lo más importante permite entender al final del libro lo que ha sido el trabajo tras bambalinas del proyecto del escritor. Lo vemos en escena representando durante años a partir de las propiedades de cada cuento, la curiosidad y la ambición por el oficio de la escritura, ese espectáculo es difícil de ver en las propuestas últimas, porque en su mayoría están nutridas de la necesidad “última”. En este libro se hace una pausa ha “lo último” y nos enfrentamos a una escritura, a una literatura, que tiene como mayor objetivo la simple necesidad de contar solamente una historia; y tal vez en ese intento ser felices o como diría el autor ganar plata.
Fuente: La Ramona