03/31/2022 por Sergio León

Marina Ballón, la primera escritora de humor político

Por Jorge Saravia Chuquimia

Cascabel (del humor político) es una publicación en formato de revista que circuló de 1961 a 1971. Fue fundada por Pepe Luque y en la dirección Raúl Gil Valdez. En la edición y distribución de este medio figuran varias casas editoriales y acompañaron a este emprendimiento los artistas Rifrico, Villita, Luzbel, Quirito, Rema, Rifley, Rulo, Kaimas y Villas (como dibujantes), entre otros y  escritores de la altura de Sergio Suárez Figueroa, como Quasimodo, Coco Manto, Sesohueco, Jony Pepino y Yo. El último personaje es una dama escritora: Marina Ballón (1920-2013). Estudiaré el estilo narrativo de la mencionada autora que enmascara el verdadero núcleo textual: La ironía verbal.

A primera vista el lector puede intuir que los comentarios diseñados por Yo, en Cascabel, provienen del grupo de varones que conforman los redactores. Empero, en el número 50 aparece un relato de Yo: “La verdad sobre el 4 de noviembre” y acompaña la nota de redacción: “Después de pasada la tormenta y como exclusiva primicia, la conocida escritora doña Yo, nos ofrece estos reveladores documentos…”. Con esto, queda develado el nombre y género detrás de Yo.

Larvatus prodeo, en la frase de Descartes, “un actor que se esconde tras una máscara” podría decirse que está el avance escritural de Yo. Esto explicaría que varios compañeros suyos (sino todos) apelen a usar seudónimos (como ella) para firmar los apartados y dibujos que esbozan. Esta modalidad podría entenderse por el temor que tienen los escritores a posibles desquites “políticos” futuros.

Yo, en Cascabel, aparte de escribir poemas y relatos, redacta en las secciones “avisos desfalsificados”, “telefonitonterias” y “rincón poético”. En estos espacios hay una dependencia literaria para construir el armazón de los discursos apelando al humor político. Entonces una unidad visible recae en la utilización del tropo de la ironía verbal. Según Linda Hutcheon, el tropo tiene dos funciones: De inversión semántica y de evaluación pragmática y “ambas implícitas en la palabra griega eironeia, que evoca al mismo tiempo la disimulación y el cuestionamiento, por lo tanto un desnivel entre significaciones pero también un juicio”. En esta dirección, Yo aplica las dos modalidades para burlarse de la mala-forma de gobernar del poder ejecutivo, desde la poesía.

En la columna “Rincón poético”, de Cascabel, extraordinario, N° 50 (circulación aniversario), Yo cifra un poema: “Las altas autoridades / iban a hacer un control / del que no se librarían / ni los de la Comibol. / A todas las oficinas / iban a ir de madrugada / a ver si la muchachada / despierta con las gallinas”. Yo se mofa de la intención de efectuar una requisa por parte del ejecutivo al personal de la administración pública, en horas no laborables. Mi lectura de este fragmento poético marca la actitud entretenida para subrayar la ausencia del funcionario público en horario de trabajo. Pues, complementa: “Nadie se debe mover / ni ausentarse del lugar / aunque todos se dediquen / solamente a descansar”.

En sus “telefonitonterias”, Yo ironiza, mediante la conversación telefónica ficticia un diálogo sobre varios temas políticos (peleas en el Palacio Legislativo, postergación de elecciones, dictadura, de la Falange) con un ciudadano de a pie. Así, dentro el enmascaramiento de la autora como Yo, el lector percibe (estratégicamente) leer a una voz masculina. Por lo cual, un contenido que rescato de este coloquio versa sobre el exilio político:

“- Y qué le parecen los medios de que se vale el gobierno para alejar del país a los altos jefes anulando su prestigio político.
- Creo que está usted dando una interpretación falsa…, a los propósitos del gobierno, señor.
- ¡No me diga!
- Hummm… Las cosas que podría decirle yo si quisiera… pero quiero aclararle que el gobierno solo quiere contribuir al reencuentro de los bolivianos. ¿No era eso lo que querían?
- Naturalmente, pero no lejos del país”.

No es fácil armar y causar humor en paralelo con lo irónico para protestar del confinamiento. Hutcheon explica que “la burla irónica se presenta generalmente bajo la forma de expresiones elogiosas que, por el contrario, implican un juicio negativo”.

En esta línea, Ballón publica en este número extraordinario el relato irónico: “Yo fui un deportado”, que aborda cuando Yo es apresado injustamente, por los carabineros, en una protesta. Cuenta que lo confunden con un líder de las barricadas de la Villa (Victoria), razón suficiente para llevarlo, a la fuerza, a un lugar lejano. Al llegar al nuevo territorio es recibido con aclamaciones: “¡Viva el héroe! ¡Viva nuestro jefeee! ¡Viva el futuro mandatario! ¡Que viva! (…) Había alcanzado mis aspiraciones: ¡ser aclamado por la multitud! Pero justo cuando ya no quería saber nada mas de política…”.

Recurro a Hutcheon nuevamente: “En el plano semántico, una forma laudativa manifiesta sirve para disimular una censura burlona, una censura latente”. De esta afirmación, en la columna “Avisos desfalsificados”, Yo recurre al ofrecimiento de servicios de trabajo para reprochar el accionar de actividades ilegales dándole otro significado a cada oferta de empleo: “Experto: asaltante de urnas, se ofrece sin muchas pretensiones. También entiende de votos pre fabricados. Av. Buenos Aires 10007. Tercer patio izquierdo”; “Opositor: ofrecemos un curso rápido y completo de complots. Gane dinero y fama dirigiendo cómodamente actividades subversiones desde su propia casa. Consúltenos. Casilla en trámite”.

La impresión final que me deja  leer los artículos escogidos de Marina Ballón o Yo,es de asom bro. Asombro porque surge de la pluma de la primera escritora boliviana de humor político en el siglo XX. Sorpresa porque recurre a la ironía en sus escritos para provocar un eco de burla y censura, al mismo tiempo, de las malas gestiones dentro la esfera política. Yo es partícipe de una las mejores revistas que se ocupa del ámbito político apelando a la poesía, al relato y a la crónica.

Fuente: Letra Siete