Todo el mundo cumple sus sueños menos yo, un entretenido choque de lo cotidiano con lo macabro y siniestro
Por: Andrés Rodríguez R.
El lector tiene por primera vez en sus manos los relatos de Wilmer Urrelo, reconocido novelista de largo aliento. La editorial El Cuervo presenta una antología de casi 20 años de escritura, recopilando y seleccionando relatos cortos de Urrelo desde 1998 hasta 2015. En Todo el mundo cumple sus sueños menos yo los temas y personajes varían, sin embargo, se mantiene la voluntad de continuar experimentando con distintos estilos y procedimientos narrativos. Relatos oscuros, de humor negro, melancólicos, en los que desfilan fortachones tímidos, un arlequín de utilería, un chico que habla con Juan Brujo, un par de matones sentimentales, un luchador desenmascarado, una comunidad de termitas homicidas, un arquero suicida, un cogotero cumbiero y malenamorado, fantasmas niños y niños terribles, blasfemos y justicieros. Todos ellos son seres solitarios que no saben que conviven juntos en este libro.
La irreverencia de Urrelo y hasta el descaro en su escritura, no a todos les va gustar. No a todos les parecerá encantadora la historia de convivencia de un escritor con dos niños fantasmas que cometen asesinatos y adoran a satanás, por ejemplo, como en “Niños corriendo en el piso de arriba”. La normalidad de cómo aborda las situaciones que Urrelo plantea, que te pueden generar desde ternura, shock, sorpresa y asco, en unos cuántos párrafos (o líneas incluso), creo que es admirable.
La habilidad de Urrelo de poder jugar con lo macabro y siniestro es notable, como en “La inusual mudanza de la señora Moore”, pero sin revelar nada, haciendo del lector cómplice y parte de la historia. Urrelo juega con el lector, lo hace partícipe, ya que su tarea de narración, a veces inconclusa con claras intenciones, deja esa parte del rompecabezas para que el lector llene lo “evidente”, pero claro, desde su propio imaginario y subjetividad. La narración de Urrelo, así se trate del cuerpo del esposo o de un familiar X o Y dentro de un ropero, nos deja elucubrando aún después de terminar la historia. Uno de los grandes logros del también autor de Fantasmas asesinos es abrazar esa aparente cotidianidad normal y chocarla con lo macabro y siniestro, sacudirla y transformarla por lo monstruoso y convertirlo en su divertimento, en una concatenación de relatos donde nadie cumple sus sueños, aun así, esta afirmación suene contradictorio respecto al título del libro.
La escritura de Urrelo denota tensión, la construye como la calma antes de la tormenta y de repente explota con una ocurrencia y/o giro macabro que, sospechas, temes, esperas que venga y, de repente, en algunos casos, sucede como no lo esperabas. Sin embargo, hay algunos cuentos más trabajados que otros, porque también se sitúan, si no me equivoco, entre la escritura de Fantasmas asesinos y Hablar con los perros (también disponible a través de El Cuervo). A pesar de esto, la lectura y apreciación coral de la obra pesa más.
A primera vista esta antología de cuentos parecería no tener relación, pero dentro del detalloso trabajo editorial está la diferencia. Si uno presta atención, hay una cuidadosa selección que nos muestra y enseña, en este primer libro de cuentos de Urrelo, un laboratorio de experimentos para la escritura. Hay relatos que los explora desde la primera, segunda y tercera persona a lo largo de todos los relatos que presenta la obra. Creo que esto se nota más en el último cuento, “Todo el mundo cumple sus sueños menos yo”, con la historia del Jambao, con los cambios que hacen los personajes al hablar entre ellos, al manifestar lo que piensan de los otros. Incluso llegamos a escuchar hasta lo que Lanudito, un perro que forma parte de la historia, piensa o dice en medio de la jornada de trabajo de un grupo de cogoteros. Por cómo está construido este cuento, el Jambao y su entorno –parte de ese imaginario paceño construido por Saenz, Viscarra, entre otros– pueden convertirse en un futuro clásico de la literatura boliviana.
Hay una maestría en el trabajo de Urrelo para complementar, experimentar e hilvanar esta especie de antología del género negro o género criminal. El autor de Mundo negro plasma ese carácter oscuro de los ambientes en que transcurre, además de los argumentos que nos presenta, que son habitualmente muy violentos; donde la división entre buenos y malos de los personajes se difumina y la mayor parte de sus protagonistas son individuos derrotados y en decadencia en busca de la verdad o, cuando menos, algún atisbo de ella; o de encontrarle sentido a su existencia.
Creo que también el libro de cuentos juega con el género hardboiled (hervido hasta endurecer), término acuñado por Raymond Chandler en su ensayo El simple arte de matar (1950). El hardboiled se distingue del género negro por presentar una gran cantidad de escenarios en los que intervienen componentes lascivos como la extrema violencia, asesinatos y distintos contextos eróticos. En este subgénero, el protagonista está involucrado de alguna manera con algún crimen, pudiendo ser un detective, una víctima, un sospechoso o un perpetrador del crimen. De igual manera hace referencia al carácter duro y mórbido del género literario, como se puede apreciar en muchos de los relatos de Todo el mundo cumple sus sueños menos yo.
A pesar de ser relatos sueltos, también se puede notar la existencia de elementos de un universo Urreleano, si vale el término, como los perros, por ejemplo. Está la perra Thayli, Lanudito y hasta un seudónimo en un mensaje de texto de Batuque perro (esa mascota secuestrada por los municipales en el clásico Conversación en La catedral, de Vargas Llosa) y Spot, con el cual Urrelo, incluso, se permite romper la cuarta pared en “Hermanos malditos”: “Mira el afiche de Brujería, ayúdeme don Juan Brujo, dice. Y Spot recrimina: no hables con cosas inanimadas, pendejo. Sale de su habitación. ¿Por qué tengo que hacerle caso a un perro?, piensa. Solo camina. Spot deja de hablar y se recuesta en pleno pasillo. Me deja solo justo ahora, que vivo. Llega a la cocina. Es grande y limpia. Promesa no cumplida de una familia feliz. Busca el hachita. Hola, bonita. El hachita no dice nada: cojudo, solo los perros hablan en este cuento”.
Asimismo, en esta misma línea, se nota ese interés del autor por la Guerra del Chaco, desarrollado en Hablar con los perros. Estremece el relato “¿Será este el momento para quemar a quien tanto temo?”, que presenta a Reinaldo, un adolescente que, a causa de la muerte de sus padres, vive con su “cariñoso abuelo”. Lo cotidiano, lo “normal”, nuevamente se ve fracturado por la irrupción de una niña fantasma llamada Odi que le enseñará la belleza del fuego y le permitirá conocer las “hazañas” de guerra de su abuelo a través de la lectura de su diario de campaña.
Una antología dura, violenta, fantasmal, irracional, irónica, con humor negro, divertida y hasta tierna, en algunos tramos. Así es Todo el mundo cumple sus sueños menos yo, 17 relatos de Urrelo que se hilvanan con ingenio, que podrían parecer relatos normales con situaciones del día a día, pero con el toque de lo macabro y siniestro se convierten en un producto que se lee entretenida y amenamente.
Fuente: Opinión
12/28/2021 por Marcelo Paz Soldan