Mensaje de Orfeo para los que acaban de nacer: una lectura de La vía del futuro
Por: Giovanna Rivero
Conocía algunos de los cuentos de La vía del futuro [Páginas de Espuma/Editorial Nuevo Milenio, 2021], el más reciente libro de cuentos de Edmundo Paz Soldán y ya sabía que era de gran factura, pero lejos de solamente confirmar esa certeza, produjeron en mí la fascinación de un mundo nuevo que se abre, seductor, peligroso. Creo que este efecto se debe no solo a que ahora aquellos textos están integrados en un universo mayor compuesto por ocho cuentos, sino a que ese universo es de una complejidad estremecedora.
Puedo asegurar que La vía del futuro es ya uno de los aportes más importantes al género de la ciencia ficción hispanoamericana y estadounidense. Y quiero aclarar que le atribuyo este segundo gentilicio al libro de Edmundo, no (solo) por el lugar de su escritura, sino fundamentalmente porque aquí podemos asomarnos –a través de sus profecías– a lo que es y será Estados Unidos si no bifurca pronto la vía que ha tomado. Con las ‘técnicas’ especulativas de la metatopía y la alotopía, y el valor que da de la imaginación, Edmundo empuja el presente estadounidense para mostrarnos su horror futuro: una epidemia de opiáceos que poblará las ciudades de zombis, un submundo de inmigrantes indocumentados que deberán ocupar el lugar simbólico y acaso material de los muertos para sobrevivir, una academia de humanidades a merced de los experimentos que hace la ciencia para recordarnos tímidamente lo que es la felicidad, líderes y pasiones que no son otra cosa que softwares y/o silicona.
La vía del futuro es de una gran ambición. Estos cuentos son profundamente convincentes, tanto que, a un mismo tiempo, uno casi agradece vivir en esta época, por muy pandémica que sea, y envidia a quienes acaban de nacer y a las camadas de post-humanos que nacerán en las próximas décadas por la oportunidad que tendrán de vivir muchas formas de existencia, con destrezas cognitivas que aún no podemos sospechar. Quizás estamos viendo nacer ese eón, quizás somos –como bien lo dice Fabián Ludueña Romandini– los póstumos, es decir, los zombis vintage (esto lo digo yo).
Pero lo que más me ha gustado de este libro es la gran habilidad de Edmundo para anudar, en algunos cuentos, un lazo precioso entre el fantástico y la ciencia ficción. Por ejemplo, en el cuento “Las calaveras” (uno de mis preferidos, aunque todavía no me decido), el mito de Orfeo se hace presente desde una estética acuática conmovedora, porque a veces el infierno es parecido al agua y esta al cosmos. Todo Uno. Y creo que aquí, en este delicado lazo mitológico, reside gran parte de la belleza de este libro.
Fuente: Giovanna Rivero