Barbaridades y barbarismos
Por: Pedro Shimose
No voy a hablar de las barbaridades del presidente Evo como cuando dijo, hace dos meses y sin que nadie le saliera al paso para advertirle de su error: “La oligarquía cruceña quiere descuartizar Bolivia como descuartizó a Túpac Catari”.
Cada cual es muy dueño de decir lo que le plazca, pero en un político de su rango – Doctor honoris causa por tres universidades hispanoamericanas — es exigible un mínimo de seriedad, rigor y respeto a la Historia. El presidente se refería a un hecho ocurrido en el siglo XVIII. Basta con leer a Alcide d´Orbigny para saber lo que era, entonces, Santa Cruz de la Sierra. ¿La “oligarquía cruceña” quiere descuartizar Bolivia? Los hechos demuestran todo lo contrario. Es el gobierno centralizado del MAS el que quiere descuartizar Bolivia en 36 ayllus, las ya famosas “autonomías originarias”.
¿La “oligarquía cruceña” descuartizó a Túpac Catari? ¡Claro que no! Fueron los funcionarios coloniales, españoles peninsulares y monárquicos absolutistas del año 1781 – ¡los de hace dos siglos y pico! – los que descuartizaron, en una plaza del altiplano paceño, al caudillo aimara. ¿Qué pintan, entonces, los cruceños en el martirio de Catari? Nada, absolutamente nada. Desde mi perspectiva, esta querella del presidente Evo Morales contra los cruceños es de una temeridad inaceptable, pues fomenta el odio y el resentimiento social en época de tensiones políticas, étnicas y regionalistas.
El vicepresidente García Linera declaró, hace poco, que le regalaría al presidente, en su cumpleaños, el libro El arte de la guerra de Sun Tzu. Ignoro si ha cumplido su promesa, pero sería más útil que le obsequiara un manual de Historia de Bolivia para que se enterara de quiénes descuartizaron a Túpac Catari. Me anticipo a informarle que no fueron los cruceños y mucho menos, los tarijeños, los benianos o los pandinos. Nada tuvimos que ver con las seculares represiones a los indios del altiplano. Sin ir más lejos y por mencionar dos nombres como ejemplo, los generales Melgarejo y Pando no eran cruceños.
En cuanto a los barbarismos, un periódico informa: “El actor Paul Newman murió con (sic) cáncer”. (La Prensa, 28.09.08). Se dice: “murió de cáncer”. Newman vivió “con” su mujer, Joanne Woodward, pero murió “de” cáncer.
El lamentable y repudiable acoso a un ex ministro masista cruceño en un restaurante de su tierra natal fue descrito así: “…éste se levantó de su mesa y buscó refugio al (sic) interior del local”. (EL DEBER, 04.10.08). Debería decirse: “…buscó refugio “en” el interior del local”, cosa que ojalá nunca más vuelva a ocurrir.
“¿Acaso hemos olvidado que es (sic) en Cobija donde se produjeron, en 2008, más muertes violentas?”, se pregunta una conocida periodista paceña (ED, 28.09.08).
Sería mejor decir: “¿Acaso hemos olvidado que “fue” en Cobija donde se produjeron…”.
Otro periódico nos informa que “filmaciones de Unitel ayudaron para (sic) identificar al agresor” (ED, 24.10.08). El reportero quiso decir que “filmaciones de Unitel ayudaron “a” identificar al agresor”.
Un articulista aboga, finalmente, por la divulgación “a nivel popular” de la obra del filósofo cruceño Manfredo Kempff Mercado (1922-1974) y dice: “Nuestras autoridades aún no han procedido con (sic) la divulgación popular de sus trabajos” (ED, 26.10.08). Sería mejor decir que “nuestras autoridades no han divulgado aún la obra de Manfredo Kempff Mercado a nivel popular”. Cosa harto difícil tratándose de un filósofo, pero no imposible, si se pone el debido empeño. Todo sería más fácil si, en el ambiente familiar, los padres inculcaran en sus hijos el amor por la cultura boliviana. // Madrid, 07.11.2008.
Fuente: El Deber