02/26/2021 por Sergio León

Paredes Candia y los vicios de los curas

Por Óscar Córdova Sánchez

En el año 1975 se lanzaba al mercado la segunda edición del libro titulado Cuentos de Curas del escritor Antonio Paredes Candía (1924-2004) libro de relatos y anécdotas, y que formó parte de la colección “Folklore Secreto” que incluía otros títulos, similares en la forma y contenido.

El pequeño libro publicado por primera vez en 1972 contiene algunas anécdotas sobre las condiciones negativas de ciertos sacerdotes. Posteriormente el libro, en su segunda edición, 1975, fue corregido y aumentado con algunos “dichos” de estos sujetos, mostrando su condición de cometer pecados y engañando a la población en su prédica, rectitud y honestidad. Los aspectos que toma Paredes Candia sobre estos personajes, fue en su influencia desde los tiempos coloniales y la manera de conseguir feligreses atribuyendo la salvación a través de los mandatos de Dios.

Paredes escribe sobre tan singular personaje vestido con una sotana y con la biblia en la mano de una manera humorística, sarcástica y amartelado por el deseo sexual.

A decir del autor del libro, el significado de publicarlo tuvo por “finalidad e enriquecer nuestra magra bibliografía del género picaresco¨. Paredes justifica menester sacar a luz los retoques que hombres de sotana sacudieron no solo las mentes de sus fieles seguidores, sino las piernas de alguna cholita, allá en el vasto territorio nacional.

En su “Noticula” al inicio del libro menciona algunos curas famosos por sus apetitos sexuales con varias mujeres sean casadas, adolescentes o ancianas.  Es el caso mítico de la deidad aparecida en la época colonial llamada “Kharisiri”, que fue un “fraile franciscano que lleva una campanilla y una cajita con afilados cuchillos. Se presenta en los caminos a los viajeros que descuidadamente quedan dormidos, para después aprovechando el sueño de los incautos, sacarles la grasa humana del costado izquierdo y cerrarles la herida en forma invisible”. No solo las supersticiones influyeron en la manera negativa hacia los curas, fueron también otras como la costumbre de depositar ocho días o más de tres meses en las parroquias a las mujeres de los indígenas para su adoctrinamiento en la fe católica; este hecho fue común a principios de la naciente República de Bolivia.

Paredes menciona dos personajes famosos del clero que en Bolivia hicieron sus fechorías y fantasías a la par que su vida privada rondaba por las lenguas de la población. El primero, un Obispo de la ciudad de La Paz que todas las noches tocaba la puerta de las monjas de claustro para dormir y “obligando que le alegraran la velada dando cantos y danzas non sanctas”. El segundo caso fue el cochabambino padre Pozo que fue “trovador, guitarrero, con amores de marinero, en cada cuadra una mujer”, fue tanto su descaro y polémica que el propio obispo de ese entonces, monseñor Pierini, suspendió las licencias del padre Pozo para celebrar misas.

El libro consta de 29 relatos sobre la vida de ciertos curas, todos sin mencionar su nombre, en diferentes partes de Bolivia. Estos relatos mayormente son de Cochabamba y La Paz, aunque no tiene fecha la mayoría de cuando se produjo.

Todos constituidos con el título “Donde se cuenta…” tiene en su contenido pequeños rasgos de los pecados en que incurren estos personajes. Los relatos se centran en temas como: la pasión carnal por la mujer, los hijos adoptados, hipocresía sobre la sociedad de ese entonces y el encubrimiento de abusos hacía la esposa del Sacristán. Uno que podemos nombrar es el relato “Donde se cuenta de los ardides de que se valió el sacristán para confesar al señor cura” por su tono humorístico y sarcástico, que tiene que ver entre la mentira, la ironía y el silencio parroquial de sus pecados.

Mientras que otros de los relatos enmarcados en el libro son muy directos y muestran al ser degenerado, morboso y abusivo, antes que al cura bondadoso y recto; pero que al final cae por las desgracias de la lascivia, como en el relato “Donde se cuenta lo acontecido a un cura aprovechador y a una confesante ingenua”, texto que difiere mucho del anterior.

A diferencia de otras novelas y cuentos bolivianos donde el cura cumple un rol menor, acá se muestra de manera burlesca y caricaturesca. Novelas como Yanakuna de Jesús Lara o el Tata Limachi de Raúl Botelho Gosálvez muestran al personaje como un ser maligno del ambiente altiplánico y predicador de rectitud y honradez en el nombre de Dios, en cambio en Juan de la Rosa de Nataniel Aguirre o Raza de Bronce de Alcides Arguedas muestran al cura de la época colonial y de provincia conservador, predicador y correcto.

Nos muestra este libro la denuncia que Paredes Candia realiza de manera sarcástica y de humor, a los hechos que pasan desapercibidos de ciertos hombres, que sacian su sed carnal abusando del poder que tienen.

Fuente: La Ramona