Temas, personajes y facetas bolivianas en las obras de autores internacionales
Por:Martín Zelaya Sánchez
(La revista Correveidile dedica su nuevo número a relatos de escritores extranjeros sobre Bolivia, bello pretexto para reflexionar sobre este asunto con ejemplos y tendencias)
Sacó a tientas una postal de su bolsillo interno, que parecía una especie de depósito, y la empujó sobre la mesa. Tenía impreso lo siguiente: Choza de indios. Beni, Bolivia. Todos concentraron su atención sobre la escena reproducida: un grupo de mujeres salvajes con taparrabos rayados, en cuclillas parpadeando, amamantando, arrugando el entrecejo, durmiendo entre un enjambre de chiquillos…”.
Pese a que el nombre Bolivia es mencionado muy de pasada en Ulises de James Joyce, para muchos la mejor novela de la literatura moderna, en general Bolivia, los bolivianos y las temáticas o sucesos inherentes a éstos son de muy poco interés en el contexto de la literatura —narrativa, poética, ficción, ensayo— mundial.
El literato Luis “Cachín” Antezana dice: “Somos, en general, el país más lejano del ‘extremo occidente’ donde, a menudo, nos sitúan. Obviamente, los países sudamericanos nos entienden mejor, pero no faltan ironías y rasgos de paternalismo”.
La semana pasada se presentó en La Paz Así nos ven (cuatro autores latinoamericanos), el número 3 de una serie especial de la revista de cuento Correveidile, en el que se incluyen cuatro relatos de dos chilenos, Luis Sepúlveda y Jorge Guzmán; un dominicano, Juan Bosch, y un uruguayo, Mario Benedetti, además de algunos otros fragmentos centrados en personas o hechos ligados con Bolivia.
Además de reproducir algunos de los más sabrosos párrafos de estas obras, tres autores, críticos y periodistas analizan este poco frecuente pero harto interesante hecho, y repasan más ejemplos, muchos al alcance de librerías y bibliotecas.
Temas
Benedetti, en Así nos ven, habla de la eterna nostalgia del boliviano por el mar; Bosch, de un indio inocente y mártir; el chileno Sepúlveda, de la guerrilla de Teoponte, y Guzmán, de un forajido que recorre las riberas del río Mamoré.
¿Qué es lo que más se habla de Bolivia en las literaturas de otros países? ¿Qué les interesa más analizar de nuestro entorno e historia? Según el autor Víctor Montoya, paceño residente hace tres décadas en Suecia, “Bolivia, por su propia naturaleza histórica y socioeconómica, ha sido conocida desde siempre como país minero y campesino, por eso, uno de los ejes temáticos que siguen llamando la atención es el relacionado con el ambiente minero y agrario; tal vez ahora más que nunca, debido a que el proceso político cuenta con un presidente de ascendencia indígena”.
Antezana, al respecto, dice: “En general, cuando se habla de Bolivia en cualquier medio exterior, la balanza se inclina bastante hacia sus problemas sociales y la pobreza (y, en los últimos tiempos, el narcotráfico). Nuestra imagen global es bastante peyorativa. Porque motivó un ensayo de Vargas Llosa defendiendo Bolivia, recuerdo una declaración de Berlusconi (el primer ministro italiano) que, al tratar problemas de su país, aseveró: ‘Italia no es Bolivia’”.
Unos pocos casos más
Además de los citados trabajos, los editores de Correveidile —Manuel Vargas, Germán Araúz y Víctor Hugo Romero, autor este último de los dibujos que ilustran el texto y estas páginas— recuerdan otros que no pudieron entrar:
Fragmentos de El Congreso de Jorge Luis Borges; Ojos bonitos, cuadros feos, de Vargas Llosa; El gran arte, de Rubem Fonseca; versos de César Fernández Moreno en Buenos Aires me vas a matar; de Robert Lowell, sobre la lavandería donde descansó el Che en Vallegrande, y Sobre héroes y tumbas de Ernesto Sábato.
Este equipo cierra su libro con piezas sobre Bolivia y los bolivianos de David Hall (¿Quién es Arce?) y del peruano residente en Cochabamba Enrique Congrains Nieto, Sombrero de saó, además del citado Ulises de Joyce. Más ejemplos los da “Cachín” en un recuadro en estas páginas.
¿Cómo nos ven, qué interesa más de nuestras letras?
—¿Hay suficientes trabajos de autores no bolivianos sobre la literatura de este país? ¿Cómo nos ven los especialistas y críticos literarios?
—Luis Antezana: Nuestra literatura es bastante desconocida (aun dentro del propio país, dicho sea de paso). Nuestros mejores expertos afuera son, sobre todo, bolivianos que trabajan en otros países. Hay algunos trabajos pequeños (ensayos) muy buenos de autores extranjeros, pero poco o nada de largo aliento (en contraste con la historia, la sociología o la antropología donde, ahí sí, hay excelentes trabajos amplios por autores no bolivianos).
Arguedas y Jaimes Freyre, en su momento, fueron objetos de estudio frecuente, este último, sobre todo, por su presencia en Argentina, y el primero porque, por décadas, fue el más internacional de nuestros escritores (hasta Unamuno le dedicó un par de ensayos y no hay libro sobre el indigenismo en América Latina que, de una u otra manera, no trate Raza de bronce).
—Víctor Montoya: Los estudios y compendios sobre nuestra literatura, realizados por autores no bolivianos, siguen siendo escasos en el ámbito internacional; esto implica que seguimos siendo un país rezagado en el contexto de la literatura hispanoamericana.
La literatura boliviana más conocida y estudiada en el extranjero es aquella que nos identifica como a país minero y campesino, independientemente de lo que sostengan los “urbanistas” en La Paz, Cochabamba o Santa Cruz.
No es casual que a uno de los críticos más importante de Suecia, como fue Artur Lundkvist, miembro de número de la Real Academia Sueca, le haya llamado la atención la novela Hombres sin tierra, de Mario Guzmán Aspiazu, que gira en torno a las luchas campesinas y la reforma agraria de los años 50. Otro ejemplo es el caso del Metal del Diablo, de Augusto Céspedes, que aborda la temática minera y que hasta ahora es la única obra de autor boliviano publicada en sueco.
Ahora bien, es oportuno aclarar que los estudiosos extranjeros de nuestra literatura saben intuitivamente que el futuro de nuestra literatura está en la contextualización de nuestro pasado y presente. Es decir, la gran literatura boliviana del futuro está todavía anclada en nuestro pasado histórico, por mucho que algunos críticos nacionales de la literatura minera y rural se empeñen en demostrar que los autores actuales, sobre todo los más jóvenes, están más en sintonía con los procesos de globalización y transculturación.
Algunos fragmentos de obras extranjeras sobre Bolivia
El indio Manuel Sicuri
Juan Bosch *
Manuel Sicuri, indio aimara, era de corazón ingenuo como un niño; y de no haber sido así, no se habrían dado los hechos que le llevaron a la cárcel en La Paz. Pero además Manuel Sicuri podía seguir las huellas de un hombre hasta en las pétreas vertientes de los Andes y esa noche hubo luna llena, cosas ambas que contribuyeron al desarrollo de los hechos.
El factor más importante, desde luego, fue que el cholo Jacinto Muñiz tuviera que huir del Perú y entrara a Bolivia por el Desaguadero, lo cual lo llevó a irse corriendo, como un animal asustado, por el confín del altiplano, obsedido por la visión de un paisaje que le daba la impresión de no avanzar jamás…
* República Dominicana (1909). Tomado por Correveidile de “Cuentos en el exilio”, Alfa y Omega (1984)
Un boliviano con salida al mar
Mario Benedetti *
Nunca he podido confirmarlo, pero dicen que en plena Guerra de Las Malvinas le preguntaron a Borges qué solución se le ocurría para el conflicto, y él, con su sorna metafísica de siempre, contestó: “Creó que Argentina y Gran Bretaña tendrían que ponerse de acuerdo y adjudicar Las Malvinas a Bolivia, para que este país logre por fin su salida al mar”.
En realidad, la ironía de Borges (siempre que la cita sea verdadera) se basaba en una obsesión que está presente en todo boliviano, ese alguien que siempre parece estar acechando el horizonte en busca del esquivo mar que le fue negado. Tiene el Titicaca, por supuesto, pero el enorme lago sólo les sirve para que crezca su frustración, ya que en vez de conducirlo a otros mundos, sólo lo conduce a sí mismo.
* Uruguay (1920). Tomado por Correveidile de “La sirena viuda y otros cuentos” (1999)
El campeón
Luis Sepúlveda*
Pasaban los meses y de Bolivia llegaban noticias cada vez más alentadoras. El grito de “A las montañas volveremos”, lanzado luego de la muerte del Che, encontraba más y más eco entre los campesinos, entre los mineros y los estudiantes. Así lo decían los comunicados. Ahora sí que Bolivia sería el corazón del continente. Lo aseguraban los comunicados de la organización, que también se referían a un contingente argentino, a otro uruguayo, peruano, colombiano, que se sumarían a la lucha en las montañas y selvas bolivianas (…).
El tiempo avanzaba y la fecha de salida parecía cada vez más cercana. La radio entregaba informaciones sobre actividades guerrilleras en las proximidades de Santa Cruz, y el Gobierno boliviano ponía precio a la cabeza de “Inti” Peredo. “La cosa arde arriba”, se decía. “La cosa arde arriba”, repetían los comunicados.
* Chile (1949). Tomado por Correveidile de “Desencuentros” (2002)
Los textos ajenos sobre nuestra gente
Germán Araúz Crespo *
Acabo de leer la edición III especial de Correveidile, la revista que desde hace algo más de 12 años nos ha llevado por los diversos caminos que ha recorrido el cuento boliviano. Esta vez la revista ha resuelto mostrarnos aquellos textos que están ambientados en Bolivia o que de alguna manera se refieren a nuestro país, cuyos autores han nacido en diversos países de Latinoamérica o más allá, de allí el título de la edición, Así nos ven. Cabe una aclaración, aun cuando mi nombre figura en el Consejo de Redacción, esta vez no intervine en la elaboración del Correveidile.
Así nos ven nos trae cuatro textos, uno de ellos del dominicano Juan Bosch, quien fuera el primer presidente de la República Dominicana elegido tras la larga noche de la dictadura trujillista. Bosch vivió en nuestro país durante mucho tiempo y, tras la lectura de El indio Manuel Sicuri, se puede colegir que llegó a conocer profundamente a nuestra gente. Más allá de una descripción adecuada del paisaje y sus habitantes, el texto es una mirada psicológica muy profunda en torno al aymara pocas veces encontradas en otros autores aún bolivianos.
Un boliviano con salida al mar, del maestro Mario Benedetti, nos habla de un paisano cuyo destino le permite conocer y crecer cerca del mar. Es una mirada algo soñadora que presupone que el paisaje marino nos deslumbra a los bolivianos así no lo hubiéramos visto. El capanga, del chileno Jorge Guzmán, es un texto ambientado en el Beni que, lo mismo que el de Bosch, demuestra un profundo conocimiento del paisaje y la gente que lo habita. Pocos textos nos han mostrado aquel paisaje en todo su esplendor como lo hace Guzmán, quien seguramente también ha vivido muchos años por allí.
El campeón, de Luis Sepúlveda, nos lleva a la época de las guerrillas a través de un joven boxeador que retorna a su ciudad natal tras un intento de integrar un grupo guerrillero en nuestro país. El Correveidile nos muestra fragmentos de otros textos como Ulises de James Joyce, que habla de una postal de Beni; otro texto de David C. Hall que rememora el auge de la cocaína y Luis Arce Gómez; también hay un homenaje a la letra del taquirari El sombrero de saó que escribe Enrique Congrains Martin.
En la presentación de la edición, Manuel Vargas menciona otros textos que hablan de nuestro país de autores como Borges o Manuel Mujica Laínez. Olvida, sin embargo, a Augusto Monterroso, quien residió algunos años en Bolivia en los años 50 y, aunque no existe una referencia a Bolivia en su obra, su cuento La vaca fue inspirado en un viaje en tren de Oruro a La Paz, en el que al contemplar el paisaje del altiplano descubrió el cadáver de una vaca en medio de la pampa.
Linda tarea la del Correveidile, buscar las cosas que algunos literatos han escrito sobre nuestro país.
* Periodista y escritor
Algunos ejemplos, entre muchos otros
Luis H. Antezana J.
Elías Blanco publicó alguna vez una larga lista —que es o iba a ser un libro o diccionario de autores— de todos los escritores vinculados, de una u otra manera, con el tema Bolivia.
Ahí estaban, recuerdo, los chilenos Andrés Ajens (poesía) y Bartolomé Leal (novela: Morir en La Paz), por ejemplo, entre muchos otros (como Ernst Gomringer, suizo, nacido en Santa Ana de Yacuma; cabecilla de la “poesía concreta” en Europa).
No recuerdo si estaba Drieu de la Rochelle, francés, quien escribió la novela El hombre a caballo, basada en la vida de Melgarejo. Ahora que menciono a De la Rochelle, no habría que olvidar que toda la obra de Costa du Rels se escribió primero en francés y para una audiencia francesa (las traducciones locales son siempre posteriores).
Lateralmente incluiría al uruguayo Hiber Conteris en cuya novela Cono Sur todo el rato se habla de Bolivia, ya que el personaje principal está basado en René Zavaleta Mercado cuando él vivía en Montevideo. En esta vena, la de personajes bolivianos en otros lugares del mundo como protagonistas de la historia contada, obviamente no hay que olvidar La tía Julia y el escribidor de Vargas Llosa, o la problemática (por su nivel de plagio) Bolivia construcciones. Un poco lejos, pero no tanto, hay cualquier cantidad de “Bolivia” en las obras dedicadas al Che Guevara.
Entre otros, también incluiría la poesía del italiano Claudio Cinti, el más importante difusor de la literatura boliviana en Italia (no olvidemos que, entre muchos otros, tradujo Felipe Delgado).
* Escritor y filólogo orureño
Fuente: La Prensa