Slam gastronómico
Por: Ramón Rocha Monroy
Mandé a la gente que más quiero un Slam gastronómico y la primera en contestarme fue Mariana Ruiz Romero, autora de Los secretos de Rosalba, libro amable y delicioso sobre cocina. Aquí van sus respuestas.
Sobre qué sabores de su infancia recuerda con más nostalgia, dice: “Una lista pequeña incluye el guiso de repollo de mi tía María: repollo, carne, papas fritas, comino y palillo, arroz blanco para acompañar el fragante pan de San Lorenzo, el quesillo del mercado, el llujllo cuajada servida con mote el dulce de higos verdes enteros de mi abuela”.
Los recuerdos de su mami: “El mejor cumplido es acabar con todo: el pastel entero, la olla completa de arroz a la valenciana, las docenas de galletas… Y por supuesto, siendo que en casa se cocinaba regularmente para 14 y todos comían por cuatro, la velocidad contaba más que la pereza. ¿El premio de terminar primero? La doble ración. Eso sí, peca de repetitivo el plato típico: ya no hay quien me convenza de comer todos los domingos sopa de maní”.
Veamos otros párrafos: “En Tarija donde me crié no se conseguían, hasta hace poco, ciertas verduras, hongos y condimentos: espárragos, gírgolas, cardamomo y condimento para falafel que es una especie de hamburguesita de garbanzo, ajo y perejil mejor que todo el gluten del mundo son algunas de los sabores que vinieron para quedarse. La comida japonesa también, de esa hay quien puede escribir capítulos enteros, léanlo sino al Sebastián Antezana, flamante ganador del premio Alfaguara de Novela”.
Sobre la cocina de autor dice: “El problema de los autores es que son celosos de sus platillos, no dejan que los alteremos ni en una aromática coma. Hay por supuesto excepciones, como Rosalba, que más que autora de sus platos es su heroína, su razón de ser. De ella, las pancitas de pollo al vino son mis preferidas. De la tradicional, puesto que mi familia es árabe, tendría que señalar los cusis rellenos carotes rellenos de arroz, carne de cordero, perejil y pimienta y los niños envueltos en hojas de parra de mi abuela”.
Sobre el acto de cocinar dice: “Más que cocinar, lo que sé es imaginarme un plato y prepararlo para apagarme la curiosidad de comerlo. Me salen bien los tacos con aderezo de carne y vegetariano, el rissoto de espárragos y la ratatouille con salsa blanca, los espaguetis al limón y el pastel de papas al horno. Con la carne, si no es molida, me peleo más que con el cerdo”.
Sobre bebidas dice: “De pequeña me bebí el fondo de todas las copas de piña colada en una fiesta de mayores, quizás no fue divertido. No hay tiempo en el mundo para probar todos los finos licores que se han inventado, aunque me gustaría hacer una torta con cada uno: cassis, midori, curazao, etc. Para beber se recomienda el singani, el vino tinto y la cerveza Huari. Son fieles y no cansan. Los coctéles sufren de exceso de azúcar y los excesos no se llevan bien entre sí”. Prefiere: “Vino: Merlot-Cavernet Sauvignon-Malbec de Navarro Correa, cerveza Huari, no hay otra mejor. Singani: San Pedro, Casa real y Los Parrales, en ese orden”.
Fuente: Los Tiempos