Entre el ruido y la brisa
Por: Marcelo Suárez
Momentos del ayer se titula esta nueva sección del suplemento Brújula, de la misma forma en que se inicia Mi viejo Santa Cruz, una de las canciones más representativas del cancionero popular del oriente boliviano y que pertenece a don José René Moreno, creador de temas memorables como Ame tauná, El carretero, El aguilillo, Pan de arroz y Ecos de mi guitarra.
René Moreno es uno de los músicos más prolíficos de nuestro medio, así lo pueden confirmar en la Sociedad Boliviana de Autores y Compositores, donde tiene registradas cientos de canciones, sin tomar en cuenta muchas otras tantas creaciones que nunca han sido grabadas.
El músico nos recibe en su domicilio de la calle Florida y antes de cualquier otra pregunta, aclara: “Yo no soy compositor” e inmediatamente explica esa afirmación de la siguiente forma: “Sólo puede ser compositor quien compone, es decir quien le añade todos los elementos que requiere una pieza musical para que sea considerada como tal. Uno de esos elementos es la letra. Como yo me he caracterizado más por hacer música, en realidad soy autor”.
Esa famosa frase que dice: “camina plácido entre el ruido y la brisa” se acomoda perfectamente a don José René Moreno. Su casa se sitúa en medio del bullicio de la urbe cruceña; sin embargo, él se encarga de aplacar cualquier estridencia con los ecos de su guitarra (una de las más de 20 que posee), envuelto por la sombra de un patujusal y practicando una vieja costumbre: silbar.
“Soy un ‘silbaco’ desde siempre y eso a veces confunde a la gente que no me conoce bien, porque lo ven como una falta de respeto. Pero no me puedo quitar esta especie de tic, que para mí ha sido muy útil, porque entre silbo y silbo es que han surgido varias de mis canciones”, afirma. Cuenta Moreno que su tío Ernesto le aseguró que esa manía la heredó de su tío Francisco Moreno, quien compuso varias piezas para el recordado Mateo Flores, entre ellas Don Félix Soleto, “uno de los carnavales más hermosos de mediados de siglo pasado y del que lastimosamente sólo se conoce una pequeña parte”, indicó.
Entre notas
José René Moreno se considera, por sobre todo, un músico autodidacta. Estudió en el colegio Franciscano alemán de San Ignacio de Velasco, población en la que vivió hasta sus 14 años. Allí se acercó a la música, pero sobre todo al canto. Luego estudió en el colegio La Salle de Cochabamba, donde aprendió a tocar guitarra, lo que antes no tuvo oportunidad de hacer porque sus padres se lo prohibían. “Los padres de antes acostumbraban a relacionar la guitarra con el trago”, dijo. No obstante, nada pudo contra su vocación artística, que fue cultivando y ampliando con el transcurso de los años.
Un par de horas de charla con José René Moreno bastan para darse cuenta de su amplio saber sobre teoría musical, armonía y ritmo. Es ingeniero industrial desde hace casi 50 años, tiempo en el que ha ejercido su profesión en diversas instituciones y áreas, pero también ha sabido sacarle provecho a sus conocimientos sobre ciencias exactas para relacionarla con lo musical. “Para alguien que domina las matemáticas, es fácil darse cuenta de la relación logarítmica que tienen con la música. Esto se puede comprobar en la escala pentatónica y hasta en la elaboración de los instrumentos”, explica mientras señala la extensión del traste de un charango que él mismo fabricó.
Y es que José René Moreno no sólo que ejecuta toda clase de instrumentos, sino también los fábrica y los perfecciona. Para ello se provee de los mejores materiales, que generalmente se hace traer del exterior y no escatima en recursos, puesto que afirma haber gastado cerca de Sus 40.000 sólo en guitarras. Además, en su domicilio cuenta con un completo estudio de grabación y tiene pensado crear otro en el que trabajará su hijo ‘Toño’, que es músico profesional graduado en la Universidad de Bueno Aires.
El Camba
Los mejores recuerdos llegan a la mente de don José cuando se le pregunta por Los Cambas, el popular conjunto que formó a mediados de los 50 cuando se fue a estudiar a La Paz. Allí tuvo la oportunidad de cantar como solista en una radio local, donde conoció al músico Juan Melazinni, que vivía en el popular barrio de San Pedro. “Juancito era concertista de guitarra clásica, igual que su padre. Poco a poco comenzamos a intercambiar criterios, lo que derivó en la creación del dúo Los Cambas, que posteriormente, con la llegada de Miguel Butrón, se transformó en un trío”, dijo Moreno.
En 1956, Arturo Sobenes se integró al trío, conformándose así el conjunto Arturo Sobenes y Los Cambas, grupo que llegó a tener gran éxito en la sede de Gobierno a pesar de que su nombre se identificaba más con la región oriental del país. “En realidad yo era el único camba del trío, pero se impuso mi criterio para que el nombre se quede así”, recordó Moreno. Entre los éxitos más resonantes del conjunto en esa época estaban Pan de arroz, El cocorocó y El negrero.
Cuando Moreno decidió dedicarse a su profesión, Arturo Sobenes y Los Cambas se disolvió, pero quedó marcado como una de las mejores agrupaciones de la música nacional, que incluso en su momento fue comparada con los mexicanos Jorge Negrete y el grupo Calavera.
Fuente: El Deber