Edmundo Paz Soldán: “Seguimos bailando al borde del precipicio”
Por: Franchesco Díaz Mariscal.
Llegó a La Paz con una agenda apretada. “Tengo tres eventos seguidos esta tarde”, nos dice al momento de conversar en un céntrico café paceño. La charla va de otras cosas, entre ellas el sufrimiento que unos días atrás le ha ocasionado AeroSur, junto a otros cientos de compatriotas, dejándole varado más de nueve horas en Barajas. No sería la última: de regreso a Cochabamba, luego de su visita a la XII Feria Internacional del Libro, la aerolínea le tendría más de seis horas en el aeropuerto de El Alto.
A sus 41 años, Edmundo Paz Soldán es el autor boliviano más prolífico de la actualidad, seguido por Wolfango Montes Vanucci y Gonzalo Lema. Es autor de las novelas Días de papel (1992), Alrededor de la torre (1997), Río Fugitivo (1998), Sueños digitales (2000), La materia del deseo (2001), El delirio de Turing (2003) y Palacio Quemado (2006); y de los libros de cuentos Las máscaras de la nada (1990), Desapariciones (1994) y Amores Imperfectos (1998), entre otros.
Un lunes nos volvemos a encontrar en el hotel donde están alojados los invitados de la Cámara del Libro. La idea es hacerle una entrevista, pero, como le confesamos al concluir el intercambio, eso se hace cada vez más difícil por la amistad que data de 1999 y se inició, vaya casualidad, con otra entrevista. Por eso, lo que sigue, más que una conversación entre el interrogador y el escritor reconocido, es un coloquio de amigos. Degústenlo.
¡OH!: Acabas de publicar Lazos de Familia. ¿De qué trata?
Son cinco cuentos que tienen un par de comunes denominadores. Uno de ellos tiene que ver con el tema de las relaciones de familia, lo que yo llamo “las perversas relaciones de familia”. Otro, con cierta unidad de personajes, porque todos los narradores son niños o adolescentes, pero en la primera adolescencia: 12, 13 años. Estos cuentos son una especie de adelanto de otro libro más grande. Hace 10 años que no publico un libro de relatos, el último fue Amores Imperfectos. Publiqué el año pasado Norte y éste, que son como fragmentos de ese libro que incluye mis cuentos escritos en los últimos años, debería salir en 2010 y se denominará La Inquietud de las Criaturas.
¡OH!: Desde luego, La Inquietud de las Criaturas tiene las mismas características.
Sí. En Amores Imperfectos me interesaba explorar el desasosiego en las relaciones de pareja y todas las que tengan que ver con cuestiones sentimentales. La Inquietud de las Criaturas es una exploración un poco más amplia: el desasosiego en la condición humana. Y de ese proyecto se desprende Lazos de Familia, que tiene cierta unidad temática y de personajes.
¡OH!: Y en cuanto a novela, ¿hay algún proyecto en miras?
En febrero Alfaguara publica en España mi nueva novela, que se llama Los Vivos y los Muertos. Es una novela de adolescentes, ambientada por completo en un colegio de EEUU, que tiene que ver, como tema, con lo que yo llamo la “patología de la violencia” en la sociedad norteamericana. Está basada en un hecho real, algo que ocurrió hace 10 años en un pueblito a 20 minutos de donde yo vivo, en el estado de Nueva York, en Ithaca. Un pueblito de 2.000 habitantes donde por una serie de factores como asesinatos, suicidios, violaciones, accidentes, en un año murieron seis chicos de la promoción. La novela trata de reconstruir la vida, los momentos finales de estos adolescentes en ese año de colegio.
¡OH!: Parece una película de Wes Craven.
La parte en que la describo no es tanto como una película de terror (sonríe), sino más bien un cruce entre la novela Las Vírgenes Suicidas, de Jeffrey Eugenides, y la película Elephant, de Gus Van Sant. Ésa es la atmósfera de esta novela.
¡OH!: Hace un par de días leía en la Internet que autorizaron en Texas la portación de armas para los profesores cuando se reinicien clases en unas semanas más.
Es parte de ese clima de la novela. Es el clima de la violencia cotidiana. Una vez a alguien le dije: “ésta es una novela que no tiene nada que ver con lo anterior que he escrito”, porque todo lo precedente estaba ambientado en Bolivia y tenían que ver con temas políticos. En realidad hay una conexión, me replicó: en todas las anteriores es la relación de la violencia con el Estado, en cambio ahora se trata de la violencia sin que esté presente el Estado, que es una particularidad de la sociedad norteamericana.
¡OH!: Te han dicho que tus personajes son “dóciles”, para usar un adjetivo. Seres un tanto blandos. Sin embargo, por el tema de esta novela, tienen que ser personajes fuertes, para desembocar en la violencia.
En realidad, lo de dóciles, blandos o timoratos –quizás sea la mejor palabra– es porque la mayoría de los personajes en mis novelas no hacen apuestas en grande, sino pequeñas. Incluso cuando se corrompen, lo hacen en el día a día. A mí me interesa explorar esos personajes que hacen pequeñas concesiones, pequeñas transgresiones cotidianas que terminan haciendo que acaben metidos en un gran lío hasta el cuello. Si no sabes decir no en un determinado momento, eso te puede llevar a grandes complicaciones.
En cuanto a esta novela, sí creo que es otro tipo de personajes. Hay un asesino en serie que es algo blando (ríe), porque no puede controlar sus impulsos. Le toca ser vecino de una de esas chiquitas que es porrista, animadora, y se la pasa obsesionado mirándola por la ventana. Parte del desencadenante de la tragedia tiene que ver con esa incapacidad que tiene este hombre para domesticar sus impulsos. Al final, obviamente por la violencia, deja de ser timorato y más bien trata hasta el máximo posible de llevar a cabo su fantasía sexual.
¡OH!: En algún momento me animé a decir que Palacio Quemado es tu novela más política hasta ahora. Llegas de cierto tiempo al país. ¿Cómo lo encuentras pasados unos días del referéndum revocatorio?
Siempre se dice en Bolivia que no hay soluciones, sino salidas. Encontramos la fórmula para alargar nuestra crisis unos seis mesecitos, un año, una solución transitoria. Claro, como la cosa estructural no se toca, vuelve a estallar luego de ese tiempo. Lo que a mí me preocupa de la situación actual en Bolivia es que por primera vez, en lo que sé de la política boliviana, por más que me rompo la cabeza, no encuentro salidas. Ya soluciones olvídate, pero siquiera una salida transitoria…
¡OH!: ¿Ni siquiera una salida violenta?
El referéndum revocatorio fue una salida que ganó cuatro meses. Cuando pienso en violencia, ya no es salida para mí, es como la llegada del colapso. La salida son formas, concertaciones, negociaciones que permiten, de alguna forma, una llegada de oxígeno temporal a la sociedad boliviana. Ahora la situación está como entrampada, porque los principales actores políticos no demuestran ningún tipo de voluntad negociadora. Creo que en la cultura de Evo Morales y del Movimiento Al Socialismo (MAS), en la del sindicalismo boliviano, la idea de hacer concesiones o negociar parecería que significa ceder, y esto es mal visto. Entonces, todas sus negociaciones con las regiones parten de un principio: “ya, nos sentaremos para dialogar, pero ustedes escuchan lo que tengo para decirles y acéptenlo”. No hay ningún deseo de transar, que es lo que un verdadero estadista debería hacer: llegar a consensos, negociar, flexibilizar posiciones.
¡OH!: Es un encuentro de sordos, cada cual queriendo imponer su posición. La historia nos demuestra que no hubo ninguna revolución pacífica, por eso mencioné la salida violenta.
Hasta ahí no me llega todavía la visión apocalíptica de las cosas. Creo que seguimos bailando al borde del precipicio…
¡OH!: Hace ocho años…
Sí. Noto que los ánimos están muy exaltados en Santa Cruz, por ejemplo. Y creo que la cuestión actual de la Policía y su comando departamental no tiene una salida fácil, porque el Gobierno no va a ceder, los dirigentes cruceños tampoco. En ese panorama, la opción que le va a quedar al gobierno es la de militarizar Santa Cruz, que no sé si será la mejor, porque provocará mayor confrontación y polarización. Es una región que se siente –en muchos casos de manera justa– maltratada o “ninguneada” por el gobierno. Eso me parece un error histórico de Evo: creo que este país no puede funcionar sin Santa Cruz. Y cualquier proyecto de país en Bolivia, hoy, tiene que pasar por Santa Cruz. Incluso el proyecto etno-izquierdista de Evo Morales tiene que buscar una forma de incorporarlo. Es demasiado grande el peso simbólico, económico, cualitativo-cuantitativo de Santa Cruz. Creo que un proyecto nacional podría funcionar fácilmente sin un par de departamentos, pero no sin Santa Cruz.
¡OH!: Tú has estado como analista invitado en algunos periódicos; tienes tu propia bitácora (blog) en la Internet, en la cual también opinas sobre lo que va pasando en el país. ¿Cómo ves desde afuera la percepción que hay del país y del Presidente, con todos los eslóganes que van colgándole por detrás?
– Estuve viviendo el último año en España y hablé mucho con analistas, escritores, editores del mundo cultural español. Para España, Bolivia es un país totalmente incomprensible, por lo que ven en las noticias. Me acuerdo de un amigo, un editor que, cuando comenzaron los referendos autonómicos, se metió a leer más a fondo periódicos, editoriales y todo eso, y un día me dijo: “tu país no tiene solución”. Yo pregunté por qué y respondió: “Es que he leído todo y me parece que ustedes tienen una izquierda retrógrada, estatista, que va en una onda muy setentera. Lo peor es que la oposición también es una derecha retrógrada”. Y en ese panorama no le auguraba nada bueno al país, porque las dos fuerzas no tenían ningún proyecto de modernización nacional que pudiera parecerle digno de encomio. Aquí ni la oposición ni el gobierno tienen algún tipo de proyecto mínimamente digno de destacar, por eso él y mucha gente no entienden lo que está pasando en Bolivia.
Ahora, la figura de Evo Morales es casi como un personaje mediático, que va más allá de lo que hace o deja de hacer en política. Eso ya es otra cosa, que tiene que ver, por un lado, con el carisma personal, y por otro con la cuestión simbólica de lo que representa Evo Morales para mucha gente, en Latinoamérica, EEUU y Europa. A Evo se le perdonan muchas cosas que a otros políticos no se les perdonaría jamás, en sus declaraciones intempestivas, salidas de tono; en sus constantes acusaciones sin tener pruebas para demostrar por qué está acusando. Parece un presidente que no es muy serio, digamos, si lo ves desde afuera. Y quizás esa es la concepción, en el fondo, que se tiene de Bolivia: que no es un país muy serio. O que no es serio y punto.
Hace poco en una bitácora de elboomeran.com, un analista francés que trabaja en Le Monde Diplomatique, Jean François Fogel, después de los últimos resultados del revocatorio decía: “Evo Morales es presidente de un país que no existe” (http://www.elboomeran.com/blog-post/5/4667/jean-francois-fogel/bolivias/).
¡OH!: Hace dos años Eduardo Gamarra, un analista boliviano que reside y trabaja en Miami, decía que Bolivia no es indispensable para nadie. ¿Trasciende Bolivia fuera de lo que es nuestra “isla Barataria”?
También me acuerdo de una frase de Pedro Shimose que causó revuelo en su momento. En una entrevista dijo: “Bolivia es una pasión inútil”. Recuerdo que me molestó, por la cantidad de gente que vive en Bolivia. Para 10 millones de personas no es una pasión inútil, pero entiendo a lo que iba Shimose, a lo que quería llegar.
En EEUU, Bolivia no existe. Yo entro a cinco periódicos bolivianos todas las mañanas y a veces me entero de que el presidente visita a la ONU en Washington, digamos. Pero lo sé por los periódicos bolivianos, porque en EEUU, en la CNN interna o en el New York Times, no es una noticia que merezca siquiera la página 17. De vez en cuando sale algo sobre Bolivia, pero no es un tema urgente como puede serlo el Medio Oriente o México, en último caso.
España es diferente. En España se da mucha cobertura a Bolivia y yo noto, como cronista, que desde la llegada de Evo Morales al poder Bolivia ha estado muy presente en el mapa geopolítico. Pedidos para escribir sobre Bolivia hay muchos y son constantes.
¡OH!: Han tenido “prisa” con Bolivia, para hacer un juego de palabras barato…
(Ríe). En varios periódicos sí hay un interés por lo que está ocurriendo en Bolivia. No es que no exista. Creo más bien que en este momento, para ser un país tan pequeño con apenas 10 millones de habitantes, que podrían entrar en un par de colonias en el Distrito Federal –la colonia Roma y un par más–, Bolivia existe demasiado. Alguien me dijo: “Oye, para ser tan pequeño, tu país hace mucho ruido” (sonríe). Y es verdad. Y esto te digo de los últimos dos años y medio. Yo que llevo más de 15 años afuera, en todo este tiempo habré recibido dos pedidos para escribir sobre Bolivia en 10 años. Y de pronto, en los últimos dos años y medio, cambia esto. Yo tengo que agradecerle mucho a Evo Morales, y de pronto todos los periodistas en Bolivia, porque sí le ha dado visibilidad al país. No sé si una visibilidad positiva o negativa, ese es otro tema de discusión, pero de que en este momento Bolivia está en el tema de las discusiones mundiales, sí, lo está.
¡OH!: Apelo a tu formación como cientista político: ¿Hay oposición en Bolivia?
– Hace poco hablaba con un analista en Cochabamba que me decía: “Es como Blanca Nieves y los siete enanitos”. Evo Morales es Blanca Nieves y están ahí los siete enanitos (sonríe). Hay una encuesta muy reveladora, antes del revocatorio, una encuesta que se ha perdido un poco en la discusión del referéndum. Preguntaba “¿Cuánto sacaría Evo en una elección hoy?”, y la encuesta apuntaba: 43 por ciento. Los siguientes eran Rubén Costas, Manfred Reyes Villa, Jorge Quiroga, y ninguno pasaba del 10 por ciento. Todos tenían entre el 9 y el 3 por ciento. No había un líder que tú dijeras fuese capaz de conjuntar a toda la oposición y articularla; ese es el gran Talón de Aquiles de la oposición. Como me dijo un analista en la embajada estadounidense: “Evo es una estrella de rock que está en el escenario y no hay nadie más que suba a cantar con él”. No hay oposición y Evo se beneficia de eso. Hay opositores, sin duda: Cossío, Costas, pueden sacar en sus feudos 80, 70 por ciento, pero proyectar eso a nivel nacional no llega ni al 10 por ciento. Hay una desconfianza hacia el proyecto autonomista de Santa Cruz a nivel nacional. ¿Será que Santa Cruz, Tarija o la “media luna”, que son fuertes en su espacio, no fueron buenos a la hora de vender su proyecto al país?
¡OH!: O que no lo tienen.
O por ahí no lo tienen y más es un proyecto a la defensiva, que reacciona, pero en política lo primordial es tener la ofensiva. Evo Morales, desde que llegó al poder, ha mantenido la iniciativa. La oposición, lo único que hace, es reaccionar a las medidas de Evo. El único momento en que la oposición parece ponerse adelante es con el revocatorio, que es un autogol de la oposición y termina certificando el acta de defunción de Podemos.
¡OH!: Tu vínculo con la Internet: las bitácoras, el Facebook. ¿Cómo te llevas con eso, para empezar, y qué beneficios has recibido de esa relación con la red?
Yo me llevo muy bien con eso. Hace tres años comencé un blog (riofugitivo.blogspot.com), pero era falso, mentiroso, porque solamente colgaba artículos que publicaba en periódicos, sobre todo mi columna de La Tercera, de Chile. Era una forma de hacer que mi columna se difundiera más allá de Chile. Este año recibí una oferta de elboomeran.com, para tener una bitácora rentada: un contrato anual. Acepté el proyecto, que es un poco pesado porque me piden actualizar el blog entre cuatro y cinco veces por semana, y es un desafío mantener cierto nivel. No quisiera llegar un momento a escribir “hoy desayuné cereales”. No quisiera llegar a ese punto al cual llegan muchas bitácoras de no saber qué escribir por hacerlo todos los días. Acepté porque sentía que había escrito mucha ficción y necesitaba cambiar un poco de formas, de temas y el blog me permite eso. Contar cosas de mi vida cotidiana, y también puedo poner reseñas de libros, películas, música o de DVDs. Me impresiona la capacidad que tienen los blogs de que tu opinión pueda llegar a otros países y que de pronto alguien te pueda decir: “He comprado esta antología de nuevos narradores mexicanos” ó “He descubierto a Giovanna Rivero Santa Cruz” gracias a tus anotaciones. Creo que por ese lado me llevo muy bien con las bitácoras, aunque no sé si podría seguir a este ritmo por mucho más tiempo. Por el momento me sirve para “airearme”, ir recargando pilas para después, en algún momento, volver a una novela de largo aliento. Por ahora, me distrae.
En cuanto al Facebook (red social en la web de la que es miembro, con cerca de 500 amigos registrados en su perfil al cierre de la presente edición), fue un gran descubrimiento en mis horas muertas en Madrid, en mi año sabático. No sé cómo podré continuar con ese ritmo ahora que vuelvo a enseñar en Cornell, después de un año y medio, y ahí sí mis tiempos se van a acortar. Ya no voy a poder, no sé, mandar “karmas” o tirar datos o mandar “ovejas”, o ese tipo de cosas que se hacen en el Facebook. Durante un buen tiempo, sobre todo los primeros meses, como que tenían su lado compulsivo-adictivo, del cual estoy tratando de distanciarme de a poco.
¡OH!: La última: ¿qué bitácoras de gente boliviana, no necesariamente escritores, te gusta visitar?
El blog de Paúl Tellería Antelo (ganjartek70.blogspot.com), que acaba de publicar Trajines y Haceres, me parece que está basado en algunas de sus mejores crónicas. Creo que es un gran recopilador de la paceñidad. También está el blog estoy-podrida.blogspot.com (presuntamente escrito por una mujer, según el perfil del sitio) que viene de Santa Cruz y está constantemente demoliendo hoteles o demoliendo cosas que son, por ahí, sacrosantas, como los discursos en los cabildos autonómicos y termina convirtiéndose en un espacio muy catártico. A mí me impresiona la cantidad de gente que opina en ese blog. Llegan a ser como 70, 80 comentarios, que es admirable. Hay otra bitácora que me gusta mucho por su combinación de cultura popular con cosas del cómic, el cine contemporáneo, las series de televisión, que es la de Miguel Esquirol Ríos (elforastero.blogalia.com).
Fuente: Los Tiempos