Las recetas de Edwards
Por Redacción PULSO*
Casi se le cayó el vaso de agua. “Grave si hubiera sido whisky”, dijo él. Con ese puñado de palabras, el narrador chileno Jorge Edwards rombió el hielo en la carpa de los autores chilenos en la Feria del Libro [de La Paz, Bolivia] el pasado 11 de agosto. Allí, mientras se vendía exquisita comida de su tierra, habló de palabras, de su juventud y de la vocación literaria.
“Yo nací en un medio en que lo peor que podía pasar es que saliera escritor”. Sus primeras frases ante un auditorio escaso fueron un dardo de aliento para los autores que están empezando. “Mi padre quería que fuera abogado. En mi familia había un escritor del que se comentaban pocas cosas. Cuando se hablaba de él se decía: “El inútil de Joaquín”. Hoy todo esto da risa, pues Edwards ha recibido, entre otros galardones, la condecoración como Caballero de la Orden de las Artes y las Letras de Francia, el Premio Nacional de Literatura de Chile, el Premio Cervantes y la Orden Gabriela Mistral.
Pero en aquella época, cuando Edwards era aún un niño, cualquier pasión por la literatura podía ser interpretada como enfermiza por los parientes más cercanos. Con todo, el autor buscó sus espacios. “Comencé a escribir chiquito, no me acuerdo ahora exactamente cómo. Yo leía cosas que hallaba por ahí y mi entrada en la literatura consistió en poder sentir, en descubrir la belleza de las palabras”.
Fanático del Neruda de los primeros tiempos y de García Lorca, Edwards no tardó en convertirse en poeta clandestino a los 14. “Yo no conseguía ser personal. Agarraba de uno y de otros. Por ejemplo, escribía un Romancero Gitano a lo Lorca y hacía que ocurriera en Valparaíso. Pero era todo imitación”.
Por eso Edwards buscó en seguida un segundo ingrediente para sazonar su escritura: Las historias. “De adolescente empecé a sentir que quería escribir sobre la base de lo que me contaban mis hermanos, mis padres, mi abuela, mis compañeros de colegio, mis profesores jesuitas. Tomaba en cuenta mi propia memoria individual y la colectiva”:
Su tercer descubrimiento fue darse cuenta de que la memoria es artística. “Si uno reprodujera todo lo ocurrido, resultaría aburrido, insoportable. La memoria de un artista selecciona, organiza la manera de contar, a veces ficcionaliza. Para mí la memoria es lo más creativo que hay, y yo distingo entre la memoria creativa de esa otra que Borges satirizó con un libro donde un tipo se acordaba de todo y enloquecía [Funes, el memorioso].
“Nos conocemos poco”
Tras la conferencia, después de la firma de libros, PULSO convesró brevemente con el creador chileno sobre Chile y Bolivia. Estas fueron sus palabras sobre algunos temas:
– Jóvenes escritores: “Les puedo decir que tengan paciencia y confíen. Todo depende del talento y la voluntad”.
– Literatura: “La literatura sobrevive, es vital, pero existe una obsesión por el éxito económico y a veces escritores y poetas se contagian. No hay que hacerse ilusiones sobre la rentabilidad de la literatura. Lo que la literatura exige es vocación”.
– Mar: “Yo deseo que el tema se solucione y Bolivia pueda tener un acceso al mar. Yo sugiero una fórmula que sea aceptada por Perú, Chile y Bolivia. Los países europeos han tenido guerras recientes y luego se han puesto de acuerdo. Cuando nos pongamos de acuerdo, el desarrollo va a ser mayor por que nuestras potencialidades son enormes”:
– Cuba: “La revolución nació con grandes propósitos, pero no tuvo respeto por la realidad económica. Hoy, un mozo de hotel cubano, con las propinas, gana más que un médico”.
– Chile: “Chile ha tenido un desarrollo económico interesante, pero la cultura y la educación no se han desarrollado al mismo ritmo. Y eso, la verdad, se nota bastante”.
– Rutinas: “Soy escritor de mañanas, pero de mañanas largas, que terminan a las 15:00. Después, tengo otras muchas cosas que hacer, para desgracia mía”.
No dio tiempo para más, Edwards se alejó de la carpa con cierta prisa. De fondo, quedaron unos claveles rojos, un mantel rojo y unas sillas rojas, de tonos Coca-Cola.
[Tomado de PULSO. Viernes 17 al jueves 23 de agosto. Año 8. Número 411]
08/24/2007 por Marcelo Paz Soldan