La inquietud de la vida
Reseña Billie Ruth de Edmundo Paz Soldán
Por: Miguel Ángel Oeste
Hace tiempo leí una entrevista con un editor donde afirmaba que para publicar un libro de relatos tenía que haber al menos dos o tres relatos que le entusiasmaran. En “Billie Ruth”, los últimos cuentos de Edmundo Paz Soldán, que edita Páginas de Espuma, encuentro al menos nueve o diez (de los quince que se compone el libro) que me entusiasman. Edmundo Paz Soldán, boliviano de nacimiento, pero que lleva veinte años residiendo en Estados Unidos como profesor de Literatura Latinoamericana en Cornell, Ithaca, es ante todo un espléndido narrador, que con el paso de los años y de los libros ha sabido aunar la tradición Latinoamericana y la Norteamérica con fluidez, creando una especie de ósmosis perceptible en los cuentos de “Billie Ruth”.
El estilo de Paz Soldán es directo, realista, seductor…, es decir, uno se enfrenta a sus cuentos con la mayor naturalidad, sobre todo porque consigue un aura vívida donde las fronteras del espacio y el tiempo se desvanecen. En “Billie Ruth” hay distintos tipos de relatos en cuanto a forma. Sin embargo, están unidos por una atmósfera inquieta, tensa, que de repente se quiebra en lo inesperado. Junto a la atmósfera hay que elogiar el tono de extrañeza que sustenta las historias. También los temas: las familias rotas y desestructuradas, el sentimiento de culpa, la pérdida, la venganza, las derrotas sentimentales… todo impregnado de violencia de distinta índole. El libro se abre con el cuento “El acantilado”, muestra de esos niños marcados por el divorcio y una realidad áspera, donde el miedo subyace en el aire de las apenas dos páginas de la historia. De hecho, los cuentos protagonizados por jóvenes con padres separados o con realidades crudas (jamás enfatizadas) dominan parte del conjunto: “Díler”, en el que el niño es más maduro que el adulto con un final muy inspirado; “Los otros”, ambiguo, en la frontera de lo fantástico, con ecos de la paranoia, de Dick, de la serie ‘Dimensión Desconocida’ y de ‘La invasión de los ladrones de cuerpos’ (Don Siegel, 1956); “El ladrón de navidad” reflejo perverso de hijos y padres y madres; u otros como “Roby” y “Ravenwood”, en el que la derrota y la fragilidad están desdibujadas por una falsa dureza. Por su parte, “Volvo” puede parecer una simple historia de venganza, pero es otra cosa más profunda que expone de un modo elusivo aquello que fuimos y nunca dejaremos de ser. O dicho con otras palabras: los errores y los fantasmas que siempre están acechándonos.
Uno de los relatos más logrados es el que da título al libro, “Billie Ruth”, una joven que te gustaría encontrarte, de la que te enamoras, tierna y loca, maravillosa, igual que la historia, mientras el protagonista se consuela pensando que las experiencias de un individuo jamás se parecen a las que se proyectan en la literatura o el cine. Se trata de un cuento emocionante, sentido, que alcanza lo sublime. A la vez también nos entusiasman “Como la vida misma”, una historia sobre la violencia y la frustración y sus terribles consecuencias, en la que acertadamente el protagonista es un futbolista que se quedó por el camino. También en “El croata” el protagonista es un portero a punto de morir y la relación que establece con un cuidador. Sexo, verdad y mentira se confunden en apariencias y disfraces. “Srebrenica”, un cuento triste, metafórico, sutil, incluso de iniciación para la narradora, enmarcado en el conflicto de los Balcanes. Y el que cierra este espléndido libro, “Azurduy”, un profesor que va a un pueblo minero perdido de la mano de Dios, donde asistirá a una realidad inesperada y violenta que le cambiará.
Pero lo que nos cambia es la lectura de estos fracasos, de las dolorosas relaciones entre padres e hijos, de profesiones truncadas y posteriores frustraciones…, en suma, de la vida adulta. Y es que este libro, el feliz retorno de Edmundo Paz Soldán a la narrativa corta, resulta una lectura gozosa pese a la tristeza de las historias, una lectura que permanece, que no se olvida, que se asienta y desde ahí crece. Y para dar fe: escribo esta reseña dos meses después de haber leído este libro que nos reconforta con la vida y unas inquietudes que son las de todos.
Fuente: miguelangeloeste.wordpress.com/