08/08/2013 por Marcelo Paz Soldan
Un premio de lujo, el Soldado Terán y el Raspa Ríos

Un premio de lujo, el Soldado Terán y el Raspa Ríos

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Un premio de lujo, el Soldado Terán y el Raspa Ríos
Por: Ramón Rocha Monroy

1.
Fue una gestión esperada, pero al fin se hizo el anuncio oficial: Pedro Camacho, gerente general de editorial Kipus, que tiene sede en Cochabamba, convocará este mes al Premio Internacional de Novela Kipus, dotado con 20.000 dólares y destinado al mundo de habla hispana, a América Latina o a Sudamérica, según se defina en estos días.
El anuncio ocurrió durante el homenaje que hizo la comunidad artística al poeta Antonio Terán Cabero, cuya Obra Poética fue editada por Kipus, y se entregó junto a la novela Los días vacíos del Raspa Ríos, de Gonzalo Lema, ganadora del Premio Marcelo Quiroga Santa Cruz, y a la tercera edición de ¡Qué solos se quedan los muertos!, de este servidor.
Este nuevo galardón será sin dudas uno de los más importantes del país y uno de los mejor dotados en el mundo de habla hispana.
La concurrencia al acto en el Auditorio Christian Valbert, de la Alianza Francesa, premió con un aplauso cerrado este esfuerzo de editorial Kipus para abrir su catálogo a los mejores narradores bolivianos, quienes ahora tendrán que medirse con sus pares de otros países y someterse a un jurado importante.
No se trata de competir a ver quién paga más por un premio sino de establecer una sana emulación entre editoriales y organismos oficiales que hasta hoy cumplieron una gestión extraordinaria.
Basta recordar el Premio Erich Guttentag, que contó con jurados de lujo y estableció una red de distribución y de crítica internacional muy eficiente, como también el Premio Nacional de Novela Alfaguara, que acaba de cerrar su convocatoria 15 con un monto (110 mil bolivianos) que hasta hoy es el mejor en el arte boliviano, y que tiene además reconocimiento del Ministerio de Culturas.
La meta y la nueva exigencia, más que el monto, están en manos de nuestros narradores, porque ahora deberán medirse con escritores avezados de otros países, cuyos originales se espera que sean enviados.
Gonzalo Lema elogió el gesto de Pedro Camacho y habló de la cantidad y la calidad de narradores bolivianos repartidos en todo el país.
Destacó a aquellos que se radicaron en Cochabamba, como es su caso, pues aunque es tarijeño vive en esta ciudad desde los dos años, como también ocurre con Eduardo Mitre y Luis H. Antezana, que nacieron en Oruro pero desarrollaron buena parte de su carrera en esta ciudad.
A ellos se añaden escritores como Adolfo Cáceres Romero, Gaby Vallejo, Mariano Baptista Gumucio, Edmundo Paz Soldán, Claudio Ferrufino-Coqueugniot, Tito Gutiérrez, Jaime Zabaleta, César Verduguez, Cecilia Romero, Shariel Baptista y poetisas como Vilma Tapia, Blanca Garnica, Sara María Vásquez, Elena Muzucos y algunos ya inmortales como Nataniel Aguirre, Adela Zamudio, Marcelo Quiroga Santa Cruz, Gonzalo Vásquez Méndez, Jaime Canelas López, Edmundo Camargo, Jesús Lara, Mario Lara López, Sergio Almaraz, Héctor Cossío Salinas, Alfredo Medrano, Jorge Suárez (paceño, pero radicado largo tiempo en esta ciudad) y tantos otros.
2.
Lema abogó por incorporar a la editorial a los principales escritores del país en una política nacional sin exclusiones. Su novela Los días vacíos del Raspa Ríos es un homenaje expreso a La Chaskañawi, de Carlos Medinaceli, y a Madame Bovary, de Gustave Flaubert.
Es, en realidad, un homenaje al vigor vital de la chola y una mirada amorosa a ese mundo desdeñado por el “buen gusto”, cuyos dómines siempre tuvieron los ojos puestos afuera. No olvidemos que Medinaceli nos instó a que nos atreviéramos a ser bolivianos.
3.
¡Qué solos se quedan los muertos! ha tenido tres ediciones, las dos primeras en editorial El País, de Santa Cruz, y la tercera en Kipus. Hace poco, el escritor colombiano Mauricio Vargas Linares, quien fue ministro de Informaciones del ex-presidente César Gaviria, entregó la novela El mariscal que vivió de prisa (Planeta, 2012), que ganó el Premio Bicentenario Planeta-Telefónica 2009.
Reportero de diarios colombianos y director de la revista Cambio, fue ocho veces galardonado con el Premio de Periodismo Simón Bolívar. Su novela es también un retrato de Antonio José de Sucre en su dimensión humana, que llegó a la 15 edición, en la cual hay un agradecimiento al escritor boliviano Ramón Rocha “Montoya” (rogamos al Señor que exista).
4.
Me tocó reseñar 40 años de amistad con Antonio Terán Cabero, llevados con buen humor a orillas de un plato de lambreado de conejo y otras afinidades compartidas hoy con Gonzalo Lema.
Son cinco hermanos, hijos de don Manuel Terán y de doña Julia Cabero, de los cuales tuve el gusto de frecuentar a dos: el poeta, más conocido como el Soldado, y el doctor Óscar Terán, quien es abogado y fue meritorio profesor de sociología en la Facultad de Derecho.
Cuando Antonio hacía su servicio militar concurría con uniforme de jerga a las reuniones de la segunda generación de Gesta Bárbara y allí leía sus poemas. No fue difícil apodarlo el Soldado, un nominativo que usan incluso sus nietos.
A sus 81 años es un hombre fuerte, sencillo, pleno de buen humor y muy respetable, como toda su familia. Confiesa haber sido escritor de fin de semana, pues al mismo tiempo fue un municipalista de prestigio, formado en la escuela del servicio público que preconizaban Duguit, Hauriou y, en Bolivia, el inolvidable Julio Alberto d’Avis, profesor de generaciones; pero siempre se dio modos para concurrir a la cita con las musas a altas horas de la noche y de madrugada.
Fruto de ello es una poesía desprovista de retórica, a ratos escéptica, a ratos humorística, centrada en la angustia de vislumbrar el secreto de esta vida pero, sobre todo, con un atormentado rigor en el lenguaje. Por eso es un lector y un crítico exigente no sólo en poesía sino en prosa, lo mismo narrativa que ensayística.
Antonio Terán Cabero nació en Cochabamba en 1932, año bisiesto, y por eso apenas ha cumplido 21 años. Durante la ceremonia leyó un texto valioso que expresa su desdén por los oropeles del éxito y su apuesta por la vida austera y el culto a la poesía y la lectura en la soledad de su escritorio. El Soldado Terán fue Premio Nacional de Poesía Yolanda Bedregal.
5.
Mención especial para el maestro José Rodríguez, pues una de sus valiosas acuarelas ilustra la tapa de la Obra Poética de Antonio Terán Cabero, como también la imagen del monumento erigido en homenaje a Sucre, obra del escultor Juan García, y no hay que olvidar el esfuerzo de Luis Alberto Borda, cuyos diseños gráficos son impecables.
Fuente: Pagina Siete