08/09/2010 por Marcelo Paz Soldan
Un encuentro cercano con el desgarro narrativo

Un encuentro cercano con el desgarro narrativo


Un encuentro cercano con el desgarro narrativo
Por: Christian J. Kanahuaty

Se suele decir que la ficción, a veces, puede ser leída como un texto sociológico o, incluso, como uno histórico. Los libros, como las novelas, por su parte, se convierten en productos de consumo cultural que sirven para entretener a las personas. Pero ocurre que no sólo es entretenimiento, sino, sobre todo, ‘desgarro’ como la novela ¿Te veré en el desayuno? del mexicano Guillermo Fadanelli.
Fadanelli cruza historias solitarias y tristes en un ambiente caótico: el Distrito Federal de México y no se entromete en la música, ni en el universo de las cantinas o de las pulquerías, como lo hizo magistralmente Roberto Bolaño en Los detectives salvajes; sino que se concentra en mundos periurbanos que no tienen más punto de contacto con el centro que el smog. Y así como el humo de los automóviles se va desplazando, el horror, la tristeza, los sueños infundados, van también recorriendo los horizontes de las periferias y es ahí donde Fadanelli encuentra a sus mejores y más entrañables personajes. Desde la dedicatoria se nos advierte:
“la siguiente es la historia de cuatro personas cuyas vidas no merecían haber formado parte de novela alguna”.
Entonces, ¿para qué la escribe? y Fadanelli hará una mueca y dirá:
“Porque esas historias igual hay que contarlas, no se podría cerrar los ojos, son historias como otra cualquiera que uno puede ver mientras camina por Condesa o Tacubaya”.
Aunque es probable que más toscamente nos diga que la escribió:
“sólo por joder a unos cuantos remilgados”.
La novela cruza y enlaza la vida de cuatro personas: Cristina (prostituta), Ulíses (oficinista, contador de profesión), Adolfo (Veterinario) y Olivia (estudiante). No contaré detalles de cómo se conocen estas personas, sino la manera sutil en que Fadanelli habla de temas como religión, moral, cosas que se pueden comprar con dinero, sueños de juventud y formalidades profesionales, además de las vicisitudes del cuerpo en sus diálogos y en las reflexiones de los personajes.
Se trata de personas solitarias, ausentes del mundo y, a pesar de ello, de una compleja red de confusiones y azares que son posibles sólo en la medida en que la ciudad infinita tiene configuran un contorno imaginario: Los arrabales.
La periferia en esta novela de Fadanelli no sólo es el trasfondo donde van ocurriendo las cosas sino es lo único que sus personajes conocen como cierto. No es un personaje, es el espíritu de cada uno de ellos lo que importa. Y esa sensación que llevan por dentro hace que se encuentren con personas que portan el mismo sentimiento por dentro, que no es el vacío, sino la tristeza, pero no es una tristeza insondable, sino que tiene un nombre definido y por esa misma razón no se la nombra.
Pero no sólo es una novela donde el contexto se presenta como primordial, sino donde los personajes escapan de las páginas y se convierten en habitantes ya no de un mundo imaginario sino de uno real. Uno donde sin duda, a pesar de sus intentos, volverán a encontrarse.
La novela nos conduce a un destino triste y casi mítico. El lugar del descanso buscado, sin importar de qué esté cubierto. El lugar dónde no importa las cosas pequeñas sino los fines. Los personajes dejan de estar solos y han pagado un precio por ello y a veces se les olvida o se han conformado, pero a pesar de entregarse a ese destino otros aún están a punto de descubrir que la puerta por donde entraron no era la única que tenían a disposición.
¿Te veré en el desayuno? es breve, fuerte, rápida y, sobre todo, desgarradora, como lo son las buenas novelas que se instalan como virus en la cabeza del lector por mucho tiempo. Es una novela que no se quiere terminar de leer y, que apenas uno lo hace, ya está pensando en la relectura. Pero eso resultaría imposible porque una tristeza tan grande no puede ser soportada otra vez. Fadanelli nos abre de nuevo una caja de Pandora donde los fantasmas de las cosas que no queremos nombrar se nos revelan y comienzan a revolotear en nuestra cabeza.
Fadanelli es un escritor atento al pulso de su ciudad y al sonido que ella emite por las madrugadas.

Fuente: Ecdótica y Youtube