“Hasta ahora veo una cholita y un bate de béisbol por detrás”
Por: Sergio de la Zerda
La imagen de una mujer de pollera golpeada a palos todavía persiste, más de un año después, en la mente de Roberto Alem Rojo. Tal fue una de las miles que registró durante el 11 de enero de 2007, cuando la ciudad de Cochabamba fue escenario de violentos enfrentamientos fraticidas por posiciones políticas encontradas.
Con más de 55 horas de grabación y un guión del escritor Ramón Rocha Monroy, el director creó ¡¡Nunca más!!, documental trabajado por diez meses y estrenado en televisión la noche del pasado jueves.
La obra, de casi una hora, impacta por sus aciertos de edición y las reflexiones que plantea a partir de las voces de los actores.
Alem se esfuerza en mostrar lo irracional del conflicto y sus móviles, los altos niveles de racismo presentes y su ferviente deseo de un ¡¡Nunca más!!.
Lo anterior está lejos de la querencia del director pues, mientras transcribo esta entrevista concedida al equipo de la Ramona, la televisión no deja de mostrar absurdos mensajes del Comité Cívico local, concentraciones convocadas por la Prefectura, uso de fondos públicos para propaganda falseada a título de “reportajes especiales” y reuniones conmemorativas por separado del otro bando que podrían derivar en nuevos luctuosos sucesos. Parece que, para algunos cochabambinos y sus autoridades, un año, tres muertos y decenas de heridos sí pueden pasar en vano.
-En el documental se ve que, en el discurso de los cocaleros, el enemigo está personalizado. Por otro lado, grupos como los “jóvenes por la democracia” tienen un discurso más general y referido al indio, al cocalero. Ahí se encienden varias luces de alerta. ¿El reflejar esto en el documental fue intencional?
Creo que los cocaleros, la gente que vino, vino a sacar a Manfred. Ese era su discurso y era contra Manfred. Ellos han sido un poco adoctrinados; en cambio del lado de los citadinos había la visión de que, como ellos dicen, esa gente había venido a “joder nuestras calles, poner piedras, deshacer las plazuelas, la ciudad y es el colmo”. Pero ellos (citadinos) van y luego sacan enormes palos para pegar en la cabeza a los otros. Son cosas contradictorias. El documental tiene golpes de imágenes cuando muestra palos grandes y gente que dice “que se vayan”. Personalmente como camarógrafo, hasta ahora veo una cholita con su sombrero en la calle y un bate de béisbol por detrás. Y cada vez veo más de eso en la ciudad. El 11 de enero a mí me ha movido el piso, pues nunca sentí algo que me haga sentir tan mal como boliviano. A mí esos sucesos me han deshecho.
-¿Cómo no asumir partido frente a los hechos? ¿En ningún momento tomó partido por alguno de los bandos?
No, porque creo que ambos bandos estaban con posiciones tan intransigentes e imbéciles, que realmente uno no tiene porqué tomar partido. Eso me parece absurdo. Creo que todos los bolivianos tenemos derecho a estar en cualquier lugar de nuestro país. Si estás viniendo a joder o a provocar un enfrentamiento los otros se tienen que defender. Se crea enfrentamiento. En este país siempre ha habido tensiones y enfrentamientos. Desde que me acuerdo vivimos peleando, pero nunca a un nivel racional como al que se ha llegado el 11 de enero.
-¿Cuándo surgió la idea de filmar los hechos para un documental? ¿Se intuía que podía pasar lo que sucedió?
Toda mi vida he filmado, lo grabo todo desde hace 30 años. Trabajo como corresponsal para la agencia Reuters y en esa época estaba trabajando como corresponsal para Al Jazeera. Era rejodido ir a mandar el material a Entel a las ocho o nueve de la noche. Todo estaba apagado, lleno de fogatas y tenías que ir con tu equipo a despachar imágenes y volverte solito, sin que haya en qué. Estaba muerto de miedo. Fueron tres noches seguidas en las que temblaba.
-¿En qué tiempo se hicieron las grabaciones?
Teníamos mucho y buen material, hemos sido más o menos tres camarógrafos filmando cinco o seis días. En un principio, apenas acabaron los conflictos el 17 de enero, hicimos otro pequeño documental de 15 minutos. A raíz de eso pensamos en hacer algo más profundo, más investigativo. Queríamos hacer una docuficción y la hemos filmado. Lo teníamos a Luis Bredow como actor, él era un periodista que estaba llegando a Cochabamba dos meses después de los acontecimientos, que revisaba materiales de prensa para entender qué es lo que había pasado. Nos fuimos con él al Chapare, a Santa Cruz a realizar entrevistas, pero, dada la cantidad de material que teníamos, la historia de Luis nos quedaba sobrando, no la podíamos hilvanar por ningún lado. Desechamos entonces la idea de la docuficción y nos dedicamos exclusivamente al material documental.
-En su trabajo de registro seguramente sufrieron las susceptibilidades de ambos bandos ¿Llegaron a agredirlos?
Sí, hemos recibido de los dos lados.
-Tal vez de un lado lo tipificaban como camba y del otro…
No, a mí por lo menos no me han dicho camba, pero por ejemplo el otro día que salí en un paro cívico me han dicho “chavista” (risas).
-¿En las imágenes de los conflictos se observó el uso de armas de fuego?
Yo no he visto, me he movido por hartos lugares y no he visto. Tenemos un archivo de imágenes donde hay gente disparando, pero no las hemos puesto en el documental porque no valía la pena entrar al morbo ni elucubrar si el que disparó mató o no a personas. Hemos querido no entrar a la crónica roja, no hablar de que si una polera del Barcelona tenía o no cuello, nada de eso. No se muestran ni muertos ni nada porque entrar en eso ya es un tema mucho más judicial y no estamos para eso. No hemos querido comprometer ni acusar a nadie, sino que nos veamos y pensemos en lo que nos está pasando, en por qué no podemos dialogar.
-¿Cómo reaccionaron los nuevos movimientos juveniles de corte fascista que surgieron después del 11 de enero, como los “jóvenes por la democracia” y “juventud cochala”, y la ya antigua Federación de Cocaleros? ¿Estos sectores sabían de la preparación del documental?
No sé, no tengo idea, ni sé cuál será su reacción; no tengo idea de si serán organizados o no. Tal vez son organizados porque el otro día me llamaron “chavista”.
-¿Será que se repite otro 11 de enero similar?
Después de lo que ha pasado en Sucre, ya se ha repetido. Y allá también ha sido un enfrentamiento racial. La capitalía era cualquier cosa. Se trataba de sacar a los indios constituyentes como sea.
-¿Cochabamba es igual después del 11 de enero de 2007?
No sé si ustedes se sienten igual. Yo realmente no. A mí me ha cambiado mucho la visión de lo que está pasando en este país. Y eso me preocupa mucho porque no me siento tranquilo. Yo he sido productor de coca, tenía mi chaco, iba y cosechaba coca, participaba en sindicatos y reuniones pero, ahora, cuando voy al Chapare la gente hasta me ve raro, me ve distinto que antes del 11 de enero. No soy el mismo cochabambino. ¿No han sentido además el desprecio por la vida que hubo en medio de todo? Menos mal y los muertos fueron pocos. Con semejante movilización, fácilmente había unas 80 mil personas de uno y de otro lado. Me parece increíble que haya habido tres muertos, más cuando se dice que ha habido cualquier cantidad de gente armada que ha disparado. Hace poco hemos estado con familiares de las otras víctimas y son como ocho personas, una con una fractura en la pierna y otro con una bala en el pulmón, pero no es más.
-¿Ha notado algún cambio de actitud de los actores políticos involucrados?
Después de la reunión de anoche (martes) entre gobierno y prefectos, todo es una taza de leche en este país. Que “distinguido presidente”, que “querido prefecto” y al final no entiendes un carajo (risas). Creo que hay un cambio de actitud, pero no sé hasta dónde será creíble.
El director
Roberto Alem Rojo, boliviano, es pedagogo audiovisual y fotógrafo. Ha dedicado 30 años de su vida a la producción de trabajos audiovisuales educativos, políticos, sociales y culturales, los cuales se han difundido en varios medios de comunicación, festivales y salas de cine de Latinoamérica. Durante los dos últimos años, ha enfocado su trabajo en la región guaraní de Bolivia. Además del documental ¡¡Nunca más!!, sus más recientes trabajos son: Tentayape, la última casa (director y camarógrafo), Gasolina (productor. Largometraje de ficción realizado en Guatemala, ganador de Cine en Construcción del Festival de San Sebastián 2007), Inal Mama, lo sagrado y lo profano (productor. Ganador en Bolivia del concurso Doc TV Iberoamérica 2006) y Cocalero (productor asociado. Obra seleccionada para los festivales de Sundance, Guadalajara, Miami y Mar del Plata 2007).
Fuente: www.opinion.com.bo
01/16/2008 por Marcelo Paz Soldan