11/19/2008 por Marcelo Paz Soldan
El viaje a la ficción

El viaje a la ficción

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La visita literaria de Vargas Llosa a Juan Carlos Onetti
(Ecdótica pone a disposición de sus lectores la primera parte de El Viaje a la ficción, el que está disponible en su biblioteca)
Mario Vargas Llosa descubrió a Juan Carlos Onetti en los años sesenta, y desde entonces no ha dejado de admirar a quien considera “uno de los grandes escritores de la lengua española” y cuya obra “es una metáfora del gran fracaso de América Latina”. La admiración que el escritor peruano siente por el novelista y cuentista uruguayo se palpa en el ensayo El viaje a la ficción. El mundo de Juan Carlos Onetti, que Vargas Llosa ha presentado hoy en la Casa de América y que Alfaguara acaba de publicar en España y en Hispanoamérica.
En ese ensayo, Vargas Llosa analiza en profundidad la vida y la obra de Onetti y ofrece, como diría hoy Juan Cruz, “el mapa más extraordinario que se haya hecho jamás de la improbable geografía de Santa María”, ese territorio imaginario donde el autor uruguayo solía situar sus libros.
Como la de todo gran escritor, la obra de Onetti (1909-1994) se puede analizar “desde mil perspectivas diferentes”, y Vargas Llosa se ha centrado en ese “viaje a la imaginación y a la fantasía” que el novelista uruguayo realiza en sus libros, “como respuesta a la derrota cotidiana”.
También, y aun a sabiendas de que Onetti “rechazaría esta interpretación”, el autor de La casa verde cree que la obra del uruguayo, “tan desasida de referencias políticas, históricas y sociales”, es representativa del mundo que le tocó vivir. “Es una fuga de América Latina”. “Frente a América Latina no hay sino una escapatoria: huir, aunque sea con la imaginación”, afirmaba Vargas Llosa, para quien las novelas y cuentos de Onetti simbolizan “la frustración”. Todos sus personajes “nunca pueden materializar sus sueños ni sus anhelos en ninguno de los campos de la experiencia vital”.
“Y ¿no es eso la América Latina en la que Onetti nace, escribe y vive? ¿No es ése el continente donde todos los intentos de salir adelante fracasan?”, se preguntaba el autor de La fiesta del Chivo. En América Latina, prosiguió, los intentos de democratización “fracasan una y otra vez; los hombres decentes al final son barridos por los espadones, por los militares, y los gobiernos deshonestos, ladrones una y otra vez, embarcan a los países en aventuras que los empobrecen”. Ese es el mundo que los escritores más jóvenes que Onetti han heredado.
Como recordó Vargas Llosa, cuando Onetti nació, Uruguay era “un país próspero y culto”, al igual que Argentina, que fue “una de las grandes potencias del mundo”. Poco a poco, esa realidad fue cambiando y el deterioro “contaminó inconscientemente” a Onetti. Por eso, su obra se puede leer “como una involuntaria pero inequívoca alegoría del gran fracaso, de la gran frustración de la América Latina que él vivió”, subrayó.
En el libro, fruto de un curso de seis meses que Vargas Llosa dio en 2006, en la universidad de Georgetown (Washington), el escritor destaca “la modernidad” que emana de los primeros textos de Onetti y asegura que fue “un soberbio cuentista”, comparable a Borges, Rulfo, Scott Fitzgerald o Faulkner.
Este último escritor fue uno de los que más influyó en Onetti, al igual que en los restantes escritores modernos latinoamericanos, deudores de “la enorme riqueza del mundo” del autor norteamericano y de “la genialidad técnica con que construye sus obras”, diría Vargas Llosa.
Joyce y Céline influyeron también en ese hombre de carácter retraído y hosco, que tenía fama de “escritor maldito” y que pasó sus últimos años literalmente acostado en su cama. A Vargas Llosa le ha fascinado siempre “la gestación de las grandes obras literarias” y ha dedicado libros a Madame Bovary, Cien años de soledad o Los Miserables. En el caso de Onetti, hoy aludía a El infierno tan temido, “el más extraordinario de sus cuentos” y, acaso, “la más inquietante exploración del fenómeno de la maldad humana”.
Ese cuento nació en realidad de una mera anécdota que el presidente uruguayo le contó a Onetti, pero en él alcanzó “extremos de lucidez insospechados” y de intuición de lo que es el mal. El escritor acaba de pasar dos semanas en el Congo para recorrer los escenarios de la nueva novela en que trabaja, y ha visto “hasta qué extremos vertiginosos de horror puede llegar la crueldad humana. Pero, hoy, todos los honores eran para Onetti y su obra, y Vargas Llosa prefirió no hablar ni del Congo ni de su nueva novela. Tan sólo contó que ese viaje no lo hubiera podido realizar “sin la ayuda de Médicos sin Fronteras” y que le ha servido para ambientar la novela que prepara sobre la vida del irlandés Roger Casement, que fue cónsul británico en el Congo a principios del siglo XX y amigo del escritor Joseph Conrad.
Fuente: El País