07/19/2010 por Marcelo Paz Soldan
El hombre sentimental de Javier Marías, reseña de Moira Bailey

El hombre sentimental de Javier Marías, reseña de Moira Bailey


Historia y ficción
Por: Moira Bailey J.

Los relatos son incompletos como la historia, de ahí su semejanza, su íntima relación a pesar de su lejanía. El final del relato lo conoce el autor o de vez en cuando algún lector que juegue a ser adivino y no pocas veces acierte. El curso de la historia que, como muchos dicen, supera cualquier ficción, será siempre incompleto, desconocido, incierto.
La literatura y la historia quizá no son las mejores amigas, pero tampoco han logrado separarse del todo. Una tiene de científica lo que la otra de imaginativa y aunque en ningún caso la una acepta añorar las dotes de la otra, es casi imposible no detectar el paso de la historia en la literatura, la profunda literaturalidad que tiene la historia.
Muchos escritores tratan de hacer historia voluntariamente, otros lo hacen sin darse cuenta, pero lo cierto es que al hacer un relato se hace historia de una u otra forma y se hace historia en cuanto a la descripción de la vida, de la gente o las cosas a través del paso del tiempo. La literatura hace historia en el sentido más lato de la palabra, la hace simplemente al ponernos al mismo personaje frente a nuestros ojos dos o tres años después, ya que es la historia lo que nos ayuda a comprender lo que pasa hacia adelante y lo que nos separa de algo que pasó, atrás aunque ese algo siga vivo para contarlo.
El recuerdo es un hilo invisible esencial a la vida humana que une las funciones de la historia y de la literatura de un modo singular, pues es un vínculo tanto funcional como afectivo que justamente por ser invisible está siempre presente moldeando la dirección de las acciones, de las palabras. La historia lo usa para determinar el curso de los hechos, la literatura en cambio se acomoda en algo que considera su propiedad, su terreno, se siente con total derecho de utilizarlo a plenitud, agrandando algunos datos del recuerdo que cree imprescindibles, mientras olvida otros que considera poco importantes para su relato, de hecho una pequeña partícula de recuerdo puede dar vida a una obra importante mientras un sin fin de recuerdos se quedan inmóviles sin utilidad posible.
De pronto, cuando leemos un relato o una historia, todo es mentira, todo es mentira pero también incuestionable verdad y es ahí, justo en ese punto donde se vuelven a juntar la historia y la literatura en aquello que hay de cierto y también en aquello que hay de ficticio en el relato, en la historia que se cuenta. Los personajes y los paisajes son reales y ficticios a la vez y somos nuevamente testigos de la unión indiscutible que hay entre la literatura y la historia. Existe entonces una realidad basada en irrealidades, es como una foto en la que los personajes que nos miran desde ella son reales pero ficticios a la vez.
Pero no todo es unión y conciliación entre estas dos formas casi mitológicas de acercamiento a la realidad, pues si nos adentramos a sus dominios más íntimos nos encontramos con que existen elementos que separan a la narración de la descripción, siendo ambos fundamentales tanto para la literatura como para la historia.
La novela es el género en el que todos estos elementos se conjugan de modo a veces maravilloso, pues en esta riquísima forma literaria están el relato y la historia, la narración con sus muchas descripciones, la mentira rotunda y la verdad innegable.
Pero es peligroso confundirse y creer que la historia corresponde a un orden cronológico ideal, y ahí es donde entra la literatura que echando mano del orden no ideal ni lineal de las cosas puede narrar de atrás para adelante o detenerse en un solo punto de la cronología olvidando los demás, o entremezclar tiempos o historias que se confunden.
Los buenos escritores de novela siempre estuvieron concientes de esta realidad. Javier Marías no es la excepción, pues no sólo está conciente de la coexistencia de todos estos elementos, sino que juega con ellos magníficamente. El recuerdo, el sueño, la historia y el relato armado dentro y fuera de ella, son formas vivas que manipula divinamente, conoce de la interrelación que existe entre ellas, de la cierta independencia a la que cada una de ellas puede aspirar, del efecto que pueden causarse mutuamente. Los personajes en Un hombre sentimental se mueven entre su historia propia e individual, la historia de los demás y el relato de Marías, creando con ello una novela en la que los correlativos historia/literatura, realidad/ficción llegan al tope de su vivencia.
Esta novela es una narración sicológica formada por pocos personajes, y aunque parece sencilla -ya que se la podría describir como una historia en la que Natalia tiene dos hombres, juega con ellos y después los abandona a ambos- en realidad tiene muchos dobleces dignos de mención, siendo uno de los más importantes el hecho de que el narrador cuenta lo que se sueña y no lo que sabe o recuerda.
La vida de los personajes no es fácil pues todos acaban perdiendo algo a lo largo del tramo de vida que el lector presencia. Bertha, la primera esposa del cantante y a quien casi no conocemos, es abandonada por el cantante. El acompañante de Natalia, con un nombre tan histórico como Dato, que es un hombre que parecería tener un buen puesto que no exige mucho por qué preocuparse, acaba abandonado su trabajo. El esposo de Natalia, empresario que parece tener todo bajo control, termina siendo cómplice de su enemigo, el cantante, y no pudiendo resistir la fuerza de la vergüenza. Pero el cantante es el único que vence, logra trascender a todo y a todos porque se pone a escribir la historia, la historia que va soñando tiempo después.
Marías nos dice entonces que la historia vence y lo hace porque es más fuerte al ser contada que al ser vivida porque está llena de irrealidades, es una confusión caprichosa de elementos y tiempos. El cantante describe lo que quiere, vive su idilio, lo revive, lo maneja a su antojo y se pone de vencedor, porque para los amantes de la historia, el vencedor es el que la cuenta dándole tantas vidas como quiere, tantos ángulos de entrada o perspectivas como se le ocurre. El lector no puede nunca discernir del todo cuáles son realmente las fronteras entre la verdad y la ficción, puesto que el cantante crea muchos espejismos voluntarios con ellas, además de que él mismo es atrapado en otro espejismo: lo que le dicen sus sueños, o lo que él mismo quiere contar sobre esos sueños. En un momento él acepta la total confusión de la que es objeto, su realidad se vuelve sueño puesto que sueña con ella armando un todo en el que todos los elementos de su historia y su personalidad toman forma. Entonces el propio Marías, a título de cantante de ópera, entra en el debate de si esto es una historia o una narración, pues construye su historia a través de la narración sobre aquello que soñaba, siendo lo que soñaba el objeto mismo de la narración. Los personajes de la novela, de su novela, deberían ser irreales, pero para él no lo son porque simplemente están metidos entre la irrealidad del pasado y la ficción que se forma, se construye paso a paso mientras la observamos quienes la observamos sin saber a veces si es ficción o realidad.
Toda la novela es una interpretación del cantante, que a su vez es narrador, que a su vez es engañado o abandonado, pero al mismo tiempo vence al traernos a su dominio, a su relato, al llevarnos a pensar en el ingenio de Marías al juntar todos estos elementos de una manera magistral en el que unos van entrando en otros, como una perfecta caja china.
Lista bibliográfica de referencia
BARTHES, Roland, “El discurso de la historia” en El susurro del lenguaje, trad. de Fernández Medrano, Barcelona, Paidós, 1994, pp. 163-177.
BARTHES, Roland, “Introducción al análisis estructural del relato” ” en Análisis estructural del relato, México, Ediciones Coyoacán, 2006 [1ª ed. 1996], pp. 7-38.
GENETTE, Gerard, “Fronteras del relato” en Análisis estructural del relato, México, Ediciones Coyoacán, 2006 [1ª ed. 1996], pp. 199-213.
HAYDEN, WHITE, “Teoría literaria y escrito histórico” en El texto histórico como artefacto literario, intr. de Verónica Tozzi, Barcelona, Paidós, 2003, pp. 142-188.
MARIAS, Javier, El hombre sentimental, México, De Bolsillo, colección contemporánea, 2006.
RICOEUR, Paul, “4. Mundo del texto y mundo del lector” y en Tiempo y narración III, México, Siglo XXI, 2006, pp. 864-917.
————– “5. El entrecruzamiento de la historia y la ficción” en Tiempo y narración III, México, Siglo XXI, 2006, pp. 864-917.
TODOROV, Tzvetan, “Las categorías del relato literario” en Análisis estructural del relato, México, Ediciones Coyoacán, 2006 [1ª ed. 1996], pp. 161-214.
Fuente: Ecdótica