“La lectura significa e integra”
Entrevista a Eduardo Scott Moreno
– Muchos te conocen por tus novelas, por los dos premios nacionales que ganaste: La Doncella del barón Cementerio (2004) y He de morir de cosas así (2009), pero tienes varios libros de cuentos en tu haber, como El círculo de los iniciados (1995); Con los ojos abiertos (2000); y Cuentos escogidos en la desaparecida editorial gente Común. Cuál es tu relación con el género. Cómo los trabajadas a diferencia de tus novelas.
En realidad, he escrito más cuento que novela, pues tengo seis libros de cuentos. El último es Las tentaciones de San Antonio, que tiene trece cuentos, número, como sabes, cabalístico. San Antonio el Eremita es un personaje muy peculiar dentro de la enorme iconografía católica, pues es el santo protector de los alucinados y de los que padecen enfermedades mentales.
El tratamiento que doy al cuento y a la novela tiene diferencias y similitudes. Entre las similitudes puedo decir que doy mucha importancia a los personajes de la novela y del cuento, de forma tal que éstos tengan profundidad existencial y psicológica; es decir, la intensidad humana al habitar el mundo y de su relación con el resto de los seres humanos, y de la forma en la que perciben la realidad. La principal diferencia, por supuesto, es la extensión; la novela admite disquisiciones y giros en cuanto al tema principal, el cuento no. El cuento debe tener una mayor precisión en el manejo de los tiempos.
– Las tentaciones de San Antonio contiene 13 cuentos. Cómo concebiste el libro, ¿tienen alguna línea común que los acerque?
Como dije, 13 es una cifra a la que muchas culturas atribuyen cualidades de carácter místico. Si cito la Cábala es porque este misticismo judío llevó a extremos una pseudo ciencia conocida por Gematría por los cabalistas y por Numerología por los místicos occidentales. Resulta que se asignan valores numéricos a las letras de la Biblia o Tanaj, según el nombre hebreo; se hacen asignaciones, sustracciones y una cantidad de operaciones que arrojan otros significados distintos al original. Por supuesto, en mi opinión son simples aficiones supersticiosas, pero se obtienen resultados muy interesantes, algunos son descabellados. Lo que sucede es que el ser humano desde siempre, sin que importen los credos, los tiempos, las posiciones sociales o económicas, ha buscado el significado. El significado del mundo, de uno mismo, de la muerte y de tantas otras cosas que son incógnitas para nosotros.
Pero, también, los 13 cuentos son un homenaje a mis hermanos y primos hermanos: Scott Moreno; Arce Scott y Antelo Scott, pues somos 13, y va uno por cada uno de ellos.
Sí, el eje temático de los cuentos es riguroso. Está referido a la forma en la que los seres humanos percibimos la realidad, y a las muchas formas de interpretarla de manera distinta. De cómo la falseamos y, finalmente lo fácilmente que la realidad se diluye en sueño, pesadilla o alucinación. En cómo una neurosis o una psicosis devienen en un continuo mental que transfigura lo que percibimos.
Existen trabajos literarios y artísticos que han narrado esas transfiguraciones, alucinaciones o epifanías, pienso, por ejemplo, en “El Grito” de Munch, una pintura extraordinaria; o en el “Jardín de las Delicias” de El Bosco. La obra de Kafka o la de Gustav Meinrich “El Golem”. En muchos casos, el arte, la música, la literatura y la poesía se ocupan de ese cambio sensorial, de esa otra forma de aprehender la realidad. Sabemos que el mundo es mucho más de lo que somos capaces de ver, de oír y de percibir. Eso es “Las tentaciones de San Antonio”, aunque es una obra que exige la participación del lector.
– Ya en la madurez de tu obra, cuáles son los temas que más te preocupan y cuáles los que crees te faltan abordar.
No sé si estaré en la madurez de mi obra. Muchas veces pienso que los seres humanos, con excepciones, como Bertrand Russell o Mandela, y otros pocos, no acabamos jamás de lograr un conocimiento que nos dé el derecho de decir que somos personas completas; es decir seres humanos gobernados por la razón, la compasión y la solidaridad.
Me preocupan muchos temas: El porqué de la constante necesidad de creer en una sobrevivencia que vaya más allá de la muerte; el por qué siendo las personas tan parecidas en sus necesidades, somos capaces de inventar guerras y odios; el cómo se podrán abordar posiciones y políticas mundiales para hacer un mundo mejor. Creo que esas cosas son vitales para la sociedad mundial, pero ahí compruebas que la gente se interesa en la vida de las celebridades, en disfrutar una suerte de banalidad ignorante y estúpida.
– En algunas entrevistas de años pasados siempre has dicho que los clásicos son tu mayor influencia literaria. Ha cambiado un poco tu perspectiva. Cuáles serían los autores contemporáneos que crees merecen ser incluidos en tu lista, además de Stevenson, Dickens, Borges o Lezama Lima.
Sí, es evidente. Parodiando a Ortega y Gasset podría decir que soy yo y los clásicos. Aunque me gusta añadir los clásicos de todos los tiempos y lugares. Eso significa que soy un lector tanto crítico como estético: el acto de la lectura es un placer y un aprendizaje. Aprendemos de las vivencias de los grandes de la historia que escribieron y, al escribir, enseñaron. Entre los grandes del siglo XX puedo citar a M. Yourcenar y a Celine; a T. Mann y Octavio Paz; John Dos Passos y hay tantos otros que resulta injusto citar a unos y olvidar a los otros. Quiero indicar que la lectura no sólo está constituida por la literatura, sino por la historia, la filosofía, la antropología y la ciencia. Hay lecturas científicas que son fascinantes, cito a Stephen Hawking, fallecido ayer, su obra es maravillosa y reveladora; esto significa que ahora, como nunca antes, disponemos de obras de gran calidad en todas las ramas del quehacer humano. Sin embargo, se da preferencia a la lectura de mensajes de WhatsApp, de noticias superficiales y crédulas que entontecen al lector y limitan su visión y su mente. Limitan su capacidad de disfrutar el arte y la belleza, de percibir un espectro más grande de este universo maravilloso.
– El 2014 publicaste un libro de ensayos Apuntes Agnósticos. Fe, Dogma y Razón (Editorial Quipus). Has seguido trabajando ese género. Qué temas actuales te llamarían la atención, en tiempos tan desbordados de información y tecnología.
Cierto que, como dices, los tiempos están “desbordados de información y de tecnología”, pero justo es cuando menos el lector acude a esa información. Prefiere lo fácil y lo banal, como dije. Por supuesto, no se da cuenta de ese peligro de lo que Vargas Llosa ha llamado “La cultura del entretenimiento”, la cultura de lo banal que conduce a un encasillamiento de la mente en lo limitado y grotesco. Es por eso que sostengo que la lectura inteligente y placentera es el mayor articulador de la mente humana. Eso es porque la lectura significa e integra; nos permite vivir vidas paralelas y ricas. En “Apuntes Agnósticos. Fe, Dogma y Razón” por ejemplo, hago una investigación en torno a la formación de las tres grandes religiones monoteístas, pero sin entrar en la parte metafísica, llámese religión o mística, ahí compruebas la inmensa cantidad de anacronismos, falsedades, plagios, mistificaciones políticas, tergiversaciones y afán de control de la mente que existe en el mundo, desde el inicio mismo de la tradición mitológica. Como dije antes, ese tema, y muchos otros, me interesan, por eso debo concluir indicando que antes que un escritor soy un lector interesado y un alguien que sabe que el mundo mejor lo hace cada uno, activamente, y ahora.
Fuente: Puño y Letra