02/18/2015 por Marcelo Paz Soldan
La subcultura urbana vista por Leitón

La subcultura urbana vista por Leitón

Aguafuertes

La subcultura urbana vista por Leitón
Por: Freddy Zárate

El término “subcultura” tiene varias acepciones dentro del campo de las ciencias sociales. Uno de los calificativos se utiliza al grupo de personas que comparten comportamientos y creencias que son diferentes a la cultura dominante de una sociedad. Numerosos estudios indican que los seres humanos por naturaleza son propensos a infringir normas, valores y convencionalismos sociales. Estas “desviaciones de la conducta” varían según el grado de anomia social. Dentro del submundo urbano reluce el ámbito del hampa, la prostitución y los bebedores consuetudinarios. En la actualidad, estos “libertinajes” están representados por la llamada literatura marginal. Esta corriente goza de popularidad y aceptación a nivel mundial por parte de círculos universitarios y académicos.
“Aguafuertes”
Curiosamente en Bolivia se cree que esta literatura minimalista es reciente y de significación profunda. Los publicistas encumbran a Jaime Saenz (1921-1986), Víctor Hugo Viscarra (1958-2006) y Adolfo Cárdenas como los grandes escritores de los suburbios pobres. Pero rastreando así sea un poco la historia de las ideas literarias resaltan precursores de esta afamada literatura. Entre ellos se puede mencionar al escritor Claudio Cortez A. (1908-1954) que publicó “La tristeza del suburbio” (1937), y nueve años antes Roberto Leitón (1903-1999) nos presentó su novela “Aguafuertes” (1928). Estos dos autores anticipándose a corrientes actuales nos muestran las veleidades del lumpen con todas sus implicaciones adjuntas: la prostitución, el vicio del alcohol y el crimen latente.
Suburbios de Potosí
La novela “Aguafuertes” de Roberto Leitón fue inspirada por los suburbios pobres de Potosí. El relato empieza describiendo una calle anónima, pero muy frecuentada por los bebedores de esa época: “Una calle estrecha. Luz mortecina, emblema de dolor. Un flanco de casas chatas. En el centro algunas se elevan con sus molduras postizas y las fachadas descoloridas. Un cartel borroso, pintado en la pared, indica el nombre de la taberna”. La descripción que hace Leitón sobre el interior de las casas de perdición transcurre sobre todo por la tenebrosidad y algarabía de las noches: “Lugares oscuros, con poca iluminación, pero con bastante vocinglería”. Los que acuden a estos antros de perdición son sobre todo: “Seres inermes, caras desvencijadas y demacradas”. La noche está llena de descripciones de lujuria donde transcurren todos los vicios humanos: “Las noches voluptuosas, siluetas vagabundas y desharrapadas en pos de una caricia o de un trago de licor”. Al aclarecer el nuevo día, relucen los cuerpos inertes de alcohol que reflejan miseria moral de estos beodos.
Claroscuros
La novela “Aguafuertes” está escrita de forma fragmentaria, donde trata de reflejar la vida existencial de algunos moradores de la urbe potosina que cayeron en el vicio del alcohol. Estos claroscuros pasan a través de su personaje principal Armando Costas precozmente encenegado con el vicio del licor, de placeres fáciles, sobre todo frecuentador de tabernas y prostíbulos desde colegio.
El crítico literario Carlos Medinaceli (1902-1949) en una carta abierta indica la impresión que tuvo al leer “Aguafuertes”: “En un principio, su forma de escritura me parecía una forma demasiado arbitraria, seca y esquemática, enumerativa, como si en lugar de escribir un relato novelesco, se hubiese usted propuesto redactar una serie de telegramas o escribir una literatura en clave”.
Después de terminar la lectura de “Aguafuertes” cambia la impresión de Medinaceli: “La percepción vigorosa y colorida de la realidad externa que logra evocar una calle para animarla, hacerla vivir”.
Otro comentario sobre la novela de Roberto Leitón fue hecho por el escritor peruano Emilio Romero (1899-1993). Tras la lectura de “Aguafuertes” he recibido con simpatía y emoción, asevera Romero. En este sentido el crítico peruano sostiene: “Leitón tiene el mérito de haber sido acaso uno de los primeros que recoja para la literatura boliviana esta figura pintoresca e interesante que nadie se ha atrevido a explotar, tal vez por estar demasiado cerca de nuestras vidas, más que los indios (…). No hay en este libro una página que no sea crudeza, sinceridad y vida. Es una novela moderna, de brochazos autobiográficos, breves y emocionados”. Tanto Carlos Medinaceli como Emilio Romero concluyen que la literaria minimalista presentada por Roberto Leitón deviene de un escritor moderno, de una modernidad avanzada. De modo clarividente ambos críticos literarios advierten que esta literatura tendría gran relevancia a futuro dentro de círculos académicos.
Vacas sagradas
Hace falta en nuestro país crítica literaria. Se debe cuestionar lo obvio y sobreentendido. El creer que hay vacas sagradas hace superfluo cualquier análisis. Los dogmatismos literarios impuestos por unos cuantos guías espirituales acentúan un espíritu acrítico. Es necesario revisar nuestra faena literaria para encontrar precursores a cualquier corriente literaria, como claramente lo advirtió el escritor Daniel Sánchez Bustamante (1870-1933): “Fácil es quedarse a contemplar bellos espejismos. Empero, los espíritus avisados no olvidan que muchas veces por seguirlos suelen los pueblos encontrar sorpresas y desengaños irremediables”.
Fuente: Lecturas