12/26/2014 por Marcelo Paz Soldan
Comentario a "He de morir de cosas así" de Eduardo Scott-Moreno

Comentario a "He de morir de cosas así" de Eduardo Scott-Moreno

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Comentario a “He de morir de cosas así” de Eduardo Scott-Moreno
Por: Silvio Mignano*

Tres mujeres, Michelle, intelectual moderna, libre, directora de una revista feminista con alma de música, Marion, abogada, jefa de un bufete legal, ex esposa, madre desesperada de un niño tiernamente amado y precozmente fallecido, y Adriana, la más joven, cubana y norteamericana de segunda generación, practicante legal en el estudio de Marion pero sentimentalmente – y sobretodo sexualmente – vinculada a Michelle; bella, sensual, salvaje, y poetisa talentosa: tres personajes que forman un triángulo ambiguo, una pareja lesbiana y una mujer heterosexual y sin embargo evidentemente fascinada por la rebelde Adriana y quizá por el propio binomio conformado por las dos amantes.
La novela de Eduardo Scott Moreno gira alrededor de estos tres personajes, construidos con fuerza, espesor, credibilidad: es justamente ésta la primera calidad que ha convencido el jurado del premio nacional frente al manuscrito de He de morir de cosas así.
Otro indudable mérito del libro es su universalidad: la acción está ambientada en Manhattan y relata eventos, personajes y pasiones que pueden pertenecer a cualquier ser humano, aunque la escritura y las tonalidades de la narración sigan guardando un carácter claramente identificable con las raíces bolivianas del autor: no faltan, sin embargo, referencias a otras culturas, la italiana – véase el personaje de un tenor descripto con precisión y con una pizca de humor – la cubana, bien presente en Adriana y en su familia, la de Camboya (en una exposición de esa cultura se encuentran por primera vez Michelle y Adriana) o la judía de la Europa Central, aunque inglesa de nacimiento, en la bellísima pareja conformada por la señora Mapplethorne y su hija Twinka.
La literatura boliviana, como cualquier otra, necesita alejarse de vez en cuando de los confines de su territorialidad, respirar atmosferas ajenas, y alcanzar sin embargo ese mestizaje entre lenguajes universal y local que constituye la principal riqueza de la creación artística contemporánea. Eduardo Scott Moreno logra conseguir este resultado de una manera convincente.
He de morir de cosas así es una novela ecléctica, en el mejor sentido del término: como eclécticas han sido algunas de las obras maestras de la literatura: Moby Dick de Hermann Melville es al mismo tiempo una atrapante novela y una suerte de enciclopedia de distintos ámbitos del conocimiento, desde la exégesis bíblica a la historia natural. La Montaña mágica de Thomas Mann y el Hombre sin calidad de Robert Musil narran vicisitudes de personajes inolvidables entremezcladas con profundas reflexiones culturales. En Rayuela, para quedarnos en el área suramericana, Julio Cortázar se escapa continuamente de la narración para explorar otras esferas, volviendo luego siempre a las historias de sus personajes.
Algo parecido ocurre en He de morir de cosas así, donde se abren en continuación ventanas dedicadas a la música, a la literatura, a la historia y la política, a la sexualidad, a las temáticas de la sociedad contemporánea y especialmente de la condición femenina, pero finalmente sin nunca abandonar las ocurrencias de los personajes, que afortunadamente priman – junto con la narración de los eventos y de las emociones – sobre cualquier digresión filosófica.
Hay por supuesto también hombres en la novela de Eduardo Scott Moreno, pero casi siempre en una posición algo gregaria, dominados por las exuberantes y brillantes personalidades de las mujeres: libro femenino, en su alma, más que feminista.
Finalmente, estamos frente a una escritura que – como ocurre a menudo con Scott Moreno – es refinada, culta, elegante, pero al mismo tiempo viva y moderna.
Existen infinitas posibilidades de la novela, pero lo que cuenta es contar historias, emociones que viven y hechos que protagonizan personajes, que sean italianos, bolivianos, cubanos o camboyanos: en fin, habitantes de este mundo nuestro, tan complejo y difícil y sin embargo tan hermoso y fascinante. Qué bien que tengamos autores como Eduardo Scott Moreno que saben contarlo de esta manera.
* Silvio Mignano, Diplomático, escritor, Embajador de Italia en Bolivia, Presidente del jurado del XI Premio Nacional de Novela
Fuente: Ecdótica