La literatura boliviana abrió sus puertas en Sucre
Por: Martín Zelaya
¿Cómo lograr que la literatura sea entendida y reconocida como un oficio más, como una profesión tan válida y normal como la carpintería, cualquier ingeniería o la medicina?
Cientos, miles de hombres y mujeres que en el país luchan por afirmarse como escritores -narradores, poetas- profesionales, de tiempo completo, buscan aún -además de llegar a vivir exclusiva y dignamente de su oficio- ser considerados y respetados como tales, pues para muchas esferas sociales quienes se dedican a escribir poesía o libros de ficción son solo bohemios, soñadores, por no decir, gente sin oficio ni beneficio.
Pues bien, no hay mejor manera de empezar a ser tomados en cuenta como una fuerza más de la sociedad que actuando, finalmente, como tal: interactuando con la gente, tendiéndole la mano, abriéndose a dar y recibir pero, ante todo, abriéndose al contacto y la relación al interior de las filas, como cualquier carpintero, ingeniero o doctor.
Vale esta larga y tal vez confusa introducción para reseñar lo que aconteció la semana pasada en Sucre. No diremos que nunca, pero pocas veces como en Arí, la fiesta de las letras, los literatos bolivianos se codearon con sus lectores, con artistas de otras áreas (música y artes escénicas) y con los potenciales futuros amigos de los libros: cientos de niños y adolescentes.
El evento que se efectuó entre el 22 y el 27 de septiembre en el Cuartel San Francisco de la capital bien puede resumir, creemos, el ideal de integración de los escritores con su medio.
Bien lo dice Homero Carvalho en estas mismas páginas: “la mayoría de las veces creemos conocernos y pensamos que el saludo amistoso es suficiente cuando en verdad no conocemos realmente al otro”.
Si de salir de una burbuja se trata, si de empezar a efectuar acciones concretas para incentivar a la lectura se trata, pocas iniciativas habrá tan eficientes como este encuentro diseñado y organizado por Alex Aillón y Daniela Peterito Salas de la editorial sucrense S, y patrocinado por la Gobernación de Chuquisaca.
Intercambio, interacción, interculturalidad
“Veo a mi literatura como una manera de sentir mejor, de percibir lo que me rodea”, señala Rodrigo Urquiola. “Hay que tener, antes que nada, respeto por la palabra, porque los hombres somos seres de palabras”, acota Ramón Rocha Monroy, y Homero redondea la idea: “estemos donde estemos y escribamos sobre lo que escribamos, la literatura revela ante todo parte de nosotros mismos”.
Bajo el tema “literatura e interculturalidad”, entre martes y jueves una docena de narradores y poetas protagonizaron coloquios en el escenario central elevado en el patio de la enorme casona del centro de Sucre. Gonzalo Lema, Roger Otero, Juan Pablo Piñeiro, Rosario Barahona, Eduardo Scott, Máximo Pacheco y Martín Zelaya tomaron la palabra.
El colectivo cruceño Poetas express, el vate orureño Benjamín Chávez, el editor cochabambino Marcelo Paz Soldán, y la escritora Liliana de la Quintana, entre otros, se dedicaron a dar talleres a niños y jóvenes; una media docena de músicos locales amenizaron las noches y la jornada de clausura con música nacional, de diversos géneros, y también composiciones en rock, rap y música contemporánea.
Todo esto matizado por una permanente exposición y venta de libros, con material de editoriales de La Paz, Cochabamba, Oruro y otras ciudades, una masiva lectura poética –con invitados de la talla de Humberto Quino, Jorge Campero, Gustavo Cárdenas, etc.-, un intercambio o qhatu de libros y la conferencia de clausura del maestro Luis “Cachín” Antezana.
Es decir, en concomitancia con lo planteado arriba, y con lo que propone Alex Aillón (ver nota de apoyo), la literatura abrió sus puertas, se miró en el espejo, y se dio la mano a sí misma, como pocas veces antes, como debería ser siempre.
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Los escritores de fiesta
Homero Carvalho Oliva
“Perdón ¿nos conocemos de algún libro?”, preguntó alguna vez la escritora argentina Ema Wolf y podría ser la pregunta obligada en los encuentros de escritores para entablar diálogo fuera de la programación oficial; sin embargo no lo es, porque la mayoría de las veces creemos conocernos y pensamos que el saludo amistoso es suficiente cuando en verdad no conocemos realmente al otro.
En Sucre, en “la fiesta de las letras” que bien podría haberse llamado “la fiesta de los escritores”, nos reunimos más de 30 autores durante siete días y la programación se cumplió tal cual lo habían diseñado sus organizadores y todas las sesiones fueron un éxito: los cuenta cuentos, los diálogos, las presentaciones de libros, los talleres, las lecturas de poesía y las charlas extras le dieron a la capital una impronta especial, haciendo que los beneficiados sean los niños y adolescentes, quienes fueron a conocer a autores de cuentos, de novelas y de poemas; a escucharlos, a darles la mano, a hacerse firmar autógrafos y a tomarse fotos con ellos y, espero, que también a leernos algún día.
Además de estos eventos literarios, en los pasillos de San Francisco, se podía adquirir buenos títulos de autores nacionales y extranjeros de los stands de librerías, editoriales y cámaras del libro que apoyaron decididamente esta iniciativa.
En mi caso, conversé con Ramón Rocha Monroy y Rodrigo Urquiola, bajo la dirección de Alex Aillón, y gracias a Karina Carrillo, una extraordinaria cruceña que dirige una orquesta infantil y una escuela de música en la ciudad de los cuatro nombres, tuve una gratificación especial: resulta que fui a darles una charla a los integrantes de su orquesta y luego ellos me pidieron que me sentará al medio y me ofrecieron un breve concierto, me sentí tan feliz que no me cansó de contarlo.
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Juan José Pacheco, director Departamental de Cultura:
“Sucre, zona franca para la literatura”
– ¿Cuál es el concepto de esta fiesta de las letras?
De lo que se trata es de fomentar el hábito de la lectura, la relación con los libros en niños y jóvenes, porque creemos que todavía tenemos una gran falencia en el país, que es la de gestar públicos para la literatura; por eso pretendemos, desde una mirada multidisciplinaria, lograr un “Estado del arte”, por lo que invitamos a muchos de los más connotados autores y creadores de la narrativa y poesía nacional, que además de presentar sus nuevas obras vinieron sobre todo a compartir entre sí y con niños y jóvenes a través de coloquios y talleres.
– ¿Qué garantías hay de que esta iniciativa no sea algo aislado y tenga continuidad?
Gracias a un trabajo conjunto entre la Gobernación, la Universidad San Francisco Xavier, la Universidad Andina, el Archivo y Biblioteca Nacionales, hemos logrado romper una inercia que existía hasta hace poco, y hemos decidido institucionalizar este tipo de eventos.
Pretendemos generar en Sucre, en Chuquisaca, a través de una ley departamental, lo que podríamos llamar una “zona franca de los libros”, es decir, subvencionar el impuesto a las publicaciones para que -aunque ya es bajo a nivel nacional- llegue en el departamento a un nivel cero, lo que haría de esta región un centro de distribución de libros no sólo nacionales, sino también importados.
Fuente: Letra Siete