11/12/2015 por Marcelo Paz Soldan
Yuri Soria-Galvarro

Yuri Soria-Galvarro

cuentos del pacifico sur

Yuri Soria-Galvarro
Por: Gastón Cornejo Bascopé

El escritor cuentista y poeta, nació en Cochabamba y ganó formación profesional y cultura chilena, por tanto goza de una doble nacionalidad, chilena y boliviana como mis hijos y nietos, algunos nacieron en Chile, otros se especializaron en Santiago de Chile. Estudió ingeniería en Concepción y es Licenciado en Biología Marina de la Universidad Austral de Chile; además, instructor de buceo, empresario, artista de la guitarra. Germinó en literatura, escribiendo relatos que florecen por doquier, trabajos literarios publicados en revistas chilenas y textos extranjeros.
Tuve el honor de presentar en La Paz, hace pocos años dos libros de su autoría: “La Frontera” y “Mar Interior”, de relatos fantásticos cuya narrativa temática tiene originalidad, estructura literaria y páginas de extraordinario contenido. Este elogio se repite en el último libro “Cuentos del Pacífico Sur” u hoy se presenta en la Feria de Cochabamba, 2015.
Los cuentos impactan y exigen atención inmediata en su lectura; introducen, a quien inicia su lectura, con sencilla invitación, a persistir con interés hasta concluir la obra. Nos conducen por senderos inhabituales, espacios ajenos, realidades extrañas que fácilmente se apropian del espíritu. El alma alza el vuelo y se ingresa a un entorno acogedor de mar y bosque, se plasman transfiguraciones sensoriales donde el héroe es siempre el hombre, actor encadenado indisolublemente a su atmósfera vital.
Al término, viene el epílogo que resume y corona en forma espléndida la descripción, a veces breve, jocunda o dolorosa, sorprendiendo la intimidad, la emocionada sensibilidad del lector. Son construcciones de diversidad temática de burilada confección que se va degustando, una a una, en ritmo progresivo de estímulo y de arte.
Yuri recoge y resume la grandeza ambiental que perfuma el sur del territorio Mapuche. Describe la frontera sureña como “una delirante geografía de islas salpicando la superficie del mar, concatenación de canales, fiordos y estuarios”. Asegura en sus cuentos que “allá las fronteras que separan la realidad de la ficción son cercanas y objetivas”.
De un libro anterior copio un párrafo estupendo que revela su riqueza descriptiva de ese parte el continente donde la lluvia y la humedad son persistentes: “La lluvia empieza el recorrido en el alto de la ciudad, allá donde el barro es más común, más cotidiano. Moja todo, Se abre paso por las casas, por las nuevas poblaciones de miseria. Junta las piedras y el orín, la basura y la esperanza de la gente. Desciende por las siete colinas, por las calles pavimentadas y de ripio. Como ríos color tierra. Inunda la Población Modelo y los sectores bajos. Vacía su cargamento en el mar”
El querido escritor nos obliga a repasar personajes chilenos de su región sureña para encontrar las piedras fundamentales de su canto, ellas son dos figuras chilenas sobresalientes: Francisco Coloane y Juvencio Valle. De ambos parte nuestro joven escritor para modernizar las expresiones y agilizar los relatos. Recupera las mismas estructuras ambientales y el ser humano con sus gestos varoniles, sus quehaceres y ansiedades extremas.
Francisco Coloane, marino, chilota, más cuentista que poeta, como Yuri, concentra la aventura, el bosque, los animales y los hombres fuertes que viven al aire libre, con la rudeza brutal de sus oficios pero con la ternura esencial en sus acciones. Juvencio Valle, llega a la memoria literaria gracias a Yuri, también marino y chilota, un tanto más poeta que cuentista, Es el cantor del bosque, el trasmisor de sensaciones de encantamiento, de irrealidades, de fronda protectora donde ninfas y hadas conviven en una poesía húmeda y selvática.
Al presente, octubre 2015, una nueva obra de Yuri nos llega sorpresiva refrescando la evocación de Chile, el país de la poesía y el encanto. “Cuentos del Pacífico Sur” que hoy comentamos, editada por la prestigiosa imprenta Kipus.
Se trata de doce entretenidos relatos de ambientación marina, sureña, sucedidos en la Araucanía chilena ajena a nuestra atmósfera mediterránea, pero excelsa y lúdica para quien se aproxima a sus entrañas. Páginas suyas donde el género literario se expresa con un lenguaje natural salpicado de chilenismos ocurrentes y simpáticos. En conjunto son piezas de significativo valor. Diversos cuentos, algunos breves, otros más elaborados, todos estupendos aunque yo privilegio el titulado “Mesa Literaria”, que es encantador por la reminiscencia irónica y la semejanza con ciertos críticos locales que en elucubraciones conclusivas no dicen nada después de una larga perorata fatigante; el término es definitivamente soberbio.
Encontramos chilenismos y vocablos sabrosos y extraños para quien no visitó el país hermano, como los siguientes: “cabros – Pucha que tienes mala puntería, huevón- el ardor en su pecho irrumpe como sopa hirviendo – cara rubicunda como el trasero de un mandril – Ahora, ayúdame carajo – Me di un tiro en el pie – Usted es un jornalero menopáusico de la palabra – No puedo sugerirle que fuera a romperle las pelotas a otro – Salí apretando cachete – Era alto, flaco y sombrío, con la expresión de un congrio apenado – Si no estuviese con caña podría decir que es un día bonito – Pucha que estoy viejo – Merluza – Albatros – El canto del chucao – Si muero por aquí, entiérrame arriba en el bosque, junto a los alerces – Hay marea de sicigia y el mar está calmo” Es tan frecuente escuchar en ese medio otro idioma español: Gran patrón y rajadiablos – Y le lanzo los caballos – Mostró la hilacha – Le comió la color – y a veces solamente Cómo estái on – ma o meno on – chaíto on.
Yuri tiene un cuento de lenguaje araucano con el título de “Trauco” en cuyo enigmático significado se encuentran voces de raíz indígena originaria: el manío o alerce, el coigüe o roble, el pitío o zorzal, los hongos changle y el digüeñe. El colihue o planta trepadora, la cama del pangue o arbusto de grandes hojas, el ulmo o árbol de curtiembre. La quila, o el bambú, el canto del choroy o del papagayo selvático.
Carlos Tromben, un crítico dice de él: “Yuri Soria-Galvarro debe ser el único escritor-buzo de América Latina. Lo es tanto en su quehacer concreto de ciudadano de los canales y fiordos australes, como en el de creador de textos que sumergen al lector en atmósferas y espacios insospechados, a ratos abismales. Entre tabernas fantasmales, lanchas y casetas abandonadas en la espesura de los bosques y lagos del sur, los personajes de estos cuentos hacen frente como pueden a una naturaleza que termina siempre por imponer sus términos. Algunos emiten señales al espacio exterior, en espera de improbables respuestas; otros buscan tesoros escondidos en submarinos nazis, o se cruzan con la muerte disfrazada de amigo entrañable.
El sur del mundo es solo para bravos, pero Yuri nos lo acerca con todo el humanismo de quien lo vive en la realidad y en la literatura”
Luis Sepúlveda se aproxima a él sensoriamente y en profundidad: “En su relato se huele el aire de mar siempre cambiante, se huele el aroma de leña noble y seca que arde en las chimeneas y salamandras. Se huele la niebla y el cielo encapotado, la prisa de la gente cuando empieza a soplar el “surazo” y hay que afirmar los cierres de las ventanas, cubrir el forraje de los animales, varar las embarcaciones en las playas de piedras, atar los cabos a la seguridad del muelle o, si no se alcanza a tocar tierra antes del fragor del vendaval, hacerse a la mar para capear lo peor y confiar en la destreza de los hijos del mar”
Quiero imaginar a nuestro escritor de la “Integración chileno-boliviana” futura, escribiendo y buceando en libertad plena en aguas marinas de Cobija o Mejillones boliviana, el Litoral amado y extrañado con nostalgia en todos los corazones de la Bolivia enclaustrada celebrando, con su traje de buzo, y su máscara facial cual cíclope gigante hundido entre las olas y armado de su hermosa dote de cuentista y poeta sureño, el encuentro de dos naciones, el abrazo fraternal que es el gesto cálido ordenado por el destino de dos pueblos en el nuevo mundo de fraternidad y amor.
En conclusión, el escritor, hijo de un entrañable colega cirujano a quien amé en su juventud, y de una madre que tuvo cálidas vivencias en nuestras patrias hermanas, es una figura selecta que honra las dos patrias. Porque Yuri en su escritura original, toca el meollo de la dignidad humana ennobleciendo al ser nativo, al indo-americano en arduo trabajo de descubrimiento, en lucha tenaz de identidad y libertad emancipadora, en gesto de nobleza espiritual sobre sí mismo y sobre el entorno que palpita porfiadamente en su existencia.
Sobrepongo el honor y el amor al significado de su obra. Pienso que a la vez, he glosado tangencialmente mi comprometido sentimiento de amor al país hermano de Chile a quien debo mi personalidad y mi cultura.
Gracias Yuri por ofrecerme esta oportunidad sublime de expresar en forma pública la gratitud debida a Chile, a su pueblo profundo y la evocación que aporta este momento de dulzura.
Fuente: Ecdótica