Por Javier Claure C.
Como todos los años a principios de diciembre, más exactamente el viernes 8 del mes pasado, la Biblioteca de Rinkeby se convirtió en el epicentro de un agasajo a Jon Fosse, Premio Nobel de Literatura 2023. Fosse llegó, en un coche de la Academia Sueca, a las diez en punto de la mañana. Entró a la Biblioteca acompañado de dos alumnas que llevaban gorros rojos de Papá Noel, y se sentó en la primera fila junto a Gunilla Lundgren, escritora y directora del proyecto Nobel de Rinkeby desde hace muchos años. Fosse, con su característica humildad, se sumergió en la atmósfera cargada de admiración y curiosidad. Los estudiantes, de secundaria de los colegios Enback y Askeby que, quizá, nunca habían imaginado la posibilidad de encontrarse con un Premio Nobel de Literatura, pues ahora compartían el mismo espacio con el genio que había tejido palabras y mundos en sus obras. La jornada comenzó con un par de cánticos navideños a cargo del profesor de música Rolando Pomo. Luego se dio lugar al saludo tradicional de bienvenida en diferentes idiomas. Y a continuación, en el escenario iluminado por tenues luces, los estudiantes leyeron poemas y fragmentos del folleto que habían elaborado durante el otoño. También contaron acerca de la visita que hicieron al Ayuntamiento de Estocolmo, en donde se realiza el banquete y la fiesta del Premio Nobel. Palabras cuidadosamente elegidas por los jóvenes resonaban en el aire como un tributo a la maestría literaria de Fosse.
El momento culminante llegó cuando una alumna mostró al público una caricatura de Jon Fosse. El dibujo capturó la esencia del escritor: su mirada perspicaz, su barba y su humildad. El propio Fosse, en medio de aplausos sorprendido y agradecido, recibió el folleto y la caricatura con una sonrisa modesta que reflejaba su aprecio por el gesto. Y añadió: «Esto es una experiencia conmovedora para mí». Este acto de entrega simbolizó no solo la admiración por el escritor, sino también el reconocimiento, por parte de los estudiantes, hacia alguien que había dejado una marca imborrable en sus corazones después de haber leído textos de la obra de Fosse.
«Escribe muy bien. Realmente me dio pena por Alida y Asle», dijo Faiza Hossain. Y Selma Ben Haj añadió: «Alida tenía sólo 17 años cuando quedó embarazada y nadie quería ayudarlos» haciendo alusión a su libro «Insomnio». Jon Fosse escribe en un noruego especial. Es decir, una lengua minoritaria en Noruega, de la que es un gran defensor. Aproximadamente entre el 10 y el 12 por ciento de la población de Noruega percibe como su lengua escrita. Por eso, muchos lo consideran como un héroe nacional.
Suecia, a pesar de su predominancia lingüística sueca, alberga una serie de lenguas minoritarias que reflejan la diversidad cultural y étnica de su población. Estas lenguas minoritarias no sólo enriquecen el panorama lingüístico de Suecia, sino que también reflejan el constante cambio demográfico y cultural del país. La coexistencia de estas lenguas resalta la importancia de preservar la diversidad y fomentar el respeto por las diferentes identidades culturales y lingüísticas que forman parte integral de la sociedad sueca contemporánea.
Haciendo referencia a las lenguas minoritarias Abdisalan Ifaat de Somalia dijo al respecto: «Comprendo el deseo de expresarse en el idioma que uno percibe como propio, y con el que uno se siente más cómodo. Para mí el somalí está cerca de mi corazón, porque es el idioma que me hace sentir en casa». «El amazig es mi idioma materno y es un idioma con mucha cultura. Muchas personas nunca han escuchado hablar de este idioma. Pertenezco al pueblo originario berebere. Fuimos colonizados en África del Norte. Cuando hablo mi lengua me siento única y especial. Quizá es un idioma que no habla mucha gente, pero significa mucho para mí. El idioma es todo», dijo Nelly Yassin. Y Abbas Ibrahim continuó: «El árabe es importante. El Corán está escrito en el idioma árabe. En árabe se utilizan muchas palabras de respeto».
En un lugar de la Biblioteca entre estantes repletos de libros, diversidad y murmullos, emergía una figura tranquila, pero magnética: Jon Fosse, el laureado escritor, se encontraba entre los estudiantes tomando té con masitas de diferentes países, conversando y respondiendo apasionadamente a las preguntas. Se espera que los premios Nobel asistan a todas las actividades realizadas por el Comité Nobel de la Academia Sueca. Sin embargo, Fosse sólo ha participado en las actividades Nobel absolutamente necesarias. Ha rechazado categóricamente entrevistas y conferencias de prensa, lo cual ha generado una ola de reacciones en los medios de comunicación. En un mundo donde la interacción con los autores es casi tan importante, como sus propias obras, la decisión del laureado autor de mantenerse en las sombras ha resultado desconcertante para muchos. En este contexto, los periodistas, ávidos de descifrar el enigma y la reticencia que rodean a Fosse, han expresado su sorpresa. Su actitud negativa de participar en los rituales mediáticos ha reforzado la imagen de un autor que elige dejar que sus palabras en papel hablen por él. Haciendo alusión a su silencio frente a la prensa mundial, ha dicho: «Las reuniones sociales numerosas no me dan ninguna alegría». Cabe, entonces, señalar que a pesar de su reputación de evitar entrevistas y conferencias de prensa, Fosse se sumó con gracia y apertura al evento organizado por los estudiantes de Rinkeby y Tensta bajo la dirección de Gunilla Lundgren. Si bien el enigma persiste en su relación con la prensa convencional, su voluntad de participar de manera entusiasta en el agasajo de la Biblioteca de Rinkeby, es, sin duda alguna, un gesto que ha destacado su compromiso con la diversa comunidad juvenil. Este capítulo de la vida de Fosse es un recordatorio de que, detrás de la pluma, existe un ser humano complejo y generoso que, en medio del silencio literario, encuentra maneras sorprendentes de compartir su arte y su humanidad.
Fuente: Ecdótica