09/10/2009 por Marcelo Paz Soldan
Poemario: Siguiendo huellas

Poemario: Siguiendo huellas

Siguiendo huellas

Siguiendo Huellas
Por Javier Claure C.

El conjunto de poemas que componen el libro Siguiendo huellas, de Jorge Laserna Trullenque (1895, Bolivia) y Jorge Laserna Vargas (1948, Bolivia) publicado en Latinas Editores en noviembre de 2005 en Oruro (Bolivia), deben ser leídos siguiendo un hilo rojo entre dos generaciones. Se trata de dos familiares que han vivido, como es de suponer, historias y experiencias diferentes. Sin embargo, existen, en estos poemas, un común denominador que los sitúa en las mismas coordenadas.
Los primeros poemas de Jorge Laserna Trullenque, abuelo paterno de Jorge Laserna Vargas, fueron creados en Cochabamba (Bolivia). Pero también es cierto que la mayoría de sus poemas están escritos en La Macacona (Costa Rica) durante las primeras décadas del siglo pasado. Son poemas inspirados en la vida, la muerte y el amor. Por lo demás, temas comunes a todos los poetas del mundo desde que la poesía existe como tal.
Laserna Trullenque se vale, en muchos poemas, del verso libre. Asimismo, la rima final está presente cumpliendo el aspecto fónico. A veces utiliza la rima alternada, logrando así su efecto para transgredir el lenguaje que lo lleva por caminos que van cambiando de color; según el estado de ánimo del poeta.
En su poema “Llora, llora”, nos dice:
“Llora, corazón, tu herida
debe seguir sangrando
por ser la mujer querida
la que te hace estar llorando…”
(La Macacona, 23.04.1922, Costa Rica)
Es aquí una mujer la causante de un sufrimiento que hace sangrar el corazón del poeta. O de aquel enamorado que no es correspondido por su novia.
El lector que transita por las páginas de este poemario, observa además un par de poemas dedicados a los seres más pequeños:
“Pequeñuela,
que a la escuela triste vas
porque solito has dejado
a tu muñeco pintado
nada más…”
(La Macacona, 28.11.1922, Costa Rica)
Por otra parte, nos recuerda esa condición a la que el poeta, el escritor y el artista, en general, está sometido para plasmar sus ideas y sentimientos por medio de su arte.
En el poema “Horas de soledad”, escribe:
“… Busco el silencio, la oración, la calma
la sencillez, la soledad que el alma
tiene en sí misma, su mejor amigo …”
(La Macacona, 25.10.1922, Costa Rica)
Al referirnos a Jorge Laserna Vargas, se puede decir que, en cierto modo, va siguiendo las huellas familiares. Pero no es proclive a utilizar rimas en su discurso poético. Sus poemas más bien están escritos en verso libre. Así descarga destellos de luz, imágenes, metáforas; pero también algunos de sus poemas, porque no decirlo, están impregnados de profundo dolor. La vida suele mostrar, a los seres humanos, sus ángulos malvados independientemente de la edad, raza, color, posición económica, social o política y nos sorprende con una guadaña mortal en el momento menos indicado.
En los siguientes versos confiesa:
“… Mis sueños son realidades inalcanzables
portones sellados con cerraduras inimaginables
oscuros callejones que terminan en amplias avenidas
son ilusiones de ávida vida, son pesadillas de muerte placentera.”
Y, por su puesto, la mayoría de los sueños son inalcanzables. Son, por así decirlo, una serie de paisajes o escenas asociadas a nuestros sentimientos que están vagando en el límite de la fantasía. Pero al menos el poeta abre esos portones herméticamente cerrados y hace fluir la musa para expresar lo que siente en su universo interior.
Laserna Vargas nos entrega, en este libro, un telón de varios poemas, cuyo fondo está empapado de amor. Un amor que se intensifica en las últimas páginas de este poemario.
Tampoco es ajeno a la soledad, porque así lo manifiesta él mismo en su poema “Soledad amiga mía”:
“Soledad amiga mía
sin alma, triste y perdida
íntima de noches eternas
de días perdidos en el abismo…”
En todo este juego de palabras, que van de un lugar a otro como entre dos paredes de algodón, no se descuida de su amada y le susurra delicadamente a sus oídos:
“… Hoy siento que necesito
que impregnes tus sábanas con mi esencia
que envuelvas mi piel con tus caricias
que cubras mi boca con tus labios de miel…”
El escritor y poeta portugués, Fernando Pessoa, escribió: “O poeta é um fingidor”. Pero esta frase no cumple su veracidad en el caso de Laserna Vargas, especialmente cuando leemos los poemas dedicados a su hijo que, por esas cosas extrañas que tiene la vida, ya no está entre nosotros.
Si hacemos una simplificación de este poemario, más o menos como cuando simplificamos una ecuación matemática; para extraer la esencia de las estrofas, enseguida nos damos cuenta que Jorge Laserna Vargas reflexiona, con todas sus premisas e hipótesis sobre un caso fortuito del que nadie está libre. Y por consiguiente se lanza, con su pluma en la mano, por los senderos sublimes de la poesía.
Fuente: Ecdótica