06/26/2017 por Marcelo Paz Soldan
Nuestra Perestroika con riff punkero

Nuestra Perestroika con riff punkero


Nuestra Perestroika con riff punkero
Por Saúl Montaño

Al final de la década de los ochenta, Martín de 17 años, motivado por sus padres, ingresa al instituto e internado Tesla, donde estudian los futuros físicos, pilares de la patria, ingenieros, profesiones útiles, contrarias a la vida de artista por las que el protagonista se siente atraído. El escenario es Nueva Atlántida, un país socialista en el que es común escuchar a los adultos referirse en términos de sacrificio, disciplina, exigencia, personas útiles, o frases como: “No vivimos en una sociedad perfecta, pero por ella estamos dispuestos a dar la vida”. Bajo este espectro político de compromiso en el que la población anhela la llegada del comunismo, Martín tiene sus prioridades claras: “El poema de las cucarachas era de inspiración kafkiana, dedicado a Giselle y escrito con un objetivo en mente, secreto y más urgente que ser físico nuclear: perder la virginidad. En aquel tiempo no me interesaba el amor, me interesaba el sexo”. Este ímpetu juvenil marcado por el caustico punk argentino que se escucha de manera clandestina, motiva a Martín, y a sus amigos, a armar una banda de rock convencidos de que solo de esa manera pueden llevar a cabo su propia y particular perestroika.
En paralelo no solo Martin va experimentando cambios, abriendo los ojos, sino también que en Nueva Atlántida se respira crisis económica, política, los soviéticos ya no son lo que eran, la población se da cuenta de que “el comunismo no está a la vuelta de la esquina, sino todo lo contrario. ¿El origen del problema? Un exceso de optimismo sumado al diseño de un sistema burócrata que negaba el libre albedrío.” Comienza a circular el dólar, ingresan los turistas, todo esto desconfigura a Nueva Atlántida, acechada siempre por la zozobra campante que ejerce la autoridad fanática, la contención ante lo que se puede o no se puede o no se debe hacer por las consecuencias indeseables que desataría estas acciones que se consideran impropias. Así de a poco se descubre que la insatisfacción no solo es solo del protagonista si no también se manifiesta de distintas maneras en otros ciudadanos que toman decisiones menos o más drásticas, entre ellas: irse de Nueva Atlántida.
Por nuestra Perestroika, segunda novela del escritor Alejandro Suárez, es un libro con carga política, evidentemente, pero me parece que además es sobre la fraternidad, la amistad, y sobre todo describe el despertar de la individualidad consciente que juzga su entorno. Por ejemplo, en algún momento Martín menciona: “Yo, al igual que Osvaldo, comenzaba a sentir que estaba en el lugar equivocado”. La novela relata el curso hacia la madurez, y madurar no significa precisamente ser alguien mejor si no alguien distinto. En este caso, la novela situará al protagonista ante un estado de perplejidad que le provocaron eventos confusos y dolorosos, que no necesariamente le servirán para afrontar de mejor manera la vida que le tocará vivir. Y todo esto narrado con una prosa ágil que describe a Nueva Atlántida, caricatura exótica caribeña de otro lugar con pulsiones de drama humano angustiante; halo de caricatura conseguido por el tono ecualizado de desenfado, ironía, humor, ternura. Por nuestra Perestroika, por efecto evocativo consigue a través del tiempo pintar sonrisas a una triste multitud que habita en una memoria colectiva afianzada en el para siempre.
Fuente: Hay vida en marte