04/19/2015 por Marcelo Paz Soldan
La desaparición del paisaje – Maximiliano Barrientos

La desaparición del paisaje – Maximiliano Barrientos

la desaparicion del paisaje

La desaparición del paisaje – Maximiliano Barrientos
Por: Jesus Rojas

Stieg Larsson tuvo, entre otros infortunios, presenciar una agresión sexual a muy temprana edad que marcó el resto de su vida. Consecuencia de ello fue encontrar en la famosa trilogía del sueco a su inmadura coprotagonista, rebelde sin causa, cuyas acciones y actitudes traspasaron lo ridículo y absurdo. Pero esa ya es otra historia.
Maximiliano Barrientos (Bolivia, 1979), a diferencia del bestsellero póstumo escandinavo, sí es capaz de argumentar difíciles comportamientos humanos.
‘La desaparición del paisaje’ tiene como punto de partida una altruista venganza, apetitosa, muchos años después de una violación. Hombres que quieren pelear, romper cosas y humillar a otros para sentirse sólidos por dentro, provocan una melee y tantas como sus puños necesiten para saciarse. Sin tener más argumentos que esos, un pendenciero combatiente se cree en el derecho de originar infinidad de trifulcas. Vitor, el protagonista de la novela, así lo piensa y ejecuta. Su psicología queda confundida por la de cualquier vulgar camorrista de taberna.
Aunque en esta novela boliviana de peleas al más puro estilo western, también es tratado el sentimiento más adverso que puede existir al odio; el amor.
Decía otro sudamericano, cierto que de origen francés, Carlos Gardel, en una de sus más conocidas canciones, ‘Volver’, que “siempre se vuelve al primer amor”. El peleón Vitor, en su pugilística vida, tiene hueco para las mujeres, y no es por eso, en absoluto, un mujeriego. Sólo es hombre de una de ellas, y el destino, después de separarles, tendrá el detalle de volverlos a acercar. Este tema, como el de las refriegas, es atendido sin ñoñerías. ‘La desaparición del paisaje’ en todo momento es una historia dura. Cruel, incluso.
La novela me ha recordado a películas del Nuevo Mundo Latino de paredes cochambrosas mal iluminadas en casas habitadas por actores humildemente vestidos con ropas de verano. Filmes que con frecuencia aparecen nominados en los Goyas en la sección de mejor película hispanoamericana, y cuyas secuencias enseñadas en la gala son las únicas que veremos de ellas. Producciones que habitualmente cuestan llegar al receptor, -al igual que esta novela, que aún no se ha publicado en su Bolivia natal-, y que forman un todo artístico altamente recomendable. Parte de nuestra cultura.

Fuente: melibro.com/