10/16/2007 por Marcelo Paz Soldan

Sobre Los Reinos Dorados de Homero Carvalho

Homenaje a una visita soñada
Por: Homero Carvalho Oliva

Recuerdo una cita de Jorge Luis Borges que decía que a veces le era dada la primera línea de un poema y había leído también el poema “Kublai Khan” de Samuel Taylor Coleridge, cuyo autor afirmaba que el texto integro lo recibió como una visión durante un sueño. Siempre me pareció que estar afirmaciones eran muy literarias hasta que me sucedió que una madrugada me fue revelado un poema.
Mi difunto padre, Antonio Carvalho Urey, se me apareció una fría madrugada de abril y en el sueño me reprochó porqué yo no había escrito algo sobre nuestro territorio amado, sobre nuestras pampas, sobre nuestros ríos, sobre nuestro país de las aguas. Y me mostró ciertas imágenes que según él eran de la época de esplendor de las civilizaciones que habitaron hace miles de años el amplio territorio de los moxos. Bastaron esas pocas presencias antiguas para que yo recuerde otras imágenes, rememore hechos, y me salte de la cama buscando papel y lápiz para escribir sobre esas cosas que se me presentaban como si siempre las hubiera sabido, como si hubiesen estado esperando que yo las recuerde.
Los Reinos Dorados, es pues, un poema de largo aliento dedicado a aquellos reinos que existieron en el territorio de Moxos, esas culturas desaparecidas cuya memoria se extiende intangible en el verde océano vegetal de lo que ahora llamamos Beni. Su escritura me ha dado muchas y grandes satisfacciones. Tuve la suerte que mujeres y hombres poseídos por la poesía y tocados por mi poema escribieran generosos comentarios. Creo que esa fue la mayor maravilla de este texto. Estoy contento, feliz porque creo que la vida me ha otorgado el don de escribir algo de lo que me siento infinitamente agradecido.
Durante el proceso de la escritura del poema entusiasmé a mucha gente que, pacientemente, escuchaba los borradores y algunos de ellos me brindaron sugerencias para mejorarlo. Las primeras correcciones de rigor las relizaron mi hermana Kihili Kunturpillku y la última estuvo a cargo de mi buena amiga Patricia Urquieta. Mi entrañable prima Valia Carvalho, siempre entusiasta, navegó en los ríos de los Reinos Dorados y desembarcó para darme su arte diagramando el libro y supervisando el trabajo de Edición. Gracias a Todas ellas, las amo.
De este poemario Rúber Carvalho Urey ha escrito: Los Reinos Dorados es el canto de la sangre que nadie, hasta ahora, había cantado con tanta galanura, con tanta poesía, con tanto corazón. Del Amazonas hasta Mojos, en medio de la pampa, orilleando la selva, entre los bajíos y los terraplenes milenarios, en algún sitio, encontró Antonio, padre de Homero, una noche estrellada el misterio del nombre y se lo legó para hacerlo música, viento, tropel en estampida de jaguares al compás de los torrentes de los ríos que van al mar, desde los reinos dorados…”
Kihili Kunturpilku :“Henos, aquí, nuevamente convocados por el fuego, vale decir por el verbo, vale decir por la memoria. Pues no existe diferencia alguna entre nuestro sueño y nuestra historia. Cuando una cunumi o una imilla o una warmicha va hilando mientras camina, está cantando; y la que trama polícroma sobre la urdimbre, está soñando y escribiendo historias. Como los montes, con sus nubes y sus rayos, Netza Uatl Coyotl entre las flores, el Dr. Nele de Kanthule y la sapiencia, Ernesto Cardenal con su grandeza y Vito Apshana con los pájaros del festín de la mañana, así Homero nos reúne otra vez.”
La poeta Roxana Selum: “En los Reinos Dorados Homero vuelve a la Unicidad, al Uno “en los Reinos Dorados los hombres y la selva éramos uno” y en cada letra de esta intensa poesía va tejiendo con hilos de acero y miel una historia guardada –no vedada– lista para asombrarnos, ¡la recompensa es el asombro!”
Y Don Juan Carlos Ramiro Quiroga ha sido muy generoso: “Como Julio Cortázar, el cuentista beniano ha escrito tardíamente poemas; pero le ha ido mejor que al gran narrador argentino. Creo que Carvalho comparte con nosotros algo más que meros recuerdos, sino la imponderable felicidad de las palabras poéticas.”
Yo no creía en las revelaciones, pero este poema es la prueba de lo infinito, de lo que está más allá de las palabras…
(Fuente: ecdotica-6413e4.ingress-bonde.easywp.com)