10/29/2008 por Marcelo Paz Soldan
Habitando con la muerte

Habitando con la muerte

grim-reaper.jpg

Habitando con la muerte
De Mauricio Rodríguez Medrano

(A continuación el cuento ganador el AXS en una nueva versión, la que hemos trabajado con su autor. Para seguir comentando y aportando. En todo caso agradezco la complicidad de Mauricio en animarse a reescribir su cuento)
La Muerte recorría a medianoche la calle principal del pueblo hasta llegar a la plaza central. Acarició la estatua de Simón Bolívar; caminó a la casa del Alcalde y lo obligó a jugar ajedrez, venciéndolo en tres oportunidades. Bajó las escaleras y salió al patio; cruzó la verja y se dirigió a la casa de la tejedora ciega de mortajas; golpeó su puerta y la saludó ofreciéndole la mano. Cruzó hacia la vereda del frente e ingresó a la casa del adivino; se entretuvo barajando unas cartas de tarot y dejó abierta la puerta de salida para que el ventarrón desplomara todo resquicio de perennidad. Caminó unas dos cuadras hasta llegar al cuartel y sonrió a un soldado que estaba de guardia; dobló la esquina e irrumpió en la hacienda del viejo Juan Lázaro, el único vendedor de ataúdes del pueblo, que había trabajado por más de cincuenta años, negociando las desgracias ajenas; paseó por el salón principal y marchitó unas flores barrocas pintadas en un cuadro; subió las escaleras; detuvo el péndulo del reloj empotrado en la pared que aún anunciaba las tres de la mañana; entró a la habitación del viejo; se acercó a los pies del catre, tropezó con un bacín lleno de enfermedad; blandió su guadaña cegadora y se preparó para hundirla en las entrañas de Juan Lázaro reclamando su último suspiro, pero desistió hacerlo porque se dio cuenta que el viejo –roñoso, deshonesto, miserable e idiota-, tres horas atrás, ya se había muerto.
Fuente: Ecdótica