02/06/2014 por Marcelo Paz Soldan
Elogio de la crónica

Elogio de la crónica

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Elogio de la crónica
Por: Ramón Rocha Monroy

Hace muchos años, Eduardo Mitre me insistía en que mis columnas también eran obra literaria. Me resistí a considerarlo así hasta que leí un libro maravilloso escrito por Susana Rotker, que titula “La invención de la crónica”(Nuevo Periodismo, FCE, 2003) Susana fue la esposa de Tomás Eloy Martínez, el gran escritor argentino, y murió en un accidente estúpido a sus 46 años. La devoción de Tomás Eloy hizo que se publicara el libro.
Hay el prejuicio de que lo escrito en libro es literatura, mientras que el periodismo es efímero y no merece el homenaje de la memoria. Pues bien: Susana Rotker dice en su libro que más de la mitad de la obra escrita de José Martí y dos tercios de la de Rubén Darío se componen de textos publicados en periódicos. Sin embargo, la historia literaria ha centrado el interés básicamente en sus poesías.
El Soldado Terán suele conmoverse con algunos versos de Darío, pero a mí repetir: Margarita, está linda la mar, me resulta tedioso. En cambio, hay una crónica del ingreso de Darío en barco a Nueva York, que Hugo Chávez o Fidel Castro hubieran querido decirlo, porque es un alegato magnífico contra el imperialismo. Lo mismo me pasa con García Márquez, que amo su obra literaria pero no la releo, y en cambio releo continuamente su obra periodística, fuente infalible de inspiración.
La crónica. Somos el continente de la crónica pues en la Colonia hubo muchos cronistas y a nosotros nos tocó uno máximo, que ensayó trucos literarios de Borges, a decir de Cachín Antezana. Me refiero a Bartolomé Arzans de Ursúa y Ulloa, el autor de Historia de la Villa Imperial de Potosí, que creó una burbuja ilusoria incluidos autores a quienes comentó y, al parecer, no existen. Eso lo haría siglos más tarde Borges con enormes elogios de la crítica. Pero a la crónica colonial le faltó la inmediatez del periodismo. Y de eso hablamos.
¿Qué es el arte? Me río de quienes creen que es un atributo infuso en una obra, porque el arte es social e histórico y depende de la época en que uno vive. Si sobrevive, quizá sea un arte verdadero; allí están, por ejemplo, las esculturas de Miguel Ángel, que sobreviven medio milenio sin desgastarse; en cambio los Premios Nobel son tan efímeros que ni siquiera figuran en Google, un criterio de verdad en el mundo de hoy. No olvidemos que Boris Vian presentó su máxima novela, La Espuma de los Días, a un jurado de lujo, conformado por Jean Paul Sartre, André Malraux y otros no menos famosos, pero no obstante la defensa de Sartre no le dieron el premio y el ganador es un N.N. a quien nadie conoce ni lo ha leído. En cambio al maltrecho Vian lo incorporaron en La Pléiade, que es una consagración, aunque haya llegado a 50 años de su muerte.
Y es que el arte es histórico y es social. Lo que hoy se considera así es posible que nunca más, y pasara ni siquiera a la historia sino al olvido. Hegel escribió la Fenomenología del Espíritu al borde del hambre mientras nosotros tenemos computadora, una canonjía universitaria y una jubilación segura, aunque nos quejemos de que todo anda mal.
No sólo Martí y Rubén Darío, sino Manuel Gutiérrez Nájera, Amado Nervo, José Juan Tablada y José Enrique Rodó vivieron del periodismo. El recuento de Susana Rotker es conmovedor: Martí escribió en 12 años más de 400 crónicas reproducidas en los diarios importantes de la época. Sus crónicas ocupan 13 de los 25 tomos de su obra completa, en tanto que Rubén Darío fue director de decenas de periódicos y revistas y en ellos, según Ángel Rama, volcó “la búsqueda de lo insólito, los cercamientos bruscos de elementos disímiles, la renovación permanente, las audacias temáticas, el registro de los matices, la mezcla de las sensaciones”. En suma, lo que predicaba el Rubén Darío poeta y el modernismo en su conjunto lo consiguió primero en la crónica periodística.
Así que no me jodan. Eduardo Mitre tenía razón. Si consideramos el caso de Alfredo Medrano, podría reducirse a sus Cuentos Perros y a dos o tres libros, pero ¿y sus crónicas? ¿Y la sensibilidad de sus entrevistas? ¿Y sus retratos literarios? La crónica ha sido marginada del mundo de la literatura, pero allí está el Nuevo Periodismo Latinoamericano, fundado por Susana Rotken, su compañero, Tomás Eloy Martínez y Gabriel García Márquez para convencernos de que no.
Fuente: Los Tiempos