12/23/2009 por Marcelo Paz Soldan
Crítica a La toma del manuscrito

Crítica a La toma del manuscrito


La toma del manuscrito
Por: Edmundo Paz Soldán

Hace algunos años, Cachín Antezana se quejó de que la narrativa boliviana del siglo XX había estado demasiado atada al referente real. Al escritor se le pedían libros y cuentos que dieran cuenta de la esencia de las regiones y la identidad nacional, y el escritor trataba de cumplir de la mejor manera posible. De esas demandas de la tradición surgieron algunos grandes textos, pero, con los años, las ataduras sociológicas se fueron convirtiendo en cargas que limitaban buena parte de la producción narrativa nacional.
Quiero creer que las cosas están cambiando. Hay más deseos de explorar otros registros, jugar con los géneros populares, soltarse. Uno de los que está contribuyendo a ese cambio se llama Sebastián Antezana (ninguna relación con Cachín). Antezana, nacido en 1982, publicó el 2008 La toma del manuscrito (Alfaguara), ganadora del Premio Nacional de Novela 2007. Recién la pude leer este año, y me entusiasmó descubrir a un narrador puro y duro. La novela tiene una dosis de sofisticación: el proyecto se emmarca dentro de los juegos textuales de Perec y Borges, e incluye traducciones y apropiaciones de textos que remiten a fotos que a la vez remiten a una historia real; cajas chinas que, en su intento por narrar lo que ocurrió en una expedición al África interior en el año 1875, no hacen más que contarnos de la supremacía de la ficción.
Lo que late en cada una de las páginas de La toma del manuscrito es el vuelo imaginativo, la fuerza para narrar una historia compleja, para moverse con soltura en torno a múltiples personajes y escenarios. Antezana dialoga con el género policial y con la novela de aventuras y lo hace sin inocencia, pero también sin el deseo de que los juegos textuales ahoguen su proyecto. Se trata de una primera novela, y por ello hay ciertos excesos retóricos. En una literatura caracterizada por la timidez, esos excesos pueden perdonarse. Ya habrá tiempo para pulirlos. Por lo pronto, cuenta más la notable ambición de crear un mundo narrativo autónomo.
Fuente: Ecdótica