09/28/2018 por Marcelo Paz Soldan
Chirveches y La Candidatura de Rojas

Chirveches y La Candidatura de Rojas


Chirveches y La Candidatura de Rojas
Por: Pamela Escobar

La candidatura de Rojas (1908) considerada una de las mejores novelas escritas por Armando Chirveches nos muestra el desencanto de un sistema político y social que no funcionaba, donde la necesidad de cambios radicales se expresan en una novelística hipercrítica.
La política citadina y provinciana, el caciquismo como hábito consuetudinario político y el abigarrado mundo de las elecciones, nos da como resultado la sorpresa de una inesperada capacidad de autocrítica frente a los trazos más característicos del juego político vigente.
La pintura de la obra de Chirveches muestra como la política tiene un único punto de partida: la ciudad, y quienes incursionan en ella carecen de toda motivación constructiva; más allá de la vanidad y el egoísmo, la militancia en las filas gubernamentales o de la oposición no sólo es casual, sino incidental y revocable, pues lo que importa es formar parte del gremio de los iniciados.
En esta maquinaria la provincia tiene asignado el papel de rueda de transmisión de las consignas emanadas en la metrópoli y de mimetizar los artificios del sistema dentro de la conocida figura del caciquismo. En donde el poder de la masa electoral permitía por un lado, poner en tela de juicio la legitimidad de un resultado electoral, pero por otro, se confirmaba con ello, que el país era escrupulosamente democrático, haciendo que la élite dependiera de su participación para continuar como grupo privilegiado y poder definir su hegemonía interna.
El cacicato local, familia de los Garabito clan cuyo poder se hizo con la explotación y matanzas de la población, controla la vida pública, privada y religiosa de la capital y uno de sus miembros, Don Manuel, es el candidato “liberal”, rival de Enrique. La influencia de los Garabito, nos da la imagen de que estos caciques sólo buscaban en la política un medio de encubrir sus maldades, robos y crímenes , por supuesto terminaban siendo ganadores de las elecciones y los secuestradores de la voluntad popular . Todo esto bajo el visto bueno del partido gobernante que se servía de esta casta para lograr la perpetuación del poder, falsificando el sufragio y corrompiendo el sistema representativo.
Enrique Rojas y Castilla se enfrentaba contra el poder provincial de toda una familia que había desplegado todo tipo de estrategias para impedir que el Gobierno interviniera en el control de su territorio y de la que a su vez se servía de éste, para derrocar a sus adversarios. El origen de su hegemonía provenía del período caudillista gracias a cuya inestabilidad el fundador de la familia había podido enriquecerse y adueñarse de la región colocando a toda la familia en puestos que contribuyeran a ampliar la influencia y el poder del grupo familiar. Donde el sistema de clientelas era lo que hacía posible la victoria electoral, encontrando una forma de legitimar el acceso al poder; en cuanto a los electores considerados como masa electoral necesaria que tenga la capacidad de ayudar a un candidato a subir al poder.
Está de más decir que no han cambiado mucho las cosas en el interior del país desde que Chirveches hace la publicación de La Candidatura de Rojas. La obra nos presenta con cierta amplitud la vida “provincial” boliviana. Además, nos muestra las perspectivas de la política citadina y sus personajes característicos, la política provinciana y su abigarrado mundo, entre otros, que, desplegados a lo largo de esta novela, toman en cuenta la formación del desarrollo del pensamiento del país.
Chirveches se integra en el tejido cultural de esos años, donde la visión que tiene acerca de la realidad boliviana se impregna de preocupaciones institucionales; en la interpretación de los hechos, poniendo en evidencia el enfrentamiento de viejas y nuevas estructuras. Nos describe el mal funcionamiento de régimen de partidos políticos dando continuidad a las prácticas caudillistas, generando como resultado el descontento hacia esta clase.
Fuente: Letra Siete