05/02/2012 por Marcelo Paz Soldan
Álex Ayala: “Sin reportería sólo habría humo”

Álex Ayala: “Sin reportería sólo habría humo”


Álex Ayala: “Sin reportería sólo habría humo”
Por: Sergio de la Zerda

Vallegrandinos que hacen de su recuerdo del Che Guevara un negocio particular, jubilados que cuidan la estatua de un ícono del rock, un poderoso narco que vive sin estar vivo, un equipo de fútbol secuestrado por sus propios hinchas y hasta reos que, pudiendo escapar, cuidan su cárcel. Un envidiable olfato periodístico ha hecho que Álex Ayala Ugarte (1979) nos cuente, entre otras nueve, las historias de tales personajes en Los mercaderes del Che y otras crónicas a ras del suelo (Editorial El Cuervo). El libro del periodista español, nacionalizado boliviano, fue recientemente presentado en La Paz y ya circula en las principales librerías del país.
Ayala, uno de los escasos y mejores cultores del periodismo narrativo en Bolivia, pudo hacer su publicación gracias al crowdfunding, un novedoso sistema de financiamiento colectivo que funciona vía internet.
Fundador de Pie Izquierdo, primera y desaparecida revista nacional de no – ficción, el también ganador del Premio Nacional de Periodismo de 2008 y colaborador de publicaciones internacionales como Etiqueta Negra, da importantes pautas sobre su oficio, sustentado en un arduo trabajo de reportería y un estilo “cinematográfico” de escritura, en la siguiente entrevista.
-Fernando Molina, el autor del prólogo de Los mercaderes del Che, enfatiza que usted se sitúa en los “márgenes” de la “gran historia”, en “vidas minúsculas”. Por otro lado, en su perfil “Sillerico, el hombre que viste a Evo Morales” se pregunta usted -y ensaya algunas respuestas- hasta dónde un tejido puede contener una ideología. Algo similar pasa con la crónica que le da el nombre al libro. ¿Piensa que su periodismo narrativo, al no basarse en fuentes habituales, tiene ya alguna carga ideológica?
La crónica es una mirada. Y como mirada es subjetiva. Pero no creo que la elección de personas -de personajes- se base en una cuestión ideológica. Uno escoge a alguien como personaje porque considera que por sí solo es capaz de reflejar un pedazo del mundo, porque piensa que detrás de él hay una buena historia que puede llegar a ser interesante para los lectores. Y luego el punto de vista que uno debería de escoger a la hora de escribir es el de la honestidad. Ser honesto significa realizar una investigación rigurosa. Ser honesto significa ser prolijo en cuanto a los detalles. Ser honesto significa traducir los datos y apoyarse en las experiencias de los demás para generar conocimiento. Según el argentino Martín Caparrós, “la magia de una buena crónica consiste en conseguir que el lector se interese por una cuestión que, en principio, no le interesa en lo más mínimo”. Y eso es lo que yo intento cuando escribo.
-Construcción de escenas, saltos temporales y personajes que interactúan son usados en crónicas como “Pablo, presidente”, correspondiendo bien a la característica cinematográfica que usted dice que tiene el periodismo narrativo. ¿Qué importancia tiene el trabajo de reportería en relación a los conocimientos previos y al estilo?
El trabajo de reportería es fundamental. Sin reportería sólo habría humo, fuegos de artificio. Sin una buena reportería no hay arquitectura de la nota. Y sin una buena arquitectura no hay voz de autor ni estilo. Un buen texto funciona como un iceberg: muestra únicamente un diez por ciento de lo que se ha descubierto, de lo que se sabe, pero se sostiene sobre el otro noventa por ciento que se halla sumergido. Gabriel García Márquez afirmaba que la investigación no es una especialidad del oficio, sino que todo periodismo tiene que ser “investigativo por definición”. Y tiene más razón que un santo. Lo que le mueve al periodista a la hora de escoger un tema es la curiosidad. Y para que esa curiosidad se convierta en un buen texto el autor debe de investigar todo lo que pueda. Lo que toca después es seducir al lector, ese ser desconocido con el que queremos establecer un vínculo duradero. Y seducir al lector, hacerle el amor con las palabras para que no se acueste con otro enseguida, es una tarea complicada que obliga a que uno sufra, porque armar una buena pieza periodística es como terminar un trabajo de carpintería fina. El periodista colombiano Alberto Salcedo dice que “odia escribir y ama haber escrito”. Y a muchos periodistas nos ocurre lo mismo.
-¿Y cuál el rol del “olfato” para adentrarse en mundos tan distintos como los de “Los custodios de Lennon” y “Las mil y una noches de Víctor Hugo Viscarra”?
Uno de los grandes del periodismo narrativo, Gay Talese, dice que las buenas historias se pueden hallar en cualquier lado: “sobre un sastre, sobre un zapatero, sobre un conductor de bus, sobre un mesero”. Pero para dar con ellas hay que tener siempre los ojos bien abiertos, los oídos alerta y muchísima paciencia. La periodista argentina Josefina Licitra asegura que las cosas no suelen pasar nunca a la velocidad que el periodista necesita. Y compara el periodismo con la cocina: “si subís el fuego -analiza-, la comida no se hace más rapido, sólo se quema”. Para otra periodista argentina, Leila Guerriero, “no hay temas fáciles ni temas aburridos”. Pero sí cronistas aburridos y temas mal tratados. Para muchos autores, entre los que me incluyo, el instinto juega un papel primordial a la hora de elegir una historia. Yo considero que lo que me cautiva, me sorprende y me conmueve también cautivará, sorprenderá y conmoverá a los lectores. Parto de ahí antes de comenzar a investigar un tema. Y luego, a través de personajes y escenas, trato de reflejar una porción de la realidad que nos rodea, de mostrar cosas extraordinarias de gente aparentemente ordinaria.
-Se dice que Deportes o Policiales deberían ser las áreas naturales para la formación de un buen periodista. Si nos centramos en el primer ámbito -y tal vez en el segundo también-, en el que incursiona por ejemplo en la crónica “El secuestro más extraño del fútbol”, ¿se podría decir que tal afirmación es válida?
La calle es el ambiente natural en el que se debería desenvolver cualquier periodista; y la mejor escuela de aprendizaje. Partiendo de ahí, no creo que uno acabe con mejores armas narrativas únicamente porque haya trabajando antes en secciones como Seguridad o Deportes. Uno se foguea en la calle y aprende en la calle. Los datos fríos, las cifras o los hechos reflejados de forma notariada jamás cobrarán vida si no van acompañados de personajes de carne y hueso que nos ayuden a comprender mejor lo que pasa. Y lo que estoy diciendo se puede aplicar a todas las secciones de un diario.
-Consultado en otra entrevista sobre la desaparición de Pie Izquierdo, ha responsabilizado usted, no sin un rigor que parece excesivo, únicamente a los editores de la revista por tal hecho. ¿Realmente cree que el fin de esta publicación no debería ser un jalón de orejas para los lectores de Bolivia? ¿Haciendo las cosas de modo distinto o con mayor entrega piensa que habría una mayor garantía de éxito material?
El que Pie Izquierdo no esté en los puestos de prensa no significa que el periodismo narrativo vaya a desaparecer en Bolivia y eso para mí ya es una buena noticia. El fin de la publicación fue en su momento un mal trago, pero por lo menos abrimos una senda y es muy posible que otros la sigan en el futuro. Como ya dije en anteriores ocasiones, considero que la mayor parte de la culpa del fracaso de Pie Izquierdo es mía, ya que planifiqué la revista, convencí a los accionistas para que invirtieran en ella y la lancé al ruedo de pelea. Y por lo tanto sería injusto que culpara de mis metidas de pata a los lectores. Quizás el principal error fue hacer la revista en papel, porque el papel es muy caro y la mayor parte de nuestro presupuesto se fue en imprensiones. Pero ya no sirve de mucho mirar hacia atrás. De los fracasos se aprende y seguro que, si dentro de unos años aparecen revistas parecidas, estarán mejor pensadas.
-Ha señalado que el periodismo nacional es muy politizado, que presta escasa atención a la cultura, que se basa generalmente solo en declaraciones de fuentes oficiales, que no se enfoca en el ciudadano común y que tiene además muy poco espacio para las crónicas. ¿Son los únicos males que impiden que en el país no tengamos un periodismo narrativo?
El argentino Martín Caparrós dice que “la crónica es eso que nuestros periódicos -los de todos los países de la región- hacen cada vez menos”. Habla además de una figura realmente absurda que fue inventada por algunos editores: la del “lector que no lee”. Para ese supuesto lector que no lee se diagraman páginas y páginas cada día llenas de infografías, dibujitos, fotos, recuadros y un largo etcétera. Para el lector que no lee se escriben textos cortos y, a menudo, soporíferos. Para el lector que no lee se hacen periódicos para no leer. Y uno lo que se pregunta es: ¿Hasta cuándo pues? El lector que no lee es un ser que no existe, ya que un lector se define precisamente por leer. ¿Por qué seguimos entonces alimentando a ese ente imaginario? A todo el mundo le gusta que le cuenten bien pequeñas historias que ilustran realidades más amplias, pero son muy pocos los periodistas que lo hacen. A todo el mundo le gusta sentir placer cuando lee algo. Y la pena es que son pocas las historias en nuestro medio que le hagan sentir placer uno. Esto seguramente seguirá siendo así durante muchos años porque para hacer periodismo narrativo se necesita tiempo y una dosis extra de compromiso y esfuerzo. Y no todo el mundo está dispuesto a “sacrificarse”.
-Su libro llegó a imprenta gracias al -en Bolivia totalmente novedoso- crowdfunding (financiamiento colectivo). Tomando en cuenta que, con seguridad, mucho ayudó su reputación como periodista y la amistad que hizo con colegas alrededor del mundo, ¿recomendaría a noveles autores usar este sistema? ¿Ha tenido el apoyo de mecenas anónimos en absoluto desinteresados en obtener recompensas?
Para financiar un proyecto creativo vía crowdfunding hay que apoyarse sobre todo en los círculos de amistades y colegas y en las redes sociales, que son una especie de altavoz a través del cual uno pude llegar a públicos que ni siquiera había imaginado. Para conseguir apoyos lo principal es tener una idea buena y atractiva y saber cómo moverla por la red. Muchos de los mecenas de Los mercaderes del Che fueron personas que yo no conocía. Lo que quiere decir que el boca-oreja también funciona.
PING PONG
Por favor diga lo primero que se le viene a la mente cuando escucha las palabras:
-País Vasco: tierra.
-España: crisis.
-Bolivia: jayaya.
-Fútbol: circo.
-Tartamudez: humor negro.
-Paternidad: raíces.
-Cinco lecturas imprescindibles para el periodismo narrativo: 1) Fama y oscuridad (Gay Talese). 2) El ladrón de orquídeas (Susan Orlean). 3) Elogios criminales (Julio Villanueva Chang). 4) La eterna parranda (Alberto Salcedo). 5) Frutos extraños (Leila Guerriero).
Fuente: La Ramona