05/16/2014 por Marcelo Paz Soldan
Un reconocimiento a Cachín Antezana muy merecido

Un reconocimiento a Cachín Antezana muy merecido

Antezana

Un reconocimiento a Cachín Antezana muy merecido
Por: Ramón Rocha Monroy

La UMSS declaró a Luis Huáscar Antezana Juárez Profesor Honorario por sus múltiples servicios académicos como profesor y director de investigaciones, tanto en Sociología como en el Centro de Estudios Superiores Universitarios (CESU); una carrera que se inició a fines de los 60s, cuando Cachín estudió primero en la Normal Católica, luego en los Estados Unidos y por fin en la Universidad de Lovaina, en una época en que la Lingüística y el análisis del discurso comenzaron a dominar las ciencias sociales.
Poco después lo conocí por un amigo común a su llegada a Cochabamba, en una época que nos caracterizaba por nuestra ingenuidad provinciana y nuestra suficiencia también provinciana. Recuerdo que había iniciado la lectura de Borges y, al leerlo “desde adentro”, es decir, con puntos y comas, me pareció que usaba las palabras exactas en el punto exacto, como el Chingolo, el zapatero del barrio, ex soldado del Chaco y amigo de mi padre, que clavaba tachuelas a su aire, siempre de buen humor, de un solo martillazo y en el lugar debido, sin mirar. Con eso me creía experto en Borges y no sabía que estaba frente a un lingüista que había hecho su tesis sobre el autor argentino, titulada “Álgebra y Fuego: Lectura de Borges”, que volvió a editar Nuevo Milenio. Varias cosas recuerdo del Cachín de entonces: su pasión por el fútbol, que a veces le hacía disputar partidos, hasta que el médico le descubrió una leve lesión y dejó la práctica para concentrarse en los placeres del espectador; su matrimonio con la hija del señor Patton, violinista y dueño de Helados Tarijeñita, a quien de cariño le decíamos Patito, hasta hoy; la forma curiosa que tenía de subrayar sus libros trazando cuadrados impecables de diversos colores sobre el texto; un aparato de microfilm y una caja con cientos o miles de placas que había traído de Lovaina, pero una caja tan precaria que hoy podría figurar en el gabinete de Sherlock Holmes; y sin embargo allí se podía leer obras inencontrables; su amistad con Eduardo Mitre, con Chaly Quiroga, Walter Auad, Beto Rosa y los jóvenes “Juanchos” (que fueron sus alumnos en el Colegio Juan XXIII), y el buen humor y la tolerancia con que criaba a su primogénito.
En 1979 me dijo algo que no voy a olvidar: Bien está San Pedro en Roma aunque no coma, quizá una máxima de su vida, pues bien pudo irse del país a situaciones académicas expectables, pero permaneció aquí educando a generaciones y con la franciscana sencillez de todos los días. Tiempos en los cuales era un privilegio preguntarle algo y escuchar sus respuestas que sonaban a oráculo, no sólo por su penetración sino porque a veces no las entendíamos.
Muchos bolivianos amigos emigraron y les fue muy bien en universidades del exterior. Cada ser humano tiene todo el derecho de buscar su domicilio en el planeta, y quizás fuera de él, pero Cachín escogió Cochabamba y aquí se quedó en la misma casa de siempre, un mérito que siempre divulgo y no dejo de reconocer.
Fuente: Ramón Rocha Monroy