11/28/2008 por Marcelo Paz Soldan
Sun Tzu

Sun Tzu

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Sun Tzu
Por: Pedro Shimose

Diecisiete años antes del estallido de la Revolución Francesa, un misionero católico francés, el padre J.J.M. Amiot sj, publicó en París (1772) un ensayo interpretativo de El arte de la guerra, de Sun Tzu o Sun Wu Tzu, como lo denomina Mao Tse Tung. La obra del padre Amiot tuvo amplia difusión y ella fue reeditada en 1782. Es probable que el entonces teniente Bonaparte –ávido lector– la leyera. Desde entonces, El arte de la guerra se divulgó en Japón, Rusia e Inglaterra antes que en la propia China. En los albores de la II Guerra Mundial, los oficiales del ejército nacionalista de Chiang Kai-shek –tan ‘occidentalizados’– se equivocaron al menospreciar las enseñanzas de Sun Tzu por considerarlas algo ‘pasado de moda’ en la era de las armas automáticas, los tanques blindados, los submarinos y la aviación. Grave error, Mao y su Ejército rojo reivindicaron las enseñanzas de Sun Tzu.
Los datos biográficos del autor de El arte de la guerra son imprecisos. Hasta hace poco se creía que era un mito como Homero, pero hoy se sabe que nació en el estado de Chi, en el siglo IV a.C. Antes se creía que había sido escrito en el año 500 a.C., pero hoy se ha fijado el siglo IV a.C. como fecha genérica para situar la ofrenda del libro El arte de la guerra al rey Ho Lu, monarca del incipiente estado de Wu.
No es mi intención reseñar el libro de Sun Tzu. Hay que leerlo. Por Iberoamérica circulan muchas ediciones populares poco fiables. Si me lo permiten, citaré dos ediciones asequibles al lector no especializado en temas militares. Una, la versión del orientalista Thomas Cleary, de la Universidad de Harvard, EEUU (Massachusetts, Shambala Publications, 1988), traducida al español por Alfonso Colodrón y publicada en Buenos Aires por la editorial Edaf, en 1993 (125 págs.). Y otra, la versión de Fernando Montes, publicada en España (Madrid, Editorial Fundamentos, 1974, 164 págs.). Ambas se apoyan, sin decirlo, en la magna edición del general Samuel B. Griffith (Oxford University Press, 1963). Hay una pulcra y erudita versión en español de la edición Griffith, en la cual se omite el nombre del traductor. Es una edición preciosa y rara. Está publicada por una editorial alemana (Colonia, ed. Evergreen, 2008, 272 págs.) e impresa en China. Recomiendo esta edición por el iluminador prólogo de B.H. Liddell Hart, el prefacio del propio Griffith, los nuevos datos sobre Sun Tzu, la guerra en la China del siglo IV a.C. y un estudio comparativo entre El arte de la guerra, de Sun Tzu y tres libros de Mao Tse Tung.
Escribo estas líneas informativas porque un político boliviano, el vicepresidente García Linera, le ha regalado un ejemplar de El arte de la guerra al presidente Evo. Llama la atención que sea el Vicepresidente matemático quien recomiende la lectura de un libro de estrategia militar. Quien conoce bien a Sun Tzu es el ministro de la Presidencia, el capitán Quintana, oficial becado de la Escuela de las Américas, academia militar estadounidense donde, sin duda, se estudia el libro de Sun Tzu, cuyas enseñanzas, deduzco, han servido para sitiar y amedrentar las ciudades de Sucre, Santa Cruz, Tarija y Cobija, los edificios del Congreso, en La Paz, y la Casa de la Libertad, en Sucre, y derrocar al prefecto de Pando, don Leopoldo Fernández, elegido democráticamente en el bendito ‘referéndum revocatorio’ de hace tres meses.
Sun Tzu escribió El arte de la guerra para vencer a los ejércitos enemigos. Los prefectos del Conalde no tienen ejércitos ni son enemigos. El MAS, en cambio, tiene tres ejércitos: las Fuerzas Armadas de Venezuela, las Fuerzas Armadas de Bolivia y los ponchos rojos. Así, cualquiera gana cualquier guerra sin necesidad de leer a Sun Tzu. // Madrid, 28/11/2008.
Fuente: El Deber