10/19/2016 por Marcelo Paz Soldan
La ciencia ficción como herramienta de crítica social

La ciencia ficción como herramienta de crítica social

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La ciencia ficción como herramienta de crítica social
Por: Ana Triveño G.

(Texto leído en el II Encuentro de Ciencia Ficción en Cochabamba, 2016)
Muchas veces se ha afirmado a lo largo de la historia que las historias de fantasía y ciencia ficción tienden a crear mundos ajenos a la realidad, manteniendo de esta manera al lector en un contexto inventado e impidiéndole ver su propia sociedad de manera real. Esto es un enorme error que solo refuerza estereotipos hacia la ficción y su capacidad creativa, generalmente cometido por mentes incapaces de ver más allá de las palabras y entender metáforas que reflejan una percepción más crítica que lo no ficticio.
Automatización del hombre y la lucha con la tecnología por el mundo
Desde tiempos de Julio Verne la tecnología ha sido una de las grandes preocupaciones de los autores y grandes pensadores, desde luego, desde abundantes puntos de vista. Desde los aventureros y exploradores que buscan descubrir algo nuevo, hasta los pesimistas y paranoicos que tratan de advertir al mundo sobre un avance tecnológico demasiado acelerado.
El clásico de Mary Shelley, Frankenstein (1818), demuestra cómo una idea en esa época es más real que nunca en la actualidad. El científico que decide crear a un hombre, su obsesión por la ciencia, por asemejarse a un dios y superar a la muerte sigue tan vivo hoy como en ese entonces. Más aún la criatura que nació a la vida a partir de una mezcolanza de seres y procedimientos quirúrgicos es una manifestación del ser humano “monstruorizado” por la ciencia, por lo artificial.
Para muchos esta obra es solamente eso, una historia más con hechos irreales, por tanto imposibles. Para otros, es una crítica a la automatización del hombre, al peligro de la ciencia y su desarrollo y un llamado moral a aquellos sedientos de poder. ¿Cuántos hombres no ‘moldean’ a sus empleados o trabajadores por interés propio, egoísmo o simple oportunidad?
Mundo feliz (1932) de Aldous Huxley es otro ejemplo las preocupaciones de los autores de antaño. La utopía que nos muestra permite ver qué es favorable o negativo en la sociedad. Un orden comandado por la tecnología, que desde el nacimiento ‘clasifica’ a los humanos para cumplir una determinada labor. Las clases sociales, los tipos de trabajo, la anulación del deseo transforma al ser humano en una máquina netamente funcional. Los engranes que permiten un mundo pacífico, sin aparentes conflictos o imperfecciones. ¿Hasta qué grado esta realidad se cumple en nuestra sociedad actual? ¿Cuán determinados están los papeles en los estratos socio-económicos del país? ¿Qué tan factible es para alguien de una clase baja aspirar a metas propias de los altos estratos?
Las computadoras, aplicaciones y redes sociales lentamente han ido creando ‘otra vida’ virtual, que permite cierta relajación de la tensión de la realidad. ¿Pero se trata de una extensión de la vida o de una distracción de la tecnología? Las posturas son múltiples, tanto antes como ahora.
Importancia de la naturaleza
Otra de las temáticas más abordadas por los autores de la ciencia ficción es la naturaleza. En varias oportunidades manifiestan su pesar al crear mundos devastados por la tecnología, la guerra o algún fenómeno que exterminó todo. La preservación del planeta depende de qué tan bien logremos conservar el ecosistema. Ah, pero el hombre es tan terco que le cuesta entender. Un estilo de vida firmemente arraigado difícilmente se puede modificar, menos cuando involucra hacer algún sacrifico. Hay que casos en los que solamente una fuerza mayor puede generar este cambio, y los autores lo saben. Guerras nucleares, infecciones virales o invasiones extraterrestres, todo sirve para demostrarle al hombre lo que puede pasar si no aprovecha y cuida lo que tiene ahora.
El escritor Gonzalo Lema plasma algunas de estas inquietudes en su libro Después de las bombas (2012). Se trata de una serie de cuentos que tienen en común la caída de unas bombas que destruyeron el mundo. Algunas de las historias abordan los últimos instantes de las personas, que ni siquiera al saber que todo se va a acabar renuncian a sus rencores más perjudiciales. También muestra cómo sería un reinicio de la sociedad, situando desde el mismo inicio la serie de prejuicios y modelos que tan penosamente tratamos de romper ahora. En resumen, una visión en la que la humanidad está condenada a repetir sus propios pasos pase lo que pase. ¿Es esto lo que deseamos? ¿Podemos aspirar a algo mejor o ya de plano nos conviene resignarnos?
Ruptura de la identidad y la soledad de la urbe
En cuanto al ser humano y su constante búsqueda por el sentido de su vida, la ciencia ficción representa un pilar de apoyo para cumplir este propósito. Ya sea a través de héroes que salvan ciudades o perdedores que descubren sus habilidades, la ciencia ficción tiene la cualidad de inspirar a las personas sin importar cuál sea su circunstancia.
Es donde entran historias de lo más fantásticas, porque para demostrar que el ser humano es capaz de superar cualquier obstáculo, es necesario crear obstáculos verdaderamente insuperables. Ante este reto la creatividad del autor es tan indispensable como la imaginación del lector, que es lo que finalmente le permitirá vincularse de manera personal en el relato. Podría afirmar que las obras de ciencia ficción y narrativa fantástica tienen mucho más impacto que los conocidos libros de autoayuda, porque no solo intenta realzar las virtudes del hombre, sino que también acentúa en sus defectos. ¿Cuánto hemos aprendido de los más terribles villanos que atentan contra la vida y que solo buscan generar caos? El contraste entre ambas posturas es importante, tanto como permitirle al lector identificar las mismas y calificarlas en base a sus propios ideales.
En este caso voy a referirme a mi novela La luna de Apolo (2009), que muestra a un personaje sumergido en la soledad de la modernidad. Un joven que se siente incomprendido, apartado y que pretende terminar con su vida ante el sinsentido de su existencia, encuentra el amor y sus esperanzas renacen al conocer a una chica en una situación parecida. Solo a través de un hecho sobrenatural logra comprender la importancia de los sentimientos, alegres o melancólicos y darse cuenta de los elementos que componían su vida.
A diferencia de una percepción pesimista es una llena de esperanza, algo que la ciencia ficción también busca en el momento de la catarsis final de los relatos.
Por todo esto es que la ciencia ficción merece y debe ser considerada como una importante herramienta de estudio social, como un mecanismo de crítica y un reflejo del interior del hombre más íntimo, quizás, de lo que muchas obras no ficticias consiguen plasmar. Bajo un análisis adecuado, las obras de ciencia ficción podrían enseñarnos bastante sobre la realidad del pasado, presente y del futuro. Porque solo con ciencia ficción el humano es capaz de viajar al futuro millones de años en cuestión de segundos, y es a través de este género que podemos atisbar algunas de las consecuencias de los actos que acontecen en el presente con una mirada analítica y una imaginación capaz de conmover a multitudes.
Fuente: Ecdótica